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Un río, dos realidades: el agua del embalse resiste mientras aguas abajo se disparan los indicadores bacterianos
Los últimos datos del Programa de Vigilancia de Playas del Río Uruguay vuelven a trazar una línea nítida —casi quirúrgica— entre dos tramos del mismo río. De un lado, el embalse de Salto Grande, con valores bacteriológicos bajos y estables. Del otro, las playas ubicadas aguas abajo de la represa, donde las concentraciones de contaminación fecal se multiplican y alcanzan picos que rompen cualquier promedio.

Las mediciones, realizadas entre noviembre y mediados de diciembre de 2025, se concentran en la presencia de Escherichia coli y enterococos, dos bacterias que funcionan como termómetro de la calidad del agua para uso recreativo. Lo que muestran los números no es una anomalía aislada, sino un patrón que se repite.
En las playas del Embalse Salto Grande, tanto del lado argentino como del uruguayo, los registros se mantienen contenidos. En Playa Los Médicos, en Concordia, la última medición del 16 de diciembre arrojó 41 UFC/100 mL de E. coli y 11 de enterococos, con una media geométrica de 43 y 3. No hay sobresaltos en la serie.
Algo similar ocurre en Playa Sol, donde el cierre del período mostró 95 de E. coli y 109 de enterococos, aunque la media geométrica del conjunto de mediciones se ubicó en 47 y 4, una señal de que el valor elevado fue puntual y no estructural.
El escenario cambia abruptamente al salir del lago artificial. En las playas ubicadas aguas abajo de la represa, los valores dejan de ser una oscilación y pasan a convertirse en una señal persistente.
En Playa Nebel, la última medición del 10 de diciembre marcó 130 UFC/100 mL de E. coli y 150 de enterococos, más del triple de los valores registrados apenas diez días antes.
Más explícito es el caso de Playa Los Sauces, donde el 15 de diciembre los números se dispararon: 3.220 UFC/100 mL de E. coli y 15.200 de enterococos. No se trata de un episodio aislado. La media geométrica del período quedó fijada en 416 y 286, cifras que hablan por sí solas.
En Puerto Yeruá, la contaminación muestra otra cara del mismo problema: persistencia. Aunque la última medición arrojó 130 de E. coli, los registros anteriores oscilaron entre 1.300 y casi 2.000, con enterococos que se mantuvieron elevados durante todo el período. El resultado es una media geométrica de 977 de E. coli y 732 de enterococos, una carga bacteriana que no se diluye con el paso de los días.
El mismo río, lecturas opuestas
El embalse muestra valores contenidos y una tendencia estable; el tramo aguas abajo, en cambio, concentra picos elevados y promedios que confirman una situación sostenida de deterioro.
Las floraciones algales, en tanto, permanecieron mayormente bajo la categoría de “Vigilancia”, sin alertas severas durante el período analizado.

