Por Ricardo Monetta

03 de Febrero de 1852: La batalla de Caseros o el "Juego de los Estancieros"

En los análisis de cualquier pasaje histórico, es necesario contextualizar el momento y las características fundamentales de los personajes que la protagonizan. También debe incluirse la interpretación que hacen los historiadores de acuerdo a su visión ideológica.
El Siglo XIX en nuestro país fue un siglo cruento, que se dilucidó en gran parte a través de enfrentamientos sangrientos, en un país que no terminaba de consolidarse como Nación. Por eso Urquiza y Rosas fueron dos protagonistas determinantes en el rumbo que tomaría la incipiente Nación, rumbo que fue sellado luego en 1861 con la batalla de Pavón.

Estas luchas intestinas demostraron la incapacidad de las clases dominantes para impulsar un desarrollo autónomo, desarrollo que debía incluir la democratización de la política, de industrialización, de separación de la Iglesia del estado, etc. Todas las fuerzas internas que se enfrentaron durante un siglo y medio no representaron auténticas opciones históricas de emancipación y soberanía política y económica. Es en ese contexto en que se desarrollan  las guerras civiles entre Unitarios y Federales, que tiene un capítulo más en la batalla de Caseros. Urquiza y Rosas eran dos Estancieros" sin ningún proyecto  distinto a la explotación agropecuaria. 

Volviendo un poco atrás, debemos decir que ante la avalancha de reformas con Rivadavia, el dominio de la burguesía comercial porteña y sus socios de ultramar, Ingleses y franceses, Rosas "aparece" como el "restaurador" del predominio de los estancieros que permitían el enriquecimiento y la consolidación de esta clase productora. El llamado restaurador expresaba un nacionalismo de "resistencia", defensivo, que tenía fobia a lo extranjero. Es cierto que defendía la independencia del país, pero de "su país". El de los estancieros porteños. Seguía aferrado a la economía de carne salada, que se vendía a los mercados esclavistas. En 1852 esos mercados se habían reducido notablemente. 

La batalla de la Vuelta de Obligado fue la máxima expresión simbólica de su nacionalismo conservador y anti extranjero, pero llegó el momento en que el sistema rosista ya no sirvió para conservar esa tradición y entró en conflicto con la misma "clase" que lo había sostenido.

A los que se sumó la hostilidad de los estancieros del Litoral, ya que los ganaderos entrerrianos, con Urquiza a la cabeza, estaban consagrados al desarrollo del ganado lanar, que la industria textil de Inglaterra reclama para su industria textil de exportación. por eso es que se necesitaba alterar la "situación política". También la burguesía mercantil porteña, clase improductiva e intermediaria hasta hoy, requerían la libre importación de las manufacturas británicas. En resumen, en 1852 ya nadie quería a Rosas: Los liberales porteños porque querían el librecambio y los ganaderos entrerrianos porque querían ubicar su producción lanar en Europa. Y los mismos" rosistas" porque querían  diversificar su producción y mantener el dominio del Puerto y de la Aduana , principal fuente de producción. Si hasta parece una postal de la actualidad, donde el interior reclama la coparticipación Federal. 

Urquiza representaba al militar del interior y federal, en quienes todos posaban su mirada como el hombre que podía cambiar la Historia. Recordemos también que Urquiza era un federal que aceptaba la política de Rosas, y que cada año le renueva el Poder de Representante de las Relaciones Exteriores de la Confederación. Entonces fue que el poder rosista empezó a resquebrajarse y la figura de Urquiza se convirtió en la única salida de sus opositores y de la oligarquía bonaerense que estaba harta del personalismo de  Rosas . Como la Historia sigue su curso inexorable, algo tenía que pasar y pasó Caseros. Fue una batalla que duró solo tres horas más o menos.

El llamado Ejército grande de Urquiza era un frente amplio compuesto por por los Unitarios  de la emigración ilustrada de Montevideo, por los románticos de la nueva generación que habían venerado a Esteban Echeverría, al joven Alberdi, por los ganaderos  del Litoral no porteño, por antiguos rosistas y por batallones brasileños  que Urquiza había logrado movilizar en favor de su cruzada. Ese Frente único de rosistas y anti-rosistas demuestra claramente, cómo por encima de sus diferencias, los sectores  federal y unitarios en que se dividía la clase  dirigente de Buenos Aires, eran por sobre todo miembros de la oligarquía metropolitana, unidos contra cualquier intento provinciano de despojarlos de sus privilegios y demuestra también el carácter  heterogéneo del partido Federal , dentro del cual se movían un partido Federal Porteño y otro del Interior y del Litoral, cuyo antagonismo era tan intenso como en la época de Rivadavia.

Luego de la batalla de Caseros, Urquiza estableció su cuartel general en los bosques de Palermo. Los fusilamientos son cotidianos, y los muertos se cuelgan de los árboles. Al entrar Urquiza en Bs.As, lo hizo al frente de sus tropas, y ante el espanto de los liberales porteños, no se privó de usar el cintillo federal. También desfilaron los batallones brasileños. Les hacía sentir a los porteños que él era un representante de los ganaderos del Litoral, una clase ascendente que afirma su alianza con la causa Federal del interior del país.

Por eso las luchas federales que habrían de sobrevivir luego de Caseros, deben entenderse así: ¿Desde dónde  se debe organizar el país? ¿ Desde Paraná o desde Buenos Aires? ¿Qué clase social llevará adelante el proceso? Los ganaderos bonaerenses y la burguesía mercantil del Puerto, o los ganaderos del Litoral como socios mayores de los intereses federales de las demás provincias? Este era el marco conceptual del futuro enfrentamiento entre Buenos Aires y Paraná. o mejor dicho entre Urquiza  y Mitre. Pero los porteños no lo querían a Urquiza. Lo ". Y así los viejos socios lo usaron" en favor de sus propios intereses. Y así los viejos  socios de Rosas establecen una alianza con los viejos unitarios. los hombres con ideas unitarias que en la era de Rosas se habían exiliado en Montevideo. O sea que para enfrentar a Rosas, la oligarquía porteña canceló la división entre unitarios y federales. Urquiza vino a romper con esa coalición de neto corte capitalista que se había apoderado de los derechos de Aduana, en detrimento del interior.

Luego, la desintegración del frente anti Rosista tuvo su primera manifestación inconfundible  cuando Buenos Aires se negó a participar de la Asamblea Constituyente convocada por Urquiza, de donde habría de salir la Constitución de 1853. La burguesía comercial porteña y los estancieros bonaerenses, superando las divisiones de rosistas y unitarios se unieron para impedir que la República se organizara bajo la dirección de los productores del Litoral, respaldados por los caudillos y las masas del interior. Tal era la política de Urquiza que constituía para los porteños un atentado contra la libertad de Buenos Aires de dominar todo el país y organizarlo todo bajo su dominio y explotación bajo una política dictatorial. Cuando la legislatura porteña debió tratar si aceptaba o no la política urquicista de organizar la Nación con un eje fuera de Bs.As., el comercio porteño cerró sus puertas y junto a los apéndices de la burguesía comercial, se volcaron a la Legislatura para manifestarse en contra del "dictador" entrerriano que pretendía dictar la organización del país sin el dominio de las clases dominantes bonaerenses. Los elevados "principios" de esta oligarquía ,cuando no, según los cuales al país lo unifica "ella" o no lo unifica nadie. Para ello contaban con dos opositores que hoy nos afligen con su nombres muchas calles y plazas del país para recordarnos en la posteridad, donde estaba el poder: Uno de ellos fue Vélez Sarsfield, el otro nada menos que Bartolomé Mitre.

Luego la Historia no contaría como Urquiza en 1861, en Pavón, consolida la hegemonía liberal hasta nuestros días. Pero ese es otro capítulo.