Qué difícil es encontrar explicación cuando tu mente recibe estímulos constantes de escenas que generan un sentido de vergüenza ajena. La vergüenza es un sentimiento moral conveniente, que ayuda a regular el comportamiento de acuerdo con los valores personales. No sentir vergüenza y no indignarse con la conducta del presidente Milei es un indicio de una realidad moral que preocupa, porque es impermeable al juicio de la gente.
Los argentinos no merecemos un presidente que está fuera de la realidad, evidentemente esquizofrénico político. Cuando utilizo la palabra esquizofrenia en política, es en el sentido etimológico de “mente dividida”; en este caso, con el único propósito de poder entender las inadmisibles desconexiones entre la realidad económica, social y política por la cual atravesamos, y las acciones de quien es responsable, que exceden largamente el campo de la lógica y también del sentido común. El nivel de deterioro de la investidura presidencial es espantoso. Es un signo más de un gobierno que está en descomposición, que no encuentra rumbo, que no da certezas.
Otra vergüenza
Nuestra Concordia, la que alguna vez fue calificada por Antoine de Saint-Exupéry como “un pedacito de cuento de hadas”, también tiene seres humanos, seres complejos, como el fascinado por la liturgia anarcocapitalista Mario Natalio Grinman, presidente de la CAC (Cámara Argentina de Comercio y Servicios), quien mejor plasmó ese “amor” al decir que le daba “asquito” la actitud de los legisladores que votaban en contra de los vetos que reivindican a jubilados, el Garrahan y las discapacidades.
No solo eso: palabra más, palabra menos, llamó a votar por LLA en las legislativas porque entiende que este modelo es “el modelo de un país normal”. Aclara que la institución que dirige no tiene actividad política y hasta lo puso en términos descarados: “Podemos optar por el bien o por el mal”.
El modelo que pide el representante del comercio y los servicios que apoyen los argentinos enfrenta un escenario laboral y productivo crítico. En los últimos 20 meses se destruyeron 219.256 empleos registrados y más de 17.000 empresas cerraron sus puertas desde que asumió el presidente Javier Milei.
Los datos relevados por el Centro de Comercio, Industria y Servicios de Concordia muestran que el 51,4 % define la condición actual de las operaciones de su empresa como “parcialmente activa”. En cuanto al estado de sus ventas u operaciones comerciales respecto al primer semestre de 2024, el 50,4 % afirma tener caída en sus ventas: el 35,1 % una caída de hasta el 25 %; el 8,1 % entre el 26 y el 50 %; y el 7,2 % registra una caída de más del 50 %.
Entre los consultados, un 25,2 % declara haber tenido una mejora en sus ventas; un 17,1 % afirma haber aumentado entre un 1 y un 25 %; el 4,5 % respondió que su aumento fue de entre un 26 y 50 %; y el 3,6 % indicó que sus ventas aumentaron más de un 50 % respecto al mismo período de 2024. El 24,3 % afirma tener el mismo nivel de ventas del primer semestre de 2024, un escenario que muestra que, luego de las elecciones, la situación se va a profundizar.
En Concordia abundan personajes incompatibles con lo que representan. Referentes sectoriales describen un escenario de incertidumbre, cautela y una preocupación común por la falta de reactivación efectiva en la actividad. Este personaje, que representa a estos sectores, les pide a sus representados: “Voten por LLA, que es el bien, y no por el mal”.
La vergüenza de la narrativa ensobrada
El periodismo es quizás lo más dinámico para la gente y para el día a día de la sociedad. Por esta razón, el gran maestro polaco Ryszard Kapuściński —periodista, escritor e historiador— rechazaba el periodismo manipulado por corporaciones y periodistas que no son buenas personas, porque esconden la realidad. El buen periodista es aquel que nunca se presta al juego de adular al gobierno o de servir de portavoz de sus intereses.
Hoy, en nuestro país, hay periodistas que no informan, sino que opinan en nombre de la objetividad y la verdad. La objetividad no existe, pero la subjetividad no se debe confundir nunca con la falsedad. Hay periodistas aduladores del régimen mileísta que no juegan limpio con sus lectores.
Honestidad y veracidad: dos cualidades que a muchos les faltan por los “sobres”, perdiendo el objetivo de su tarea, que es oxigenar la democracia.
Luis Edgardo Jakimchuk