El precandidato a gobernador de Entre Ríos por el Frente de Todos, Francisco Senegaglia acaba de compartir con DIARIOJUNIO un texto que publicaremos a continuación. Es necesario sin embargo destacar que no es un texto cualquiera, mucho menos el texto de alguien que te está proponiendo que lo votes, NO, es el texto de un intelectual, en rigor, lo que ES Senegaglia, un intelectual que se propone transitar en el barro de la realidad política provincial. Lo que Ud. leerá a continuación es una manera bien diferente de abordar los problemas políticos con los que nos chocamos a diario, solo que vistos desde una óptica que nos interpela y lo hace quizá sin que nos demos cuenta. Senegaglia, debe decirse, es una rara avis de la política, irrumpió como pre-candidato así de pronto, sin que nadie se lo esperara y ahí anda. DIARIOJUNIO debe decirse también fue el primer medio en contar que había un grupo de militantes que le pedían que jugase. Y lo hizo, está en el ruedo y es algo distinto, BIEN DISTINTO. Pase y lea.

¿ Ética del discurso o lenguaje moral ?
Un hombre para nunca equivocarse iba atento a cuanto iba a pisar dice un poema de Silvio Rodríguez, y agrega: De tanto en esta posición caminar/ Ya nunca el cuello se le enderezó/ Y anduvo esclavo ya de la precaución/Y se hizo viejo, queriendo ir lejos, con su corta visión… Y remata: Ojo que no mira más allá no ayuda el pie…
Y las palabras: precaución, prudencia o incluso templanza han escrito páginas de locura romántica e incluso mística y parece que lo obvio siempre es evidente como quien dice en los andariveles del bien decir del lenguaje. Pero Silvio parece abrir esa ventanita donde lo obvio parece obtuso; yo prefiero elegir la palabra “perverso” a obtuso. O mejor aún, creo entender que muchas veces la vida parece un relato que fluctúa entre lo obvio y lo obtuso y consecuentemente en ello reside lo perverso. Vale decir que bajo cierto manto semántico y moral, la palabra o significante pervierte el sentido estructural de la realidad. Como psicoanalista diría cuando la virtud esconde el síntoma y como cristiano: cuando el bien es el pecado disfrazado.
Hoy más que nunca la política se ha vuelto un campo de batalla semiótico, y la ética una herramienta de domesticación de la voluntad de poder; el yugo por el que el poderoso dicta no solo el saber que no es poco, sino y sobre todo legisla el bien o mal decir. Mi maestro decía que cuando uno entra a un restaurante de pescados y se come una ensalada igual sale con olor a pescado, vale decir no somos nunca lo suficientemente consiente de nuestra domesticación. Ese es el punto. Y es ahí donde la prudencia –moral- entra en escena…
Si te quejás te reprimen el cuerpo a palos y a la cabeza te la lavan no con champú, más bien y sobre todo con significantes/palabras que al ser mejor que el champú, ya ni siquiera te quejás y terminas ahorrándole incluso los palos… Y así entonces lo obvio se vuelve lento, obtuso… en términos de Silvio: “Ojo que no mira más allá no ayuda el pie…”
Y no estoy delirando, ¿No es lo que estamos viviendo hoy, en estos días tristes de nuestra América? Nos están deshuesando, robando, matando y condenándonos a la obviedad no ya tan obvia –por obtusa- de la miseria y en vez de quejarnos decimos mañana será mejor… Y los cristianos: será la voluntad de Dios… mas allá de la atrocidad del amo neo liberal en sus actos oscuros, no hay más que mirar los números de la deuda y la hipoteca de recursos. Eso si, somos precavidos y esperamos…
Tal vez podamos reflexionar en medio del bombardeo semiótico algunas consecuencias semánticas del discurso, porque como bien dice Ricoeur, el discurso es acontecimiento, hecho. A título de ejemplo, en el evangelio de Lucas cuando se traduce en las bienaventuranzas el concepto griego de “ptoxoi”, se lo traduce por pobre… pero ptoxoi quiere decir “el que se le retuerce el estómago de hambre…” Está claro que pobre es más dulce… y “obviamente” duele menos.
Hablar de tercer mundo o de países en vía de desarrollo es una forma, más que sutil irónica de ubicar en la geografía del mundo la injusticia. La pobreza es en primer lugar una realidad vivida, acontecida y en segundo lugar una realidad causada.
Por mucho que se quiera aplacar el hecho, la verdad es que la pobreza de los pueblos latinoamericanos les ha sido infligida por los diversos imperios que se han adueñado del continente —españoles, portugueses e ingleses ayer, Estados Unidos y aliados hoy—, bien sea a través de ejércitos o de sistemas económicos, -o a través de imposición de culturas y de visiones religiosas o en connivencia con los poderosos locales sostiene el padre Ellacuría-. La pobreza no es una categoría conceptual, es una realidad empírica que no se explica por voluntarismos imbéciles, o peor, como producto de decisiones individuales, como afirman algunos significantes: “son pobres porque no trabajan, o no quieren trabajar” lo que significa lisa y llanamente plantear la pobreza como una elección directa o indirecta y perversamente dar lugar a la cuestión ya ontológica de la libertad. ¡Quieren ser pobres! Y si quieren… ya no tienen que ver conmigo… es su decisión. Y en términos de Hegel en las relaciones individuo-sociedad el equilibrio inestable lo da la multiplicidad de voluntades que constituyen la historia humana, en criollo es lógico que haya pobres… o si prefieren es natural la pobreza… lo perverso es entonces que la pobreza es un problema de los pobres.
O incluso, lo que sostenía Freud, que el malestar es propio de la cultura en función de la inestabilidad del deseo en relación a la multiplicidad. ¿Habría un deseo inconsciente de querer ser pobre y explotado? ¡La pobreza es un problema del inconsciente de los pobres! Y ahí la obviedad del lenguaje parece coincidir, porque estamos aceptando que nos exploten y nos maten. La discusión le daría estupor al mismo Hobbes, pero el dilema es entre si la pobreza me la causo yo o es causada por otro. Si yo causo mi desgracia, mi desgracia es privada y obtengo la conmiseración del otro testigo de mi desgracia… pero si la causa otro, es injusticia, y en la injusticia todos estamos implicados como comunidad, lo que significa denunciar y trabajar para la justicia… existe una tercera opción: mentirse, es la más popular y es la que usan los medios que saben mucho de semiótica.
Pero la historia de cómo se guiona la realidad para poder vivir en la mentira es un poco más larga; pensemos en nuestra educación imperial. Vino España a Colonizarnos, a traernos su cultura y a compartir su fe y su ciencia, o sea vinieron a hacernos un bien. Los adelantados primeros, los gobernadores después y finalmente los virreyes. Pero pensemos los hechos más allá de los significantes imperiales que nos habitan. Los imperios no vinieron a traernos nada, vinieron a llevarse todo. El periodo conocido como de los adelantados fue el del saqueo. Se llevaron todo lo que había sobre la tierra de valor y dejaron la población originaria reducida al 15% de la real cuando llegaron. Cuando se acabó todo lo que estaba por sobre la tierra, viene el periodo de los gobernadores que es el periodo de la explotación. Hay que arrancarle a la tierra sus bienes (minas) pero no tenemos mano de obra… no importa vamos a las canteras de África y traigamos millones de negros para el trabajo sucio y esclavo. Y cuando se llevaron todo y mataron a todos los negros, llego el periodo del virreinato. Se repartieron lo que quedaba -que era la tierra- y nació el latifundio. Nuestro querido Sarmiento, a quien le debemos junto a Mitre nuestra historia pragmática e historiográfica afirma civilizadamente que los barbaros indios no sirven ni para abono. Esto es grave, pero lo perverso es que si civilizadamente se cree que es así, entonces… entonces se los puede matar… y si se los puede matar ya no son más dueños de nada y ¿entonces? Civilizadamente repartamos sus tierras…
Platón se preguntaba en su obra el Cratilo, si las palabras podían nombrar las cosas, ¡bueno Platón no pudo leer a Sarmiento! El significante civilizado es siempre muy buscado por su pedigré… ¡lo que es obvio!
Hasta aquí, tal vez sea un discutible comentario histórico, pero… aquí reside la perversidad de lo obvio y lo obtuso. El periodo virreinal no ha concluido, eso quieren que creamos, y se ha remozado el discurso de que vienen a ayudarnos… Y hay que reconocerles que están a años luz adelantados en semiótica, los explotados le creen… ¡pobre Platón!
Vemos como la literalidad de la moral esconde una ética perversa que se sostiene no por el imperio opresor, sino y sobre todo por los oprimidos.
Entender esto nos obliga a cuestionar la moral, lo cual parece perverso y proponer otra ética, lo cual siempre es revolucionario.
No es lo mismo saber que las cosas son así… (el lugar de lo obvio), que saber y sentir que son causadas por otro, diríamos causados por la ética del amo: alguien tiene una intención y yo soy su objeto. La ética del amo es la del esclavo en término hegeliano: para que exista el amo, debe existir el esclavo, el capitalismo es la madre de la creatura y el padre… aunque no se quiere hacer cargo de la creatura se llama neo-liberalismo. Pero… eso nos implica y nos hace responsables… no podemos mirar para el costado o para abajo… o sí: “Ojo que no mira más allá no ayuda el pie…”
Hay otra ética, la de la reciprocidad que debe en términos freudianos ser contestataria al padre. ¿Cómo?
No alcanza con discutir los hechos -posición moral- tenemos que discutir las actitudes, es decir de qué lado estamos –con los opresores o con los oprimidos- de hecho ¿que soy yo? Opresor u oprimido… Y no porque jale el gatillo o por que explote materialmente a alguien. Si digo que estos negros villeros no quieren trabajar por ejemplo… ¿Usaría el método de Sarmiento? ¿Y a quién beneficiaría? ¿Cuál es mi ética?
La posición política respecto del lenguaje moral en que me muevo dice de alguna manera de qué lado estoy y no es menor y no es gratis y esto es lo más difícil de entender, porque no es inocente; ahí… ninguno de nosotros puede ni debe ser inocente… lo que implica una ética alternativa a la perversión del sistema.
Si lo pensamos en términos cristianos es moralmente bueno rezar por los pobres y para que no haya injusticia, ¡pero no hay en esos actos implicación! Es algo que le está pasando a otros y yo me conmuevo… (la privacidad de la pobreza y la caridad como remedio) La ética cristiana, -no la moral cristiana- habla de construcción del reino de justicia, es activa y me implica y eso en América significa trabajar por la justicia y denunciar la injusticia.
La imagen de Silvio -que nos habita a la mayoría- es la que tenemos que sacudirnos si queremos vivir en la igualdad y reciprocidad, porque está claro que nadie vendrá a dárnosla porque sí; y muchos seguirán trabajando para que no nos demos cuenta: “Ojo que no mira más allá no ayuda el pie…”
Dejanos tu comentario