POR : Horacio Verbitsky-elcohetealaluna
Mientras, su exiguo bloque de diputados se derrite por la visita en la cárcel como héroes de la libertad a los condenados por los peores crímenes cometidos en la historia, lo cual provocó el repudio unánime de las demás fuerzas políticas y un pedido de informes de la justicia a la ministra de Seguridad, Patio Bullrich. Y el país se hunde en la estanflación: las caídas de ventas y de consumo del primer semestre de Milei son peores que las de la Gran Depresión de Estados Unidos de hace casi un siglo. Pero aun así, el índice de inflación mensual duplica el anual del denominado País Líder del Mundo Libre. Y el gobierno lo celebra como un gran logro. Los malabares financieros ante el semáforo en rojo de la economía, inducen a preguntarse si no ha comenzado ya la reversión del carry trade y la estampida hacia la puerta 12, como en 2001 y 2018, cuando se llevaron puestos a los dos gobiernos neoliberales previos al actual. Ante este post del Ministro de Economía Luis Caputo, la ex Presidenta CFK le respondio:
Los pesos emitidos son por compras en el Mulc.
El objetivo siempre fue secar la plaza de pesos. Lo digo desde la primer entrevista, pero bueno, todavía algunos no se convencen.
La realidad probará que en breve la gente va a tener que vender dólares para pagar impuestos y
el… https://t.co/2LaEuYOvdL— totocaputo (@LuisCaputoAR) July 19, 2024
¿Cómo dijo señor Ministro?
¿No era que los impuestos eran un robo del Estado, el peso un excremento y el dólar, la moneda que le iban a dar a los argentinos…?
Más perdidos que turco en la neblina. pic.twitter.com/y2B7Fa3jR4
— Cristina Kirchner (@CFKArgentina) July 19, 2024
El Presidente cerró la semana con una entrevista concedida al interrogador más afín, y enfrentó de modo frontal al Fondo Monetario Internacional, blanqueando que la relación está al borde de la ruptura con un organismo que Milei denuncia conspirativo en su contra y demasiado a su izquierda. Además acusó a banqueros y empresarios de golpistas, lo cual transparenta la fragilidad de su propia posición. Son demasiadas cosas para que «Kari las arregle».
Café vienés
Hay algo peor que la actual estanflación. En abril, ante la Fundación Libertad, Milei recomendó el libro Defendiendo la deflación, del joven microeconomista alemán que enseña la escuela austríaca en Madrid, Philipp Bagus. Lo recordó en el diario La Nación su columnista principal, Carlos Pagni. Bagus, quien también escribió La tragedia del euro, sostiene que la deflación es buena porque reduce los precios y redistribuye los beneficios del crecimiento económico. Según Bagus, «para reducir el desempleo hace falta un mercado laboral muy flexible para que los salarios puedan bajar». Pero la experiencia argentina de la década de 1990 no tiene sabor a café vienés: por el contrario, a la mayor caída del salario correspondió el máximo desempleo. Kusnets volvé, te perdonamos.
Con pocos días de diferencia dio a conocer su opinión sobre el tema el Premio Nobel de Economía de 2008, Paul Krugman, en su habitual columna en el diario New York Times. No lo hizo en referencia a la Argentina, sino a la plataforma del Partido Republicano de su país, que postula End the Inflation and Make America Affordable Again, algo así como «Terminar con la inflación y hacer Estados Unidos accesible otra vez». Krugman se pregunta si es posible y si es deseable. Su respuesta es negativa y le complace lo que llama el aterrizaje suave, que «combina baja inflación con bajo desempleo». Recuerda que con la inflación no suben sólo los precios, sino también los salarios, cosa que la generalidad de la gente no tiene presente. Y lo mismo, pero a la inversa ocurre con la deflación. La clave está en la proporción. Krugman añade que imponer una deflación significativa conduce también a una desocupación muy alta. Estados Unidos experimentó una fuerte deflación después de la Primera Guerra Mundial y otra enorme en los primeros años de la Gran Depresión. Por eso, la deflación ha sido muy rara en las economías modernas después de la Segunda Guerra Mundial, salvo el caso especial de Japón.
Durante la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña abandonó el patrón oro y padeció una sustancial inflación. Al terminar el conflicto, el Ministro de Hacienda, «un tipo que se llamaba Winston Churchill», volvió a atar la libra esterlina al oro. Aquello ocurrió en 1924, en el primer presupuesto que Churchill envió a Westminster, donde funcionan las dos cámaras del Parlamento. Fue un experimento precursor de la convertibilidad de Menem y Cavallo, donde en vez de oro la economía se anudó el dólar al cuello, con efectos parecidos.
En su ensayo The Economic Consequences of Mr. Churchill, John Maynard Keynes sostuvo que era una pésima idea. «Y tuvo razón», dice Krugman: «Volver al viejo precio en oro de la libra requirió hacer Gran Bretaña accesible otra vez, es decir someterla a un sostenido proceso de deflación. Como resultado, mientras Estados Unidos gozaba de los Años Locos, Gran Bretaña permaneció en persistente depresión». Una caricatura de la célebre London Charivari alude a esas consecuencias.
Krugman cree que es difícil producir una deflación porque con «cualquier caída importante de los precios también requiere una gran caída de los salarios, y los salarios son muy difíciles de recortar, incluso si los trabajadores no están sindicalizados». Su conclusión es que tanto precios como salarios tienen una rigidez nominal a la baja.
La excepción griega
Lo más interesante es la excepción que según Krugman confirma la regla: la denominada «devaluación interna de Grecia», que «logró recortes salariales sustanciales, pero sólo a costa de un desempleo increíblemente alto». Lo ejemplifica con este tremendo gráfico, que hay que mirar con detenimiento: el desempleo superó el 25% (como en la Argentina de la post-convertibilidad) mientras los salarios perdieron más del 15% de su valor.
Ahora volvamos a la Argentina, como con frecuencia lo hace Milei. En su extenso discurso durante la gélida madrugada del 9 de julio en la casa histórica de Tucumán, el Presidente dijo que «tiene que ser posible para las empresas despedir sin enfrentar un litigio infernal». Comer y descomer, como dijo el primer secretario de empleo que Paolo Rocca le prestó al Estado, cuando gobernaba Maurizio Macrì. Es la vieja melodía que las clases dominantes entonan desde 1955 y que también tararea el actual responsable de Trabajo, otro ex gerente de Techint. El discurso oficial sostiene que para que haya más trabajadores debe haber más empresas. Pero desde que asumió Milei, bajaron las persianas entre 3.500 (según CEPA) y 10.000, de acuerdo con la Asociación de Empresarios y Empresarias Nacionales para el Desarrollo Argentino (ENAC).
La semana pasada nos referimos al estudio realizado por los investigadores de CIFRA y del Área de Economía y Tecnología de FLACSO, Pablo Manzanelli y Leandro Amoretti, sobre las superganancias obtenidas por las mayores empresas en el primer trimestre de este año, de hasta el 80% sobre sus ventas, según este impactante detalle.
Esta semana, complementó aquel trabajo Mariana González, la experta laboral del mismo equipo creado por Eduardo Basualdo. Su conciso informe sobre la evolución del salario mínimo muestra la otra cara de la misma moneda. Califica su caída de «brutal» en lo que va del actual gobierno, con un poder de compra 32,1% menor del que tenía en noviembre de 2023. En febrero y mayo, la Secretaría de Trabajo laudó en las dos reuniones del Consejo Nacional del Empleo, la Productividad y el Salario Mínimo, Vital y Móvil, aumentos nominales del 60,5% respecto de noviembre de 2023, contra una inflación superior al 136%. Esta pérdida real de un tercio en el salario mínimo debe sumarse a las importantes reducciones del último año de gobierno de Macrì y los dos primeros del Doctor Fernández. Tomando todo en consideración, el salario mínimo real de este mes de julio de 2024, está 43,0% por debajo del nivel que tenía al terminar el gobierno de Cambiemos, y 56,4% por debajo del que dejó CFK en noviembre de 2015. Acá podés ver el trabajo completo. Ante la mezquina oferta de la Unión Industrial y el rechazo de la representación unificada CGT-CTA, el jueves fracasó la última reunión del Consejo, por lo que volverá a decidir el gobierno por decreto.
Hay otras comparaciones muy fuertes: el valor actual del salario mínimo es inferior incluso al vigente durante la mayor parte de la década de 1990. Que desaparezca ese piso salarial es lo que procuran los gobiernos empeñados en la desregulación y flexibilización del mercado de trabajo. Si la comparación del salario mínimo se hace con las líneas de pobreza y de indigencia, el actual sólo alcanza para comprar el 56,8% de la canasta básica de alimentos que define la línea de indigencia para una familia tipo y un 25,6% de la canasta de pobreza. Estas son relaciones equivalentes a las de la crisis final de la convertibilidad en 2001/2002. Si el salario mínimo no hubiera padecido esas pérdidas desde fines de 2015, este mes no sería de 234.215 pesos sino de 540.000, y hubiese representado más del 143% sobre la canasta básica alimentaria aludida. Es el más bajo en tres décadas:
No sólo CIFRA y FLACSO. Según Bloomberg, «la drástica reforma económica del Presidente Javier Milei ha disparado la desigualdad de ingresos en Argentina, poniendo a prueba hasta dónde pueden soportar sus electores su terapia de shock. Los salarios de la numerosa fuerza laboral informal del país aumentaron un 136% interanual en abril, casi la mitad de la tasa de crecimiento del 248% registrada entre los trabajadores asalariados del sector privado formal. Los sueldos de ambos sectores no solo son incapaces de seguir el ritmo de una inflación del 272% anual, sino que están agravando la disparidad de ingresos en una nación donde el 42% de su población ya vivía en la pobreza el año pasado». La agencia del ex alcalde de Nueva York agrega que el coeficiente de Gini, una medida global de la desigualdad de ingresos, «se disparó a principios de 2024 a su nivel más alto desde 2005, cuando Argentina se recuperaba de una de sus peores crisis».
Juegos de palabras
En su comentario, Pagni explica por qué el Presidente no trepida en arrojar por la ventana a quienes señalan lo insoportable de la recesión y reclaman que se vuelva a devaluar el peso, como los «traidores» y los «prebendarios» que según la florida verba mileica intentan tocarle el culo al sobrino de Rolando Hanglin que conduce la economía hacia la próxima catástrofe. Dice que los Hermanos Milei no quieren «exponerse a una regresión inflacionaria para evitar la recesión, porque los costos de la recesión aparecen con más lentitud que los de la reposición de la inflación». Piensan que «si se relanza la carrera de los precios, la caída de popularidad del Presidente sería instantánea. En cambio, si lo que ocurre es un deterioro de la situación socio-laboral, la erosión sería paulatina». Cita el ejemplo de Carlos Menem: «En 1995 el electorado agradeció el fin de la inflación reeligiendo al Presidente, sin escuchar a los que describían, con absoluto apego a la verdad, que la producción se estaba desplomando. De hecho, al mes de aquellas elecciones se supo que el índice de desocupación había alcanzado el 18,6%».
La decisión del FMI de no arrojar más billetes verdes al flamígero barril argentino sin fondo cuestiona si esa preferencia por la recesión está al alcance del gobierno. Que el ministro Caputo le haya encajado los puts a los bancos es apenas una escala en la ruta hacia el caput de esta prestidigitación que parecerá audaz hasta el minuto previo al derrumbe. El ex amigo presidencial y experto en finanzas Carlos Maslatón sentenció que «la cancelación forzosa por el BCRA de los derechos de venta que emitió sobre bonos del estado nacional, en favor del sistema financiero, es el inicio del default de la deuda pública por parte de Caputo y Milei». Agregó que «es lo mismo que el incumplimiento de una compañía de seguros que, ante el siniestro, te dice no te pago, pero te devuelvo la plata de la póliza». Con el despecho de un amor abandonado, concluyó que «fracasaron todos los planes económicos y medidas delirantes» del Presidente y su ministro. «De Caputo podía esperarse lo peor porque hizo lo mismo con Macri. Pero Milei colapsa por aplicar todo lo opuesto de lo que prometió y por adherir a las peores políticas antiliberales que encontró para oprimir y empobrecer al pueblo»,
La relación de estas operaciones compulsivas con el liberalismo es más negativa que las reservas del Banco Central, que el ministro está dilapidando para garantizar el negocio financiero de sus amigos. «Economía del desastre» se titula el último documento del Foro de Economía y Trabajo, en el que participan varios columnistas del Cohete y que se puede leer en esta edición. Aquí basta con citar su conclusión:
«Las últimas medidas anunciadas por el Ministerio de Economía y el Banco Central, disponen el uso de las reservas del Banco Central para intervenir el mercado financiero. Los dólares disponibles se venden en el CCL, por lo que aseguran a los fondos de inversión de afuera junto a corporaciones económicas que operan en el país, el acceso a estos dólares. De esta manera, Luis Caputo y el BCRA le están asegurando a los fondos financieros que ingresaron luego de la devaluación de diciembre de 2023, la salida del país luego de haber usufructuado la bicicleta financiera tras la última devaluación. Al no devaluar, Caputo está asegurando que sus habituales clientes que entraron a hacer tasa en dólares, puedan realizar sus ganancias y pasarse de pesos a dólares, para salir del país. Es decir, el Ministerio de Economía y el BCRA, manteniendo el volumen y precio del CCL facilitan que los Fondos de Inversión saquen todos los dólares resultantes de sus inversiones especulativas. Esto induce a concluir que las reservas del BCRA bajarán hasta que estos grandes especuladores puedan salir de la Argentina, llegando a un nivel de reservas mínimo que no deje otro camino que la renuncia de Caputo y su equipo económico, para luego producir una mega devaluación con un mayor ajuste fiscal. Esto potenciará, hacia magnitudes sin precedentes, la crisis económica, social y política que estamos atravesando». La pregunta es si este proceso no entró ya en su etapa final.
El documento también menciona el pedido de información del Secretario General de la Asociación Bancaria, Sergio Palazzo, al Presidente del BCRA, Santiago Bausili: si es cierto que en junio de 2024 «fueron enviados lingotes de oro de las Reservas Internacionales de la autoridad monetaria al Banco de Basilea o a otra institución del exterior, como prenda o cesión en caución, para recibir como contrapartida un crédito en divisas. Se estima que el Banco Central tiene en oro alrededor de 4.700 millones de dólares, de los cuales en el Banco de Basilea ya habría el equivalente a unos 500 millones de dólares, más los 450 millones que se sospecha se trasladaron ahora. El también Diputado Nacional solicitó saber si esto es así, si hubo un Acta de Directorio del Banco Central, si se abrió el expediente correspondiente, si se le comunicó a la Sindicatura del BCRA, y en base a que atribuciones y facultades se adoptó la medida, y por qué razones». Difícil encontrar mejor definición de rascar el fondo de la olla.
Dentro de la confusión general, no respondió Bausili sino Caputo, en términos de absoluta imprecisión. En una nueva entrevista con La Nación no satisfizo ninguna de las cuestiones planteadas, salvo que una cantidad indeterminada de oro salió del país para obtener lo que llamó «un retorno». Pero ni una palabra sobre quién se lo apropiará o si hay riesgo de embargos.
Salí al balcón, mi querida mariposa
Después de la tonta pelea entre los Presidentes de España y la Argentina, ambos intentaron capitalizar en su beneficio político las victorias de sus respectivos equipos de fútbol, merecidos campeones de Europa y de América. A ninguno le fue bien. A Pedro Sánchez no le permitieron ir al vestuario a festejar el pase a la final luego del partido con Alemania y cuando los recibió en La Moncloa, le hicieron un público desdén, con la mano floja y mirando hacia otro lado. Algo más prudente, Milei solo padeció el desplante del rechazo a su invitación para que los ídolos saludaran desde el balcón de la Casa Rosada. Pero su gobierno se enredó en otra tontería, a raíz del festejo en el ómnibus que conducía a los jugadores después de ganar la Copa en Miami. Con la euforia del triunfo entonaron un clásico que se había estrenado en 2022 en Qatar, cuando los mismos muchachos vencieron a Francia en la final del torneo del mundo:
Escuchen,
corran la bola,
juegan en Francia,
pero son todos de Angola.
Qué lindo es, van a correr,
son cometrabas como el puto de Mbappé.
Su vieja es nigeriana,
su viejo camerunés,
pero en el documento,
nacionalidad francés.
La letra racista, xenófoba, homofóbica y transfóbica fue vista y oída en directo por las redes antisociales del mediocampista Enzo Fernández, con once millones de seguidores, hasta que un compañero más atinado le advirtió que cortara el show. El impecable arrepentimiento de Fernández no aplacó la tormenta: «Quiero pedir disculpas sinceramente por un video publicado en mi Instagram durante las celebraciones de la Selección. La canción incluye un lenguaje muy ofensivo y no hay absolutamente ninguna excusa para estas palabras. Me opongo a la discriminación en todas sus formas y me disculpo por quedar atrapado en la euforia de nuestras celebraciones de la Copa América. Ese video, ese momento, esas palabras, no reflejan mis creencias ni mi carácter. Lo siento de verdad», escribió en esas mismas redes el jugador que comparte el plantel del equipo británico Chelsea con siete futbolistas franceses hijos de inmigrantes congoleños, senegaleses, nigerianos, marfileño y de Martinica. La mayoría de ellos lo repudiaron y sólo uno, el senegalés Nicolás Jackson, lo defendió. Lo hizo de la mejor manera posible, sin palabras pero con una ternura de video en el que Fernández juega con un nene de 2 años, cuyo padre dijo que le alegró la vida.
Pero el club ya había dispuesto iniciar una investigación, y la Federación Francesa de Fútbol acompañó una copia del video a la denuncia que presentó a la FIFA. La AFA argentina había sido sancionada con una multa de 20.000 dólares en 2016 durante las eliminatorias al mundial de Rusia, por cantos similares de su hinchada. Esta vez la sanción podría quintuplicarse y, además, acarrear suspensiones a Enzo y tal vez a otros jugadores. Esta incapacidad de tener la fiesta en paz se agravó cuando el Subsecretario de Deportes, Julio Garro, dijo que Lionel Messi debería pedir disculpas por el exabrupto, el jefe de gabinete Guillermo Francos opinó que era una buena idea, y la Oficina del Presidente informó la cesantía de Garro con un notable argumento libertario: «Ningún gobierno puede decirle qué comentar, qué pensar o qué hacer a la Selección Argentina Campeona del Mundo y Bicampeona de América, ni a ningún otro ciudadano» (que es lo que Milei hace a diario).
Saltó entonces la Vicepresidenta Victoria Villarruel con un trepidante posteo en sus redes: «Ningún país colonialista nos va a amedrentar por una canción de cancha ni por decir las verdades que no se quieren admitir. Basta de simular indignación, hipócritas. Enzo yo te banco, Messi gracias por todo! ¡Argentinos siempre con la frente alta! ¡Viva la Argentinidad!». Antes, postuló que la Argentina «se hizo con el sudor y el coraje de los indios, los europeos, los criollos y los negros como Remedios del Valle, el Sargento Cabral y Bernardo de Monteagudo», con ilustraciones de revista infantil de los morenos invocados.
La Hermana Presidencial, que no se lleva bien con la Vicepresidenta, partió rauda hacia la embajada para ver al titular, Romain Nadal. El trascendido oficial sostiene que la Zarina se disculpó por la caracterización como colonialista de Francia, donde su hermano tiene previsto viajar esta semana para asistir a los juegos olímpicos, pero no menciona excusas por la musicalización del ómnibus nacional. Lo más hilarante fue la conferencia de prensa del vocero presidencial, quien explicó que «el desafortunado comentario de Villarruel» no expresaba la posición del gobierno, pero que no hay desacuerdos entre el Presidente y la Vice. ¿No?
Notas de color
El asunto tiene raíces antiguas en Francia. En 1996, el ex paracaidista en la guerra de Argelia y fundador del Frente Nacional, Jean-Marie Le Pen, había cuestionado la composición racial del equipo de fútbol, donde se notaban las primeras notas de color y lo reiteró dos años después, cuando Les Bleus obtuvieron su primer campeonato mundial.
En algunos momentos de la reciente Eurocopa, Francia llegó a tener sólo dos jugadores de piel blanca en la cancha, Antoine Griezmann y Teo Hernández. En distintas proporciones el fenómeno se repite en otros equipos de Europa y de América, como Gran Bretaña, Alemania, Austria, Suiza, Canadá, Venezuela, Panamá, Colombia y Ecuador. La Argentina, junto con Uruguay, Chile e Italia, fueron en estos días los únicos equipos only white. La blancura del cono sur de América fue el panegírico racista que acuñó hace casi medio siglo el embajador argentino en la UNESCO, Víctor Massuh.
La cuestión tiene arraigo profundo en diversos lugares del mundo y las canchas de fútbol son un lugar privilegiado de exposición. Mario Balotelli en Italia, Vini Jr. en España lo han padecido y denunciado. Los árbitros argentinos detienen los partidos cuando se escuchan cánticos antisemitas en los partidos de Atlanta o contra paraguas y bolitas en los de Boca Juniors.
Pero no sólo en las canchas. Hace 24 años, en su radio Diez y en su revista La Primera, Daniel Hadad denunció una «invasión silenciosa» de migrantes de países vecinos, tal como ahora hace Miguel Pichetto. Hadad los acusó de robar el trabajo, la seguridad y el lugar en los hospitales a los argentinos de siempre. Hasta trucó una foto de tapa, borrando un diente del boliviano retratado, para tornarlo más amenazante. Como se sabe, el empresario proviene de una familia patricia, arraigada desde hace siglos en el país y naturalmente molesta por la llegada a esta bendita tierra criolla de advenedizos foráneos, de tez oscura y apellidos extraños.
Esta semana, en una de las señales noticiosas por cable, un guacamayo oficialista comentó el caso de Enzo Fernández en forma risueña y acotó: «No se da cuenta que en Europa se lo toman en serio». Un colega no menos a la derecha que él, pero con mayor antigüedad, lo rectificó: «Aquí también».