Por: Fernando Belottini
En realidad, el texto (quizás como todo texto) fue una creación grupal nacida de los procedimientos del Laboratorio de Experimentación Teatral II, que coordina la actriz y directora Rosario Correa, por lo que para escribir esta reseña no tuve más que ponerme el traje nuevo del espectador.
En definitiva, la dramaturgia es solo un elemento más. La verdad del teatro, pienso, transcurre en el momento en que se presentan los actores ante el público. Y esta obra comienza cuando la secretaria Margarita nos entrega un número para ingresar a la sala y la oficial López nos pide estar atentos al orden de la fila y respetar la secuencia de esos números para ubicarnos en torno a un escenario que en principio aparenta otra sala de espera, la de una oficina de Trámites Varios.
Pero antes de cualquier trámite, los personajes se preguntarán por la historia de ese pueblo remoto y devastado, que solo parece existir en la confusa memoria del maestro Benavidez; o en la de Susana, quien ansía que salga otro número, el de la quiniela; o del burócrata Lensina (con ese), ferviente defensor de la cultura de la espera y la soltería.
Y entre engorrosas gestiones de aquellos trámites, donde cada uno vuelca sus problemáticas, se van tejiendo cuadros de momentos de la vida de los habitantes de aquel pueblo. Como los de un tal Antonio, peón de campo, que pretende ganar el corazón de su prima Silvita, una trabajadora sexual con deseos de exiliarse; e Inés, alma errante que recorre el espinel cargando penas de amor.
En tono de tragicomedia, los deseos frustrados de cada quien van construyendo un destino colectivo desasosegado, a manera de espejo social de una Argentina que duele.
Esta obra de personajes bien delineados, que prescinde de una escenografía elaborada y rinde un claro homenaje a una de las propuestas de Grotowsky, la del actor como factotum del teatro, donde se evidencia un aprendido y consecuente compromiso, fue promocionada con timidez o recato como un ejercicio de “presencia escénica”. Sin embargo, podemos argumentar sin reservas que va mucho más allá de ese tópico: en su despliegue, fuimos testigos de lo que quizás hace a la esencia misma del devenir teatral: el juego, la ilusión, el misterio y una intencionada e inevitable metáfora del aquí y ahora que retumba en nuestro inconsciente colectivo.
Ojalá La Tierra rote por más escenarios, recreándose, recreando a un nuevo público que saldrá agradecido.
Concordia, 15 de agosto de 2025
Ficha técnica
Título: «La Tierra rota» (un trabajo sobre la presencia escénica del Laboratorio de Experimentación Teatral II)
Actúan: Diego Giménez, Ivana Machuca, Juan Menoni, Natalia Noir, Liliana Polastri, Juan Pablo Portugau, Sofía Quarroz y Andrea Vargas,
Sonido: Amadeo Zagaglia
Iluminación y Asistencia de Dirección: Sergio Calvo
Dirección General: Rosario Correa
Colaboraron en la musicalización Mariano Martínez y Lucas Salvarrey. Aportes a la dramaturgia: Fernando Belottini