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Se firmó un nuevo convenio: el comedor de la Gruta de Lourdes dependerá de donaciones durante 15 días
En una de las ciudades con mayores índices de pobreza e indigencia del país, el comedor de la Iglesia Gruta de Lourdes debe sostenerse con donaciones hasta que lleguen los fondos oficiales. El padre Cristian Arévalo, a cargo de la Parroquia, confirmó ayer a la tarde a DIARIOJUNIO que se firmó el convenio con el gobierno de la Nación mediante el cual reciben los fondos del PNUD (el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) para que el comedor pueda funcionar. No obstante, expresó que deberán esperar 15 días hasta que se habiliten las partidas. En ese intervalo, el comedor funcionará con donaciones de la comunidad. “Tenemos esta semana y la semana siguiente”, remarcó el cura quien también agradeció la solidaridad de la comunidad.
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De acuerdo a los índices suministrados en marzo de este año, en el segundo semestre de 2024, Concordia, enfrentó una alarmante realidad socioeconómica: un 57,1% de su población vive bajo la línea de pobreza, unas 94.700 personas. Y, un 13,9% de la población (poco más de 23.000 personas) se encuentra en situación de indigencia, por debajo del primer semestre de 2024 (26.4 por ciento).Se trata de la  ciudad en el segundo lugar entre las localidades que mide el Indec con peores índices socioeconómicos, solo detrás de Gran Resistencia, Chaco, que registró un 60,8% de pobreza y un 22,4% de indigencia.

¿Que significa ser una persona indigente? La medición monetaria de la pobreza se realiza sobre la base de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) que elabora el INDEC y mide 2 variables. Por un lado, determina si los ingresos de una familia son suficientes para costear una canasta básica de alimentos (CBA), que contiene ciertos nutrientes que tienen por objetivo cubrir un umbral mínimo de necesidades energéticas. A esto se denomina “línea de indigencia”. Se estima que un hogar de cuatro personas, dos mayores y dos menores, en abril pasado necesitaban  más de $ 500.000 mensuales para alcanzar la canasta básica alimentaria que incluye alimentos esenciales para cubrir las necesidades nutricionales básicas de una persona adulta. Entre los productos que la componen se encuentran carnes, frutas, verduras, hortalizas, pan, leche, fideos, arroz, huevos, aceite y azúcar, entre otros.

Es alarmante que en la segunda ciudad  con mayor indices de pobreza e indigencia del país , un comedor emblemático con más de tres décadas de funcionamiento deba funcionar durante dos semanas gracias a la solidaridad de los vecinos a la espera de que se habiliten los fondos oficiales. Es una muestra dolorosa del estado de fragilidad de los mecanismos de contención de la población más vulnerable desmantelados sistemáticamente por un gobierno cuyo símbolo es una motosierra.

El PNUD es el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, creado en 1965, que promueve principalmente el cambio y centraliza el conocimiento, la experiencia y los recursos necesarios para ayudar a otros países, poblaciones o pueblos a erradicar la pobreza y reducir la desigualdad. En definitiva, contribuye a que la población tenga una vida mejor. Es una agencia de desarrollo de la ONU que está presente en unos 170 países y es responsable de implementar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) mediante la colaboración con otros territorios para que estos desarrollen políticas, habilidades de liderazgo, asociación y capacidades institucionales. Arévalo sostuvo que habría al menos 40 comedores que dependen del PNUD en la ciudad de Concordia.

Solidaridad comunitaria

El cura párroco agradeció a la comunidad por las colaboraciones que están recibiendo en estos días para que el comedor pueda seguir abierto. Los alimentos se reciben en el Comedor de 8 a 12 y de tarde en la Parroquia de 16 a 20. Arévalo dijo que se sintió sorprendido por la respuesta de la gente. “Se han acercado mucho cuando se cerró el comedor y eso se transformó en ayuda, en solidaridad”, destacó.

Normalmente, se entregan 400 raciones diarias. Arévalo remarcó que los comensales comenzaron a volver de a poco luego de enterarse, el jueves pasado, que el comedor estaba cerrado. Por ahora, los alimentos alcanzan para cubrir los requerimientos de los asistentes pero debieron cambiar en cierta forma el menú. Antes era más variado, ahora sirven guiso de arroz, fideos con salsa que incluye pollo, carne con hueso, puchero, caracú. “Lo que tengamos”, dijo el cura.

Quienes suelen asistir al comedor son personas que están desocupadas, algunas incluso en situación de calle. Se trata de vecinos de la Zona Sur y algunos de barrios más alejados. “Familias de aquí de la zona que, por alguna razón, no tienen trabajo estable y necesitan del comedor”, expresó.

Por otra parte, el cura párroco destacó que el comedor comunitario funciona desde fines de los 80, en un momento difícil por la situación económica y por las inundaciones que cada tanto sufre la ciudad. El responsable durante años fue el padre Andrés Servín. Arévalo recordó que el cura fallecido en 2014 en una entrevista lamentó que haya seguido abierto durante décadas cuando la idea era que funcionase en forma temporal hasta superar una coyuntura adversa.

Hace 35 años que el comedor de la Gruta sigue dando de comer a vecinos de la ciudad. Eso significa que la emergencia social se volvió parte permanente del paisaje cotidiano. Hay un núcleo duro de personas en la pobreza que atraviesan generaciones y que sigue dependiendo de un mecanismo burocrático o de la solidaridad para sobrevivir.

 

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