Cargando clima...

DOS ORILLAS
Director: Claudio Gastaldi
4 noviembre, 2025

Publicidad

4 noviembre, 2025

Actualizado:

Actualizado:

Cargando clima...

Cotizaciones
Cargando cotizaciones...

Última hora:

Luis Caputo anunció que a partir del lunes se levanta el cepo

Nota escrita por: Federico Odorisio
27 octubre, 2025
El triunfo de la paz de los cementerios: el voto miedo, la ilusión de estabilidad y el rechazo a los orcos
Por: Federico Odorisio
"Estamos mal, pero vamos bien" (Carlos Menem)
4 min de lectura
El León libertario que combate el virus KU-K12 y el "Presiduende" (Composición fotográfica de La Tecla Mar del Plata)
Por: Federico Odorisio

Compartir:

Este lunes tiene gusto a resaca de un país que no termina de girar en una rotonda interminable. Seis de cada diez argentinos desaprobaron la motosierra del libertario, pero el tipo igual gana para seguir destruyendo desde adentro, con su sonrisa psicótica y la biblia del libre mercado más inhumano en la mano.

Cuatro de cada diez votaron por un dólar que flota entre bandas, por lo general golpeando y haciendo agujeros en el techo, por una inflación que te susurra pero no te grita a la cara todos los días, por una paz de cementerio que se confunde con estabilidad. 

Nada importó. Ni los miles de millones de dólares que se evaporan y se convierten en deuda que aplasta por los siglos de los siglos, ni el narco diputado en la mesa chica y en la lista, ni las coimas, las valijas, los Menem, ni las causas internacionales de estafa cripto, ni la comida escondida a los pobres, ni la represión disfrazada de orden, ni el desprecio por los que ya estaban en el suelo. Ni la educación ni la salud que los padres de muchos hijos no van a poder pagar. No importó la humillante y descarada entrega a Estados Unidos. No importó que gobierne un corso a contramano. Todo fue tolerable porque enfrente, además, están “los orcos”, «los zombies», el «virus Ku-K12». El enemigo para volcar la rabia, la frustración, el odio y los prejuicios inoculados durante décadas.

Cuatro de cada 10 votantes eligieron un placebo con gusto a futuro incierto – aunque la historia nos cuenta cómo puede terminar esta aventura- antes que volver al pasado reciente e insufrible. 

El peronismo, segunda minoría, cumplió 80 años el pasado 17 de octubre, y sobrevivió, como siempre, porque tiene el cuero grueso de los que aprendieron a que lo mataran tantas veces sin morirse. Pero el antiperonismo es la verdadera especie dominante: también tiene 80 años, pero es fuerte, vital, homogéneo e impoluto en su odio. Es el 40 por ciento que no se dispersa, no se fractura, no se pregunta, no duda. La derrota en Buenos Aires fue una siesta de la bestia. Qué despertó ante el ruido a bombo, la marcha y el olor a choripán, y fue directo a las urnas a defender su dominio nacional, guiado por el manual de Gengis Kan: “Ante la menor duda, ninguna duda”.

También jugó el voto miedo, ese viejo amigo tan poderoso del odio. Miedo al temblor del día después, al dólar desatado, a los mercados en retirada, al Riesgo País, y a los Estados Unidos levantando el pulgar o bajándolo como en un circo romano. Miedo alimentado incluso por la propia oposición, que se relamía con una victoria antes de jugar el partido. 

Y jugó el asco y el hartazgo. A las caras repetidas, a los apellidos de siempre, al nepotismo, a las peleas intestinas a cielo abierto y al progresismo gourmet. A esa militancia de guiso de arroz en el club del barrio y mollejas al vino blanco con puré de coliflor trufado en Instagram. Los arribistas y acomodados del campo popular, empleados eternos del Estado, convencidos de ser pueblo porque cada tanto se sacan una selfi con un pobre.

Cuatro de cada 10 se quedó con «lo nuevo», aunque huele a cloaca. Prefirieron a mamarrachos, delirantes, evasores de tradición, racistas, apologistas del femicidio y la pedofilia, porque al menos -y lo repito- estos son “nuevos” hasta en su descaro. Sus caras son poco conocidas, no están tan quemadas, sus delitos todavía no saturaron los noticieros. En cambio, los viejos ya aburren. Ya los conocen, ya los odian hace rato. Son la obscenidad del poder repetido.

Entonces, claro, cuatro de cada diez prefirieron bandidos nuevos antes que hipócritas viejos. Al menos los primeros no te sermonean con la justicia social mientras te roban y se acomodan ellos, familiares y amigotes. 

Los delitos de «los nuevos» son más parecidos a los del común, delitos que cometen los que no suelen ser de la clase dirigente, de «la casta». La corrupción que su lógica moral declara: «No robo, me defiendo”. La corrupción aspiracional.

En este país la vieja máxima se reescribió: más vale malo por conocer que malo conocido. Y así fue.

1 comentario

  • El PJ debe renovarse a nivel provincial y local! Dejar espacio a la nueva militancia! Todos aquellos que estuvieron pegados y avalando a Kueider, deben dormir el sueño de los justos! Ya está …ya fueron …tiempo pasado! Den paso a lo nuevo x el bien d la Patria!

Deja tu comentario

Escribe aquí abajo lo que desees buscar
luego presiona el botón "buscar"
O bien prueba
Buscar en el archivo