Por ese gran maestro que es la Historia, sabemos que el antiguo colonialismo fue una manera de cómo las potencias europeas primero, y de América del Norte después, utilizaron esta forma de apropiación ilegal de tierras y riquezas para la acumulación de poder. Así que luego, en nuestra América del Sur, surgieron las luchas de las Independencias con suertes varias. En nuestra Patria hubo seres con conciencia patriótica que dieron su vida y honor por sostener la famosa Independencia y sus formas de libertad de sus propias decisiones. Fue entonces que tanto San Martín, Belgrano y los hombres de Mayo de 1810 escribieron la Historia que luego no supimos defender.
Dicho esto, en estos tiempos de tanto vasallaje impuro, nos enteramos de que el jefe del Comando Sur de EE.UU., almirante Alvin Hosley, viajó a nuestro país para la Conferencia de Defensa de Sudamérica (impuesta por ellos), que reúne a líderes de Defensa y Seguridad. Hay que recordar que EE.UU. es una potencia en repliegue, en plena decadencia económica, militar y moral, que no puede imponer condiciones cuando enfrenta a iguales como Rusia o China. Pero sí se atreve en un acto de injerencismo brutal, con antiguos aliados, parasitándolos para suplir sus carencias de recursos naturales.
Para eso celebró esa conferencia, en la que su expositor, jefe del Comando Sur, sostuvo que hay que “demonizar” a China. ¿Por qué? Porque su presencia e influencia tienen consecuencias, según el almirante Hosley, de gran alcance en todos los dominios, particularmente en el Cono Sur, donde hay líneas marítimas vitales de comunicación, como el Estrecho de Magallanes y el Pasaje de Drake, que funcionan como cuellos de botella estratégicos que podrían ser utilizados por el Partido Comunista Chino (¡qué horror!) y desafiar la soberanía de “nuestras” naciones para la neutralidad de la Antártida.
Habría que recordarle al almirante yanqui que ningún país de Sudamérica iría a proponerle cómo manejar el Estrecho de Bering, que separa a EE.UU. de Rusia, su enemigo. Pero esto no es más que una avanzada que se complementa con el despliegue del Comando Sur en el Mar Caribe, con la amenaza explícita de una intervención militar en Venezuela para forzar un cambio de régimen, ya que fracasan las elecciones fraguadas y financiadas por la CIA para imponer a un exagente de la CIA, Antonio Gonzales, y a un grupo de mercenarios contratados, como es su estilo.
El 7 de agosto, el gobierno de EE.UU. elevó a U$S 50 millones la recompensa por la detención de Nicolás Maduro, al que acusan de ser el líder del cartel de los Soles. Solo un día después, porque es tanta la desesperación de Trump por el petróleo, el New York Times informó sobre un decreto de Donald Trump que autorizaba al Pentágono a intervenir en territorio extranjero (¡ojo! esto es un mensaje para todos los países) para combatir el narcotráfico. Insólito el “maquillaje” del lenguaje. Así invadieron Afganistán y terminaron escapando agarrados a las colas de los aviones.
Ya hay frente a las costas de Venezuela tres buques destructores equipados con misiles guiados. El operativo involucra a 4.000 efectivos militares, entre marines, aviones de espionaje tipo Poseidón y otras naves de guerra. Un portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, dijo que “el gobierno de Maduro no es el de un presidente legítimo de Venezuela”. Y yo le preguntaría a esa anunciadora: ¿qué legitimidad tiene Vladimir Zelemsky en Ucrania, cuando emergió de un golpe de Estado auspiciado por la CIA y cuyo mandato expiró en mayo de 2024? Son caraduras. No saben cómo disfrazar los atropellos que siempre utilizaron como modo de dominación.
Otro funcionario dijo que el proceso puede durar varios meses y que el despliegue militar no solo va a utilizarse para operaciones de inteligencia y vigilancia sino, y esto es lo más grave, como plataforma de ataques selectivos en territorios sudamericanos si fuera necesario.
Esta amenaza es extensiva a CUALQUIER forma de resistencia política, legal o ilegal, que vaya contra los planes del sheriff Donald Trump. En otro sentido, el recurso absurdo de equiparar la disidencia con el delito para perseguir a opositores como si fueran criminales, es el mismo que instala el gobierno argentino del “Tartufo” Ejecutivo cada vez que denuncia un golpe de Estado por las manifestaciones pacíficas o por las sesiones parlamentarias que no salen como el régimen quiere, por su incompetencia manifiesta. Es la misma lógica sobre la que se construyó la Ley Antimafia de Patricia Bullrich.
Milei es clave para el despliegue de fuerzas de ocupación. Por eso las privatizaciones a mansalva, rifando y entregando la Soberanía Nacional, son un delito político que tiene que originar un movimiento de resistencia popular con conciencia nacional. Hubo un momento de resistencia a la colonización política en noviembre de 2005, teniendo como escenario a la ciudad de Mar del Plata, cuando desembarcaron con la delegación de los EE.UU. George Bush, Condoleezza Rice y otros ejecutivos de primera línea, en la Cumbre de las Américas.
El motivo formal era “crear trabajo para enfrentar la pobreza (sic) y fortalecer la gobernabilidad democrática”. Verso a verso dijo el poeta… El verdadero objetivo era descongelar el ALCA, que estaba hibernando desde hacía dos años. Pero el entonces presidente Néstor Kirchner se plantó y dijo: “No es motivo de esta cumbre”. Fue entonces que el presidente de EE.UU. se acercó al presidente mexicano Vicente Fox (que de gerente de Coca-Cola pasó a presidente) y le dio la mano. Era una especie de Mauricio Macri azteca, ya que lo que antes se hacía por detrás del escenario, ahora se concretaba bajo los reflectores y las cámaras.
Los países del MERCOSUR, con diferente apasionamiento y con el respaldo de Venezuela, junto a Lula da Silva, Hugo Chávez y Evo Morales, libraron una batalla y finalmente el protocolo del ALCA quedó enterrado. El presidente argentino Néstor Kirchner tomó a George Bush de la manga del saco y le dijo: “Aquí no nos gusta que nos patoteen”. El ALCA era una llave maestra para consumar el despojo total en medio de la euforia neoliberal de entonces y suponía una rendición incondicional.
La pregunta es: ¿por qué carajo no pudimos reproducir políticos con esa estirpe de nacionalismo puro? ¿Es que ha llegado tan bajo la degradación política y moral de nuestro pueblo que nadie se atreve a levantar las banderas de la soberanía nacional cuando el nuevo colonialismo está a las puertas de la República?
Habrá que decirle al pueblo que si te comportas como una alfombra, no te quejes si te pisan. No olvidemos: la Patria no se vende, aunque cipayos hubo siempre.
Como dijo San Martín: “Seamos libres, aunque andemos en pelotas…”