Para comprender los procesos históricos donde los poderes de la «casta» verdadera se adueñaron de nuestro país, llevándose a la rastra a esa señora de ojos vendados llamada Justicia hasta nuestros días, con las mínimas excepciones del caso, hay que recordar que en el nacimiento de nuestra Patria, luego de la frustrada Revolución de Mayo, fueron diezmadas sus mentes más brillantes, como el asesinato en alta mar de Mariano Moreno, porque su Plan de Operaciones tocaba profundamente los intereses de una burguesía contrabandista junto a una oligarquía terrateniente que luego se repartirían millones de hectáreas de la Pampa Húmeda, luego de aniquilar a los habitantes originarios, a través del genocida Julio A. Roca, donde la banca inglesa financió las incursiones militares en una contienda asimétrica, donde el Remington se tragó al arco y la flecha, donde se impuso la inclusión de una «oligarquía plebeya», de ilustres apellidos como Martínez de Hoz, Anchorena, Álzaga Unzué, Bullrich y otros tantos, creando esa burguesía «criolla» colonial sometida por el comercio del Imperio Inglés que había desplazado a los españoles del poder.
Esa oligarquía criolla (con olor a bosta, diría Sarmiento) fue el origen de la verdadera «grieta», a través de un proceso de creación de una estructura socioeconómica en la Argentina, oponiéndose siempre a todo proceso de industrialización, ideología que se perpetuó hasta ahora, condenándonos a ser nada más que una Nación agroexportadora.
Son el nutriente «natural» de los gobiernos y dictaduras militares. Son los herederos «altaneros» de una raza de ladrones de tierras, disfrazados con una «nobleza de doble apellido» adquirida a sangre y fuego. Son la causa del hambre y la miseria de la Argentina. Son los protegidos de los «medios», porque son muchas veces, como lo hicieron con La Nación y Clarín, sus defensores morales, cubriendo tanta injusticia. Son los apropiadores de otro poder que es la Justicia. Hecho que les sirvió para cerrar el «círculo maléfico» constituido por el Poder Militar, Poder Económico, Poder Político, Poder de los Medios y Poder Judicial, como reaseguro del saqueo impúdico de nuestro país en la historia.
Quizá el lector se pregunte por qué todo este exordio para culminar en el proceder judicial más importante de la jurisprudencia argentina, como lo es la condena a CKF.
Porque en la concepción de quienes construyeron esa historia, está la manera en que se forjó una institucionalidad falsa. Los emblemas de la Justicia Argentina, salvo las excepciones, han sido siempre establecidos para favorecer los privilegios de una «élite especial», dueña de los resortes económicos y políticos, hasta que en 1945 apareció una alternativa que se inclinaba más a la distribución de la riqueza, con concepciones socialistas que se anteponían a la dirigencia clasista-militar. Por eso, la revolución de «las patas en la fuente» fue un estallido de rebelión, que culminó con el primer gobierno de Perón, a pesar de la presión de Braden, embajador de EE.UU.
Lo demás es historia conocida, como la Justicia fue un reducto de constante hostilidad a todos los gobiernos progresistas, salvo el interregno entre 2003 y 2007, con una Corte de siete miembros, jueces probos de distinta concepción política pero con un valor de sentencia justa en cada caso.
Eso se terminó en 2015, con el más famoso depredador y colonizador de la Justicia, como lo fue Mauricio Macri, el Mefistófeles de la política, que lo primero que hizo al subir al poder fue llamar a un juez para que le sacara el proceso que tenía incoado, para poder exhibir lo que ahora se dice «ficha limpia». Pero no contento con eso, a través de un operador político, conocido como «Pepín» Rodríguez Simón, y Daniel Angelici, operador radical con estrechos lazos en la Justicia junto con Garavano, Ministro de Justicia, nombraron por decreto, sin pasar por el Congreso, a los «señores» Dr. Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti como jueces de la Suprema Corte de Justicia. Como eso era ilegal y todo lo que pudieran firmar esos cortesanos era de nulidad total, tuvieron que retroceder y, entre gallos y medianoche, en una sesión amañada les aprobaron los pliegos. Este señor, Rosenkrantz, nunca tuvo cargo judicial alguno. ¿Cómo podía entonces establecer las condicionalidades de cada caso al estar desprovisto de experiencia jurídica para fallar en los casos que tuviera que votar?
¿Por qué mandaba a su socio en el estudio jurídico, el contador Bauzá, a depositar dinero en una cuenta de los Panamá Papers, evadiendo impuestos? ¿Por qué Horacio Rosatti, a instancias de Macri, tomó casi por «asalto» la presidencia nada menos que del Consejo de la Magistratura, organismo encargado de juzgar las conductas de jueces y fiscales con el propósito de neutralizar cualquier denuncia sobre los hombres cooptados para defender sus intereses? ¿Por qué elevó de una categoría inferior a las salas de Casación a los jueces Bertuzzi y Bruglia, como resguardo de algún expediente referido a las empresas tanto de su padre Franco como las de sus parientes y amigos del alma como la familia Caputo? ¿Por qué, sobre decenas y decenas de causas contra Macri —como la causa Correo, que ya lleva 20 años, donde tiene que pagar una indemnización millonaria—, está frenada, y una vez se llegó a amenazar a una fiscal, Graciela Boquín, para que se corriera de la causa? ¿O la amenaza a través de Jorge Lanata a la procuradora Gils Carbó, publicando su teléfono por TV? Él fue, en los últimos años, el corruptor de gran parte de magistrados, sobre todo en Comodoro Py.
Por eso no nos debe extrañar que, por ejemplo, el juez corrupto Claudio Bonadio citó el mismo día a Cristina nada menos que ¡ocho veces! a declarar sobre la misma causa. Y cuando llegó el día de la sentencia de una causa, sobre 51 licitaciones de las cuales solo se revisaron 5, la Corte no revisó nada porque la recibió con el mensaje de “condena sí o sí”.
Se habla de la inmensa presión que recibieron los jueces por los medios más importantes como Clarín y La Nación, y los periodistas infames de La Nación+, TN y A24 (Daniel Hadad). Yo pregunto: ¿qué tenían que ocultar para ser sensibles a una operación periodística? ¿O es que tienen cobardía jurídica para tutearse con la verdad? ¿O simplemente son serviles vasallos del poder real, con tal de conservar un puesto de tanta dignidad, donde se es dueño y señor de la vida y de los bienes de los demás?
Un dato fundamental que demuestra la intencionalidad con que se trató ese expediente es que, en el sistema digital de consulta de causas, figura que al comenzar esta semana el expediente estaba todavía en la Secretaría Penal. Pero la misma Corte apuró los trámites para satisfacer las ansias de que se vean movimientos en la Corte.
La Corte Internacional le dijo al Estado argentino dos veces que es incompatible con el Derecho Humano contar con una sentencia fundada no prevista por la Convención Americana sobre Derechos Humanos…
Los jueces en su mayoría son probos, pero existen otros como Julián Ercolini, que integró el grupo que viajó a Lago Escondido, a la finca de Joe Lewis, invitado por Clarín, junto a Mariano Borinsky y Gustavo Hornos, y un juez de la Suprema Corte de EE.UU., Samuel Alito, que luego viajaron a Bariloche, donde brindaron y recibieron «sobres marrones» junto a algunos periodistas.
¿Qué podemos agregar? Que hay un clima de hastío frente a ciertos privilegios, que se suma a la bronca y el desencanto frente al desierto absurdo en que la razón se desnuda para ofrecerse a su verdadero amo: la vergüenza de la posmentira y el servilismo al poder en las sombras.
1 comentario
ciudadano conciente
Cada artículo de Monetta es una clase magistral sobre el tema que trate: política internacional, educación, o como en este caso cuando habla sobre la Justicia. Sin embargo genera pocos debates. ¿Será pereza intelectual?; ¿Falta de comprensión de textos?; ¿falta de conocimientos para generar debates?. Creo que hay de todo un poco. Nos han acostumbrado a la simplicidad de los temas más importantes que nos hace ser más simpáticos con los cortos del celular o las podredumbres de TN. Lamentable!