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Nota escrita por: Ricardo Monetta
7 noviembre, 2025
Nueva York: Zohran Mamdani contra los poderes fácticos
Por: Ricardo Monetta
Todavía suena en Estados Unidos el eco rumoroso del tremendo impacto en el orgullo del imperio: el triunfo de un africano de nacimiento que, a los siete años, emigró a EE.UU. en busca de un futuro mejor. Y vaya si lo consiguió. De padres cultos, con trayectoria universitaria, este socialista —para colmo, musulmán— ha clavado un puñal en las entrañas del corazón de la ciudad más importante, sede de Wall Street nada menos.
7 min de lectura
Por: Ricardo Monetta

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A pesar de la demonización y la agresión verbal de Donald Trump para abajo, este joven de 36 años logró captar las simpatías de quienes viven en la otra “cara” de Nueva York, y también de una clase media arrinconada por la crisis estructural que sacude a la nación toda.

El Partido Demócrata, al que él pertenece, lo mira con desconfianza. Pero supo captar a los que ya no creían en un sistema que ni siquiera fingía ofrecer soluciones al desafío que definía su vida: la crisis del costo de vida y la crisis sanitaria.

Fue un movimiento impulsado por decenas de miles de neoyorquinos comunes y corrientes que llamaron a las puertas entre turnos de doce horas de trabajo e hicieron llamadas telefónicas hasta que se les entumecieron los dedos. Se formó una comunidad que luchaba por un anhelo esperado: un Estado de igualdad como respuesta a su condición humana. Eso es lo que proponía Zohran: congelar el alquiler de más de dos millones de inquilinos y utilizar todos los recursos para la construcción de viviendas para todos los que las necesiten.

También eliminar la tarifa en todas las líneas de autobús y hacer que estas circulen por todos los barrios de la ciudad. Además, crear un sistema universal de guarderías sin costo alguno para que los padres puedan criar a sus hijos en familia. Y muchas propuestas más, más cerca del pueblo que de los ricachones de los barrios de élite.

El mismo Mamdani les está dando lecciones a los demócratas, que se han quedado sin argumentos después del gobierno de Biden, entrando en una crisis de credibilidad por el fracaso de la poesía y de la prosa de gobiernos y políticos que ya no cumplen. Andrew Cuomo, al igual que Donald Trump, ha descrito a Nueva York como un infierno, una ciudad de crímenes, decadencia y fracaso que solo él podría redimir.

Sin embargo, Zohran ve algo diferente: alegría, lucha y deseos de pelear por su ciudad y no emigrar. Una política basada solo en el miedo a la oposición no puede servir de inspiración. Él observó que lo que se necesitaba era una política que tratara a las personas no como víctimas de la crisis, sino como coautoras de lo que se puede reparar y construir.

Mamdani altera esa imagen porque parece funcionar con una lógica diferente al partido que lo rodea. Pero lo que lo distingue no es la novedad, sino la convicción.

El panorama político moderno y mediático solo amplifica lo que “sangra”, ya sean guerras culturales o disputas entre famosos, mientras ignora los conflictos que realmente definen la vida de las personas. Él entiende que la atención se genera a través del conflicto, y que la solución no es evitarlo, sino redirigirlo. Para él, el conflicto no es una distracción de la gobernación, sino el punto de partida de la persuasión.

Muchos se preguntan algo que el partido viene eludiendo: ¿puede un demócrata mantener la atención sin convertirse en una caricatura? Y una vez captada la atención, ¿se puede utilizar para hacer que la política sea legible como un sistema que cambia lo que la gente paga como impuestos y cómo vive?

Su método combina tradiciones que rara vez coexisten: la claridad moral de Bernie Sanders y el pensamiento social de Alexandria Ocasio-Cortez.

Cuando Fox News calificó a los autobuses gratuitos como un factor que traería “caos”, Mamdani presentó una elección del gobierno en la que se otorgaban casi mil millones de dólares en créditos fiscales a Elon Musk (por ser aportante de la campaña de Trump), mientras que el transporte gratuito en los autobuses costaría 700 millones de dólares.

No esquivó referirse a Gaza como un genocidio y se manifestó en contra de la deportación de obreros mal pagos, que ha provocado un descenso en la producción manufacturera.

La retórica de la clase alta reduce todas las disputas a una lucha entre el capital y el trabajo. En una cultura mediática que premia la indignación y el prejuicio racial, él utiliza la indignación para hacer comprensible la economía. Así es como se genera atención para la política real, cuando los medios le dicen que hable de “otra cosa”. Gaza fue el ejemplo: Mamdani no se anduvo con rodeos. Condenó la matanza masiva de palestinos, habló del miedo judío al antisemitismo y mencionó una “laguna jurídica” cuando se omite a la nación palestina en los foros internacionales.

En un partido que a menudo trata el enfrentamiento moral como una distracción de la política cotidiana, él entendió que el coraje forma parte de la credibilidad. Al desafiar públicamente al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), dejó claro que el gobierno no puede pretender defender a los trabajadores mientras se acobarda ante la crueldad.

Zohran no es un guerrero “cultural woke” obsesionado con el lenguaje por encima de los resultados. No es un moderado que diluye sus convicciones para ganarse la aprobación de los expertos. Sino que construye un amplio “nosotros” en torno a los neoyorquinos que solo esperan que el gobierno funcione. No es prisionero de una forma de política identitaria que olvide lo universal.

La prueba de fuego fue en Fox News, cuando el presentador dedicó 15 minutos a la política exterior, tanto de Hamas como de Netanyahu, la Corte Penal Internacional y otros temas que un alcalde de Nueva York no controla. Es la clásica prueba de la guerra cultural: si te implicás, parece una obsesión con luchas lejanas; si lo evitás, parecés indiferente.

Luego vino la prueba de la élite: “¿Le daría crédito a Trump por el alto el fuego en Gaza? ¿Sus medidas pondrían nerviosos a J.P. Morgan o Goldman Sachs?”. Zohran manejó los temas con pulcritud y luego cambió de tema a lo que él trabaja en Nueva York.

La mayor amenaza para Mamdani no es Donald Trump, sino Wall Street, porque la coalición política necesaria para gobernar es muy diferente a lo que pueda acordar. Hay que recordar que en la crisis fiscal de 1975 la ciudad de Nueva York se derrumbó merced a un golpe dado por Wall Street tras el colapso de los bonos municipales. La ciudad perdió 500 mil puestos de trabajo. Los inversores de Wall Street se dedicaron a llevar su dinero al extranjero. Nueva York quedó atrapada en esa vorágine neoliberal, y con una economía en crisis no podía pagar sus facturas ni acceder a créditos que la ayudaran a paliar la situación.

Además, Wall Street provocó una huelga de capitales, en la que los principales bancos se negaron a emitir bonos de la ciudad hasta que el gobierno municipal recortara los programas sociales a satisfacción del sector financiero.

El principal obstáculo de Mamdani es que se convierta en un “mal ejemplo” para otras ciudades donde la desocupación, la inflación y las persecuciones crean el caldo de cultivo para repetir su experimento.

De algo hay que estar seguro: ya nada será igual donde la vieja política se exilia en los grandes capitales y el país del norte está quebrado económicamente, lo que lo vuelve más peligroso, buscando a través de las guerras recuperar la hegemonía perdida.

Fuente: Prensa Alternativa/ Podcast

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