En todo el mundo la derecha nacionalista lo adoptó como el nuevo hijo pródigo. Desde Donald Trump, Netanyahu, Elon Musk, Giorgia Meloni, y hasta el Daily Telegraph, de la oligarquía financiera británica, lo celebró como un milagro.
Los discursos triunfalistas y de una agresividad inusitada les hicieron creer que el verbo inflamado, lleno de sueños de justicia para todos, iba a resucitar de tal manera al país que la “Argentina potencia” iba a estar a la vuelta de la esquina. Pero cuando el humo de los sueños y de las promesas se disipó, la realpolitik hizo que se callaran muchos, salvo la caterva de periodistas que, a través de la tergiversación de la realidad —estipendio mediante—, seguían disimulando la crueldad de la realidad en esta macabra función de desarmar el aparato productivo en favor de empresas extranjeras; para eliminar competitividad; la desaparición de la industria nacional; las privatizaciones vergonzosas cual continuidad del menemismo “tardío”; asociación con legisladores venales, en una democracia tarifada, que tuvo su máxima expresión con el voto favorable en el Senado por el seudoperonista con precio Edgardo Kueider, para aprobar la Ley Bases, por millones de dólares. Y así otros tantos más. Además de congelar las jubilaciones, con el agregado infame de apalearlos y humillarlos, como si fueran los mendigos del siglo XX.
Hoy el milagro se ha revelado como un espejismo. La economía argentina está en terapia intensiva y necesitó un rescate indigno del Tesoro de EE.UU. de US$ 20.000 millones, que, después que pasó la tormenta electoral, el Secretario del Tesoro de EE.UU. se cobró US$ 200 millones de dólares de comisión.
Todos los argentinos estamos asistiendo impávidos a cómo la corrupción estructural desde la misma Casa Rosada irradia sus tentáculos con asociaciones mafiosas con laboratorios por cifras indignantes, mientras que a los discapacitados les niegan lo que por derecho natural y constitucional les corresponde. Y encima el Poder Ejecutivo se da el lujo de participar en una estafa con criptomonedas, circunstancia que también está siendo investigada en la Justicia de EE.UU., con miles de estafados en todo el mundo.
¿Y por qué pasa todo esto? ¿En qué consistió el engaño?
Es que Milei nunca rompió realmente con las tristes prácticas oligárquicas del pasado de la Argentina. Simplemente “rebautizó” un tipo de asalto al Estado inaugurado por Martínez de Hoz, continuado por Menem, De la Rúa, Macri, y ahora el “tartufo con peluca”. Si hasta los personajes que lo rodean son los mismos que fueron funcionales a los gobiernos neoliberales que lo precedieron.
Y si no, miren: “Toto” Caputo con De la Rúa y Macri, lo mismo que Sturzenegger y Franco desde la dictadura hasta hoy.
La “borra de la cocoa” de los Menem, junto con Karina Milei, manejan el entramado de las coimas, hasta para hablar con el Presidente. Hechos probados. Y encima tiene que negociar con el “escorpión” Macri para que su bloque lo apoye en los proyectos más importantes.
Digámoslo de frente: la economía de Milei está prendida con alfileres. Solo le falta, para imitar a Donald Trump, emitir deuda en bonos para financiarse. Pero ¿quién le va a comprar títulos de deuda a Argentina si no tiene reservas?
Entonces acuden al prestamista de última instancia, que es nuestro fiel “vampiro”: el FMI. Y si no, que lo diga Macri, que se fumó un préstamo entero con fuga de capitales, mientras que la impresentable Justicia Federal, con fiscales y jueces truchos y vergonzantes, anda a la “caza” de supuestos “kuka” para tapar el hedor insoportable de corrupción de la Casa Rosada.
Volviendo a la política de Milei, este sabe que el encanto electoral durará poco, y que la desocupación y el “hambre urgente” no suelen esperar mucho tiempo. Argentina pasó de tener la clase media más fuerte a una declinación muy grave que la unifica con la pobreza —no extrema, pero será más temprano que tarde—.
Hay un sistema político muy sofisticado y un sector industrial anticuado que desde la dictadura no ha invertido las ganancias, llevándolas a los paraísos fiscales. También hay un sistema agrícola y minero cuyos sectores más fuertes pertenecen a compañías extranjeras que no declaran todo lo que exportan. El río Paraná es una ruta de fuga de producción con bandera falsa o por ojos no muy comprometidos a fiscalizar la realidad.
Al sector oligárquico le encantaría que el peso argentino fuera sustituido por el dólar, como hizo Cavallo en Ecuador, y así terminó la república bananera, cuyo presidente es dueño de la mayor exportadora de bananas del país.
¿Y por qué quieren entronizar al dólar? Pues muy simple: para que sus activos nacionales pudieran transferirse infinitamente a las cotizaciones de Nueva York y Ginebra.
Cuando subió Milei dijo que no iba a hacer lo que hizo Menem o Macri. Pero, a poco de andar, creyó que podía recaudar para financiar al país a través de la “motosierra”. Lo que hizo fue quitarles derechos a los trabajadores y provocó despidos a mansalva en áreas muy sensibles como Educación y Salud, con la actitud criminal del Garrahan, en el área científica. (Es tan ignorante nuestro presidente, que no se ha enterado de que China está a punto de ser la potencia económica del mundo; puso en investigación a 5 millones de ingenieros de todo tipo). Este iletrado desfinancia el CONICET con notables investigadores.
Lo absurdo de Milei es creer que crear un superávit presupuestario primario a toda costa demostraría a los “tenedores de bonos” y a los operadores de divisas su fanática determinación de derrotar la inflación para que le ayude a mantener el valor del peso.
Es como si tenés que ir a una fiesta y te comprás un traje solo con la parte delantera: detrás estás desnudo. Como lo está el país. Además de dibujar los índices de inflación sobre valores que no se comercializan, como los alimentos, podés engañar un tiempo. Pero no todo el tiempo.
El problema es que esta generación es un pueblo “manso” que cree que con resiliencia todo va a mejorar.
Hay que resistir en la búsqueda de alternativas auténticas a la deprimente situación donde ya no sirve mirar para el costado buscando una abstención al compromiso. No es hora de tibios y trémulos. A estos los vomita el Diablo.
¡¡La Patria está en juego!!






