Pero el cierre de Radio Ciudadana es parte de una lógica más amplia. Desde el inicio de su gestión, Azcué (alineado al proyecto político de Milei) ha impulsado una serie de medidas que hablan más de marketing que de verdadera gestión pública. Y por supuesto que si estuvieran al aire voces que lo interpelaran, la ciudadanía de Concordia podría darse cuenta de lo que hay detrás de la engañosa imagen de propaganda. Un ejemplo claro: el aumento del boleto del transporte urbano. Mientras el discurso oficial intenta disfrazar el tarifazo como una mejora para el usuario, la realidad es que el boleto subió un 45%, llevando su valor a $1.400. “Vas a pagar menos”, dice Azcué en sus apariciones públicas, en una maniobra comunicacional que insulta la inteligencia de los concordienses de a pie que ven día a día cómo se les vacía el bolsillo con el simple hecho de tomarse un colectivo.
Y no se trata solo del transporte. La reciente Ordenanza del Programa de Padrinazgo de Espacios Públicos N° 38.468, aprobada con escasa discusión (responsabilidad también de la mayoría de los concejales) y aún menos claridad, plantea más dudas que soluciones. La idea de que empresas privadas se hagan cargo del mantenimiento de plazas, parques y espacios verdes podría parecer positiva si somos inocentes, pero… ¿a qué costo? ¿Qué tipo de negocios se esconden detrás del padrinazgo? ¿Quién decide qué empresa “apadrina” qué espacio? ¿Habrá contraprestaciones, favores o permisos implícitos? El riesgo de que el espacio público se convierta en moneda de cambio es real, y el gobierno municipal no ha dado respuestas claras.
En este contexto es que el cierre de Radio Ciudadana resulta aún más preocupante. Era uno de los pocos medios donde las voces críticas, comunitarias y populares tenían un lugar para expresarse y ser escuchadas. Era un canal donde se podía cuestionar, debatir y proponer desde lo colectivo. Hoy, ese espacio está vacío. No se reemplazó, no se revitalizó, todo lo contrario se apagó. En sintonía con el gobierno de Milei en vez de mejorar aquello que había que mejorar se nos quita al pueblo lo que tantos años de lucha nos costaron.
El silencio no es salud. Eso lo aprendimos desde la llegada de la democracia. El silencio es y será siempre cómplice de las injusticias. Y en Concordia, a dos meses después del cierre de Radio Ciudadana, mientras se suben tarifas, se entregan espacios públicos y se cierran micrófonos, el gobierno de Azcué deja a la ciudadanía cada vez más lejos de la discusión de las decisiones políticas.
El desafío es claro: volver a abrir espacios de participación real y escuchar las voces que están siendo calladas. Porque una ciudad que no se escucha a sí misma, es una ciudad que está condenada al fracaso. Y nadie puede querer eso.







4 comentarios
Oscar Merlo
El mundo cambió. Hace apenas unas décadas, quien quería difundir sus ideas necesitaba un medio tradicional: una radio, un diario, una imprenta. Hoy, gracias a la tecnología, cualquier persona puede hacerse oír sin intermediarios: redes sociales, canales de video, transmisiones en vivo, grupos de mensajería, podcasts. Las barreras de entrada desaparecieron. Expresarse ya no requiere grandes recursos ni el respaldo de un aparato estatal: basta con un teléfono y conexión a internet.
Frente a esta realidad, sostener con fondos públicos emisoras o estructuras de comunicación se vuelve no sólo costoso e ineficiente, sino innecesario. Y, lo que es peor, termina siendo funcional a los intereses de quienes gobiernan, más que al genuino pluralismo ciudadano. La burocracia no promueve diversidad de voces: administra cargos, pauta oficial y relatos convenientes.
La regla debería ser clara: el que quiera expresarse, que lo haga, libremente y con sus propios medios. El Estado, en cambio, debe garantizar derechos básicos como justicia, seguridad, educación o salud, en lugar de financiar micrófonos que se confunden con propaganda.
El verdadero pluralismo no se construye con oficinas estatales, sino con más voces independientes, diversas y libres, que la tecnología ya hizo posibles para todos.
Korea del Centro
Eso es mentira, por supuesto que cualquiera puede usar la tecnología y dá la sensación de que se quitaron barreras de entrada. Pero la llegada al público está controlada por los algoritmos y para colmo de males; controlada por empresas que no tienen los mismos intereses y preocupaciones que el ciudadano de a pié.
Ruben
Lo leo y no lo creo. La Radio ciudadana era el espacio para escuchar el discenso?? Para eso estan los medios privados. Radio ciudadana ha sido un lugar copado por el gobierno anteriores que plantaron «empleados publicos» con estabilidad como periodistas y con clara militancia Peron/socialista en los espacios centrales. Nada mas lejos de la pluralidad…
Coincidente
Absolutamente cierto los dichos del columnista. Es necesaria la pluralidad de voces y canales para el disenso. Es necesario contar con un medio de esas características y con seguramente muchas audiencia. Y tener audiencia significa ser un canal interesante para contratar publicidad, por lo que no tengo dudas que económicamente puede ser interesante para un privado encarar una empresa como la de poner una radio. Sin necesidad de depender del presupuesto municipal, que es lo mismo que decir del bolsillo de los concordienses que no todos escuchaban la radio publica.