Según el Ranking de Competitividad Global 2025 elaborado por el Instituto para el Desarrollo Empresarial (IMD), Argentina se ubica nuevamente entre los países con menor competitividad del mundo, superando apenas a Eslovaquia, Sudáfrica, Mongolia, Turquía, Nigeria, Namibia y Venezuela.
Pese a haber subido cuatro lugares respecto del año anterior —cuando figuraba en el puesto 66—, el informe advierte que el país continúa rezagado en materia de estabilidad macroeconómica, eficiencia gubernamental y calidad institucional, factores clave para el desarrollo de la producción y la inversión.
Qué mide la competitividad y por qué importa
La competitividad de un país refleja su capacidad para producir y comerciar bienes y servicios de manera eficiente, generando valor sin perder ingresos.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) la define como “la calidad del ambiente de inversión y el aumento de la productividad en un medio de estabilidad macroeconómica y de integración en la economía regional”.
Más allá de las ventajas naturales —como el suelo y el clima para la producción agropecuaria—, los especialistas señalan que la competitividad depende de factores estructurales: infraestructura, estabilidad de precios, sistema impositivo, mercado laboral, acceso a crédito, innovación y calidad institucional.
Por ejemplo, un país con abundancia de recursos puede perder competitividad si enfrenta altos costos logísticos o impositivos que encarecen la producción frente a sus competidores.
Argentina: leve mejora, pero desde niveles muy bajos
El IMD, con sede en Suiza y fundado en 1946, evalúa la capacidad de los países para generar y mantener entornos favorables para la inversión a partir de más de 300 indicadores.
En su último informe, el instituto señala que Argentina mostró una leve mejora en los rubros eficiencia empresarial e infraestructura, aunque se mantiene en los últimos lugares en desempeño económico y eficiencia gubernamental.
Entre las recomendaciones, el organismo sugiere “continuar con el programa de estabilización de precios y liberalización del tipo de cambio, impulsar el empleo formal, invertir en infraestructura y fortalecer la administración pública y el Estado de derecho”.
Desde la Universidad Católica Argentina (UCA) —encargada de procesar los datos locales— remarcaron que, aunque persisten los desequilibrios macroeconómicos, se observan “mejoras en las expectativas empresariales y en la capacidad de atraer capital, lo que podría apuntar a un entorno más dinámico”.
Fortalezas y debilidades del país
Un informe de la consultora Invecq, dirigida por el economista Esteban Domecq, complementa el diagnóstico del IMD y ubica a la Argentina con fortalezas en:
– Acceso a recursos naturales,
– Tamaño del mercado interno,
– Capacidad de investigación y desarrollo,
– Adopción de nuevas tecnologías,
– Educación, salud y capital humano, y
– Cultura emprendedora.
Pero también entre las peores posiciones globales en:
– Estabilidad macroeconómica,
– Presión impositiva, Rigidez del mercado laboral
– Apertura económica limitada
– Baja calidad institucional y judicial, y
– Deficiencias en infraestructura y servicios públicos.
Según Invecq, “la Argentina mejora, pero desde niveles muy bajos”, y señala avances en comercio exterior, inversión extranjera directa y finanzas públicas, gracias al superávit fiscal y la aplicación del Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI)
Lo que dicen los industriales
Un informe reciente de la Unión Industrial Argentina (UIA) advierte que, aunque “la productividad de la industria nacional supera el promedio latinoamericano”, el potencial se diluye “por la agenda de competitividad pendiente”.
El documento identifica como principales obstáculos la volatilidad macroeconómica, que dificulta la planificación a largo plazo, la falta de crédito productivo, los altos costos energéticos y la presión tributaria más elevada de la región.
Además, la deficiente infraestructura encarece los costos logísticos en un 43% por encima del promedio latinoamericano, lo que afecta la capacidad exportadora y de generación de empleo formal.
Invertir para competir
En la misma línea, el think tank Fundar advirtió que “no se puede mejorar la productividad sin inversión pública en infraestructura, ciencia y tecnología”.
El informe subraya que la desinversión en esos sectores “nivelará la cancha en contra de las empresas argentinas, tanto en el mercado interno como a la hora de salir a conquistar nuevos mercados”.
En conclusión, aunque Argentina logró escalar algunas posiciones en el ranking global, los analistas coinciden en que el avance es modesto y frágil, sostenido más por expectativas que por transformaciones estructurales.
La estabilización macroeconómica, la previsibilidad regulatoria y la mejora en la calidad institucional siguen siendo, según los expertos, las claves para que el país pueda competir en serio en un mundo donde cada punto de productividad cuenta.
Fuente: chequeado.com