Victoria Villarruel sabe que la derrota es inevitable: la mayoría abrumadora que la oposición logró juntar en Diputados – 162 votos a favor vs 72 en contra – se replicará en el Senado. Solo es cuestión de tiempo. Y cuando eso suceda se abrirá un frente de conflicto incómodo para el oficialismo, ya que Milei vetará la ley apenas se sancione. Una ley que incrementa en un 8,1 por ciento las jubilaciones – además de incluir la variable salarial en el cálculo de movilidad jubilatoria y una cláusula gatillo para que el haber mínimo nunca pueda estar debajo de la Canasta Básica del Adulto Mayor – en un contexto de brutal pérdida del poder adquisitivo de los jubilados. Una medida impopular que Milei difícilmente podrá maquillar con su discurso fiscalista y que, además, abrirá una nueva línea directa de conflicto con la oposición que le viene acompañando todas sus leyes.
El insulto de Milei post aprobación del proyecto – «degenerados fiscales» los llamó luego de que les diputades aprobaran con más de dos tercios la reforma de la movilidad jubilatoria – no cayó bien ni en el radicalismo ni el pichettismo. «El presidente no está en una posición para hacer lo que quiera», le advirtió un importante armador de Hacemos Coalición Federal a Martín Menem, en su momento. Y es que en la oposición amigable están con ganas de marcarle la cancha a Milei hace tiempo y la amenaza del veto a una ley que pretende beneficiar a los jubilados es la excusa perfecta para activar algunos debates que los aliados del oficialismo venían pisando. El rechazo del mega DNU es uno de ellos.
El oficialismo, por lo tanto, pretende aplazar aquel dolor de cabeza lo más posible. Al menos hasta que Milei pueda celebrar la sanción de sus dos leyes con los gobernadores en Tucumán el 9 de abril. Este mensaje fue recibido con claridad en el Senado, en donde todavía no ha habido ningún movimiento en las dos comisiones que deberían tratar el proyecto de movilidad jubilatoria: Presupuesto, presidido por Ezequiel Atauche (LLA), y Trabajo y Previsión Social, presidido por Carmen Álvarez Rivero (PRO).
La agenda de la semana que viene, de momento, es monopolizada solo por una convocatoria de la comisión de Acuerdos para tratar varios pliegos militares y diplomáticos. El gobierno está preparando, así, el terreno para tratar los pliegos de Ariel Lijo y Manuel García Mansilla para la Corte Suprema. Todavía no hay acuerdo para ninguno de los dos candidatos – aunque Lijo es quien goza de más apoyo, especialmente dentro del peronismo -, por lo que el oficialismo avanza de a poco.
Internas y rispideces
Villarruel tiene a su favor que la oposición se encuentra atomizada y peleada entre sí tras la sanción de la Ley Bases. UxP no le perdona a la jujeña Carolina Moisés haber acompañado el RIGI en la votación en particular y las recriminaciones – públicas y privadas – son moneda corriente. Y los otroras aliados Edgardo Kueider y Carlos «Camau» Espínola se convirtieron, hoy por hoy, en «enemigos del pueblo». La furia con los ex integrantes del Frente de Todos – a quienes se buscará expulsar del PJ – es abrasiva: el diálogo está roto, en UxP consideran que son «traidores que solo obedecen las órdenes de Villarruel» y no los cuentan para ninguna mayoría opositora en el futuro. «Tenemos más esperanza en el equipo de Lousteau que en estos dos, que solo quieren plata», mascullaba con furia un senador del peronismo más tradicional.
En el peronismo esperan, por estas horas, que el radicalismo mueva primero. Saben que la sanción efectiva del proyecto depende de que se sume todo el radicalismo, ya que solo así podrán arrimarse a los dos tercios necesarios para blindar el proyecto del veto presidencial. Si a los 33 senadores de UxP se le suman los 13 radicales, la oposición se encontraría a solo dos votos de alcanzar los dos tercios del recinto. Ahí podían sumar los votos de Misiones, Río Negro o, incluso, Córdoba, pero, de momento, prevalece la desconfianza. «Acá llama un gobernador y se desbarata todo», se quejan en UxP. Nadie confía en nadie.
Parte de la UCR, mientras tanto, se encuentra presionando públicamente a sus compañeros radicales en Diputados para que acepten los cambios que negociaron en el Senado para la Ley Bases. Varios senadores están furiosos con el gobierno nacional y amenazan con hacerle la vida imposible si traicionan los acuerdos que se habían tejido en algunos capítulos (como el de privatizaciones). Estos legisladores son los mismos que buscarán presionar la semana que viene para que el oficialismo convoque a un plenario de comisiones para tratar la reforma de la movilidad jubilatoria. Dan por hecho que se conseguirá el número para la sanción y que será una dura derrota para el gobierno.
Fuente: Pagina 12