A los tiempos que corren y a los insultos que le vienen a la carrera, todas esas palabras soeces y descalificadoras parecen estar habilitadas. De insulto en insulto nos están gobernado. De sorpresa en sorpresa, como felino agazapado, nos van despojando. El insulto es buena herramienta para sacarnos del contexto racional y dejarnos sin respuestas, o de la respuesta adecuada, la que necesita de tiempo y razonamiento. La bestia no entiende de raciocinio, actúa por instinto. Y espero no se sientan ofendidos quienes se den por aludido, pero no encuentro mejor modo de llamar a quienes tienen en los insultos sus argumentos.
Es probable que este breve escrito sea una pérdida de tiempo y los insultadores seriales se estén riendo porque su provocación fue efectiva al hacerme distraer de lo importante. Ellos saben qué es lo importante y lo callan. No hay política, hay negocios.
El concejal Felipe Sastre repite en modo local el ejemplo presidencial, claro, haciendo salvedades sobre las diferencias que hay entre las virtudes eximias del presidente para insultar y las del edil local. Estilos diferentes: uno dice hijo de puta en cualquier lugar y circunstancia, el otro, más tímido, se queda en la ironía. Insultos al fin. Tanto se puede decir hijo de puta como nazi, si se sabe que está destinado a lastimar.
En la sesión del 24 de julio del HCD, cada vez menos honorable y cada vez más delirante, no ahorró dirigirse a una colega suya como La concejal Palos en la Rueda. Una burla, una manera de despreciar. A su tirria antiperonista no la puede disimular (no sé por qué, cada vez que hago un comentario de este estilo me veo en la obligación de aclarar que no soy peronista). En el amanecer de la sesión había hablado de la conspiración urdida por el peronismo en la Provincia de Buenos Aires que cortaron la luz para poder dilatar el cierre de las presentaciones de listas. Quien busca fantasmas, siempre los encuentra. Las teorías conspirativas nunca pasan de moda.
En esta sesión se trataron dos temas importantes. Ambos puestos sobre tablas, lo que en el barrio le llamamos de prepo, es decir, te tomo por sorpresa, total tenemos los votos. No vaya a ser que además de que los otros concejales los estudien, se divulguen entre la gente y no les caiga simpático. Uno era el cierre de Radio Ciudadana, el otro, la compra directa de materiales para pavimentar calles. Los concejales oficialistas haciéndole los mandados al intendente. Podría decirse que los concejales opositores se vieron sorprendidos (eso espero) lo que pudo provocar la distorsión de los ánimos, a pesar de lo cual supieron mantener las formas. En ese contexto de sorpresa parece que Sastre goza y le encanta hacerlo notar. Cumpliendo con su papel no vaciló en calificar a los peronistas de nazis y mentirosos, así como al pasar. También tuvo un acto de gran sinceridad al decir que al proyecto del cierre de Radio Ciudadana lo habían manejado entre unos pocos por temor a que la información corra antes de tiempo, palabras más, palabras menos, ese fue el sentido. Lo dijo inmediatamente después de tratar de nazi al peronismo.
Hubo un pedido a la reflexión de parte un colega suyo, opositor, sobre esa forma de tratar a los peronistas. Entonces vino la frutilla del postre de Sastre (léase con el espacio correspondiente estas dos últimas palabras): dijo que se disculpaba, pero hablaba de ese modo utilizando la libertad de expresión para decir lo que piensa. Traducido: es lo que pienso, si no te gusta tengo otros insultos.
Lo que debe saber Sastre, pero mejor deberíamos saberlo nosotros, es que el insulto que él propina no es de la misma categoría del que podemos dar cualquiera de nosotros. El derecho a crítica está del lado del ciudadano. Tanto el derecho a crítica como el derecho a la protesta. Como servidor público es él quien debe rendir cuentas, por lo tanto, está expuesto a tal cosa. A él le asiste el deber de servir, a nosotros, caminantes comunes y corrientes, el de exigir. Los insultos, según sea el origen, también revisten calidades y pesos diferentes. El insulto de un concejal, el que viene acompañado del peso de una institución, es, además de humillante, intimidante. ¿Será el efecto cascada? ¿Los insultos presidenciales habilitan a los de estamentos más bajos? (Bajos en el sentido de jerarquías, no hay intento de relacionarlo con el intelecto, aclaro, por las dudas). Es habilitador de la violencia. Se hiere por las palabras, se puede terminar hiriendo con puñales o balas. No es fantasía, es realidad pasada. Es parte de una estrategia deshumanizante, el otro pierde jerarquía de igual. Fueron mecanismos usados por el fascismo en los años 30 del siglo pasado, preparatorios de la tragedia que estudiamos en los textos de historia.
Analicemos con un poco más de escrúpulo. Tomo a Gargarella. El insulto es mucho más grave cuando se hace desde el poder y, más aún, si están destinados a socavar la crítica política, porque gozan de la visibilidad y audiencia propio del cargo que ocupan, además de tener algunos beneficios que los simples mortales no tenemos. A ellos es a quien se le debe exigir ser más tolerantes a las críticas, incluso a las más vehementes. Deberían estar advertidos que el insulto dicho desde la tarima del poder estimula la hostilidad de sus adherentes y aleja de toda posibilidad de entendimiento.
Como decía, antes deberíamos saberlo nosotros y exigirlo, decir basta a tanta agresión. Para esta gente puede ser un deleite personal, pero para quienes debemos ser receptores está en las antípodas del placer y nos expone, desarmados y desalmados, a los ad lateres obcecados incondicionales de la satisfacción por la violencia verbal. La que, siempre o casi siempre, termina cobrando lesionados o vidas.
Germán Margaritini. Médico especialista en Ortopedia y Traumatología. Escritor. Ex subsecretario de Salud de la Municipalidad de Concordia
4 comentarios
GUSTAVO DUILIO COSA
Una refelxión, el «insulto» no será una muestra palpable de falta de argumentos válidos y tangibles, para sostener una posición? o acaso sería, la «herramienta» que se utilizan para se hable de quien profirió el insulto a sabiendas que de que no poseen otro modo de «sobresalir» en esta época de «liquidez» ideológica? o simplemente sera que son sólo eso, un par de datos (de dudosa interpretación) y un par de insultos?
Pepe
Excelente descripciòn de nuestros deshonorable concejo de delilarantes. (sobre todo los oficialistas)
B. García
Nunca alguien me generó tanta repulsión como ese payaso.
Jose
Es un despropósito utilizar los recursos municipales en toda la familia Sastre.la familia Sastre viene haciendo desastre hace más de 30 años. Y ahora este de concejal y su hermanito pobre en servicios públicos que no agarra una. Los Sastre lo mejor que pueden hacer es retirarse del ámbito público. Es un desperdicio que la gente contribuya para sus suculentos sueldos.