Al neurocientífico Adolfo García le gusta decir que la herramienta digital que desarrolló luego de muchos años de investigar en las alteraciones del lenguaje asociadas con enfermedades neurodegenerativas, como el Parkinson o el Alzheimer, surgió de la insatisfacción. “Después de tanto tiempo de referirnos a nuestros hallazgos como ‘ciencia traslacional’ [que se puede aplicar en la medicina clínica], me di cuenta de que eso era un párrafo en la discusión de los papers. Entonces, empezamos a pensar cómo podíamos hacer para que todo eso dejara de ser enunciativo, aspiracional y se convirtiera en algo que realmente llegara a manos de médicos, pacientes y familiares –cuenta–. La respuesta fue generar una app y armar una empresa para promoverla y difundirla”.
Hoy esa app, llamada TELL (siglas que corresponden a Toolkit to Examine Lifelike Language) ya se usa en 33 centros de 16 países para detectar riesgo de desarrollar estas enfermedades y para obtener biomarcadores que den una idea del avance del cuadro. “TELL es algo así como una caja de herramientas para evaluar el lenguaje natural –explica García, cuyas investigaciones sustentan el desarrollo (la lista de trabajos científicos se puede consultar en https://tellapp.org/science/)–. Lo que hacemos es encontrar indicios de enfermedades cerebrales a partir del habla natural, espontánea”.

Lo hacen grabando a personas que tienen alguna enfermedad neurodegenerativa y a controles sanos, y luego entrenando modelos de aprendizaje automático que aprenden cuáles son los patrones característicos de unos y otros para que luego se le pueda introducir a la aplicación automática una nueva grabación y ofrezca información sobre qué patología es, qué tan avanzada está y cuáles son los mecanismos cerebrales afectados. Lo hace a partir de la velocidad del habla, las palabras escogidas, la estructura del discurso y otros datos relevantes.
“Medimos aspectos que están bien establecidos en la literatura científica, en la investigación de décadas en estas enfermedades –subraya García–. Por ejemplo, en la enfermedad de Parkinson, una de las pistas más tempranas que surgen, incluso antes de que se expresen los síntomas típicos (temblores, rigidez, movimientos lentos), es la ‘disartria’ [dificultades neuromusculares para mover la boca, la lengua, el aparato fonador]. Y hay estudios que detectan estas alteraciones hasta 10 o 15 años antes de que se vean señales en las extremidades, que son las que típicamente se usan para diagnosticar. Por ejemplo, algunas de ellas tienen trastorno de conducta del sueño en fase MOR (‘movimientos oculares rápidos’ o, en inglés, REM, por rapid eye movement), alteraciones que se observan años antes del diagnóstico del Parkinson. Hay un momento en que, en las personas que están en riesgo, se empiezan a ver cambios en esos patrones oculares. Cuando esas mismas personas se someten a análisis del habla, también muestran alteraciones sistemáticas, medibles y replicables”.