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Elecciones en Estados Unidos: Gane quien gane, la civilización pierde
El próximo martes, en los EE.UU., se decide el rumbo que tomarĆ” la potencia del Norte para, de una u otra manera, tratar de no perder la hegemonĆa planetaria impuesta a sangre y dólares en todos los paĆses, sean socios, cómplices o vĆctimas de alguna resistencia ideológica. Basta con repasar la historia de las Ćŗltimas dĆ©cadas para confirmar esta aseveración. En esta democracia dual, donde Demócratas y Republicanos se alternan en el poder, ninguno de los sectores garantiza a los restantes paĆses del mundo que la restauración del viejo orden en decadencia inexorable no vuelva "maquillada" con medidas supuestamente progresistas, pero en realidad proteccionistas hacia toda la nueva manera de ejercer el comercio internacional a partir de los BRICS.

Si llegara a ganar Kamala Harris, no extraƱe que las denuncias por fraude lluevan sobre la Justicia Electoral de EE.UU. Y tampoco nos asombremos si hay un conato de Ā«guerra civilĀ», que estĆ” en forma latente desde las Ćŗltimas elecciones. Esta guerra serĆa principalmente entre las Ć©lites dominantes, identificadas tanto por las que apoyan a Trump como por aquellas que patrocinan a Kamala Harris, dueƱas del gigantesco aparato publicitario.
Lamentablemente, gane quien gane, el resultado final serĆ” el mismo para los palestinos, vĆctimas del primer genocidio televisado y difundido por las redes a pesar de la inmensa censura. Pero, como decĆa, dependiendo de quiĆ©n gane, no serĆ” lo mismo para los europeos, y particularmente para los ucranianos y rusos.
AsĆ estĆ”n las cosas: la sociedad de EE.UU. estĆ” impregnada por la pulsión de la guerra en medio de un proceso de decadencia intelectual. Esta situación es impulsada por el Ā«deep stateĀ» o Ā«estado profundoĀ», el gobierno paralelo secreto, organizado por los aparatos de seguridad e inteligencia, y respaldado por representantes de las principales corporaciones del complejo industrial-militar y financiero digital que manejan y dirigen la polĆtica exterior y de defensa de EE.UU., mĆ”s allĆ” de las apariencias democrĆ”ticas que nos venden los medios de comunicación del mundo occidental. Pero debemos coincidir en que cualquiera que gane, si no logra frenar la decadencia, podrĆa intentar aplicar un Ā«capitalismo totalitarioĀ», ya que ambos promueven un modelo facilitado por la financiarización de la economĆa, basado en la extracción de la renta y el empobrecimiento de la mayorĆa. Esto no es nuevo, porque a comienzos del siglo, Sheldon Wolin describió como Ā«totalitarismo invertidoĀ» una forma de dominación donde las instituciones democrĆ”ticas se mantienen en apariencia, pero estĆ”n vacĆas de contenido real, controladas en su totalidad por una Ć©lite económica parasitaria. O sea, un capitalismo rapaz donde la polĆtica se convierte en una farsa y los derechos democrĆ”ticos son abolidos, lo cual coincide con la Ā«demolición de la sociedadĀ» en el marco de un capitalismo y un sistema polĆtico de Ā«mafiososĀ».
Porque existe una lĆnea de continuidad imperial, no de ruptura, entre las administraciones del Ā«cuasi fascista TrumpĀ» (la misma Kamala Harris lo llamó asĆ) y Joe Biden, cuya polĆtica exterior, al gusto de la extrema derecha y del neoconservadurismo norteamericano y promotora de los regĆmenes de extrema derecha proto-fascistas en Ucrania e Israel, estĆ” por poner al mundo mĆ”s cerca de una verdadera tercera guerra mundial. En este contexto, a nadie se le escapa que hay una Ā«guerra civil en ciernesĀ», como decĆa precedentemente, dentro del capitalismo plutocrĆ”tico, entre diferentes Ć©lites económicas financieras, que drenan los recursos de la sociedad para concentrarlos en pocas manos (Āæcualquier semejanza con Argentina es pura coincidencia, o no?).
Kamala Harris es el rostro visible del poder corporativo del Ā«ramo manufacturero y agrĆcolaĀ» que necesita estabilidad y un gobierno tecnocrĆ”tico, pero que cuenta con el inmenso aval de BlackRock, Vanguard, State Street, que controlan una vasta porción de la economĆa mundial. TambiĆ©n tiene apoyo de figuras clave de la tecnologĆa y las finanzas como Reid Hoffman, creador de LinkedIn y consejero de Microsoft; Roger Altman, exfuncionario de Lehman Brothers (creadores de la estafa del 2008) y actual director del banco Evercore; y Reed Hastings, presidente de Netflix. Casi nada, Ā”solo faltaba Don Corleone!
Esta saga continuarƔ con las Ʃlites de apoyo a Trump.
