Si la política fuese una religión, seguramente este gobierno tendría en algún lugar del purgatorio todos los pecados productos de las mentiras, engaños, sesgos de corrupción por doquier, defraudaciones, sentimientos de crueldad y odio como barrera de negación de su propia ineptitud, como si viviera en un universo paralelo totalmente deshumanizante.
Quizá quiera emular a su «patrón» del Imperio del Norte, que no le va en saga, porque comete tantos errores tanto en política económica como en política exterior. Los dos tienen un gran problema: encontrar las formas rápidas de saltar las cuentas de sus volúmenes de deuda, tanto interior como externa. Mientras Donald quiere apelar a la guerra para con ella apropiarse de recursos naturales y negociar con las corporaciones parte del gran endeudamiento e intercambiando servicios para purificar el alma; en cambio, estos neoliberales conservadores, verdaderos deudores seriales, tienen que recurrir a la misma banca que asesoraron a sus «almas», que los llevaron a la pobreza y a la próxima quiebra.
Financiarse permanentemente con deuda es un negocio eterno para la banca y un suplicio para la población. Las llamadas “reformas estructurales” para alcanzar el equilibrio presupuestario están plagadas de mentiras y signadas por un oscurantismo que impide ver qué se da a cambio.
La diferencia entre el tratamiento de la deuda entre los EEUU y la Argentina es que ellos negocian en ambas cámaras lo que se llama elevar el “techo” de la deuda. Como la oposición no quiere el colapso del sistema, negociará con los republicanos hechos y circunstancias que le limiten el poder al presidente. Como, por ejemplo, la poca estrategia de ir a la guerra con Venezuela sin considerar los “costes” estudiados por el Pentágono, puesto que la economía norteamericana está en un estado muy vulnerable, y teniendo la alianza que ha realizado Venezuela con Rusia, China e Irán, y la diferencia tecnológica de los armamentos de estos tres últimos que ya están en Venezuela, podría producirse otro Vietnam.
En la Argentina, el desequilibrio existente entre ingresos y egresos tiene la respuesta particular del gobierno ciego en el ejercicio de su dogma, que “no hay plata”. Pero los vencimientos se acumulan y las reservas del Banco Central están “menos” US$ 10.000 millones de dólares.
Antes de las elecciones de octubre, el pánico se había apoderado de la Casa Rosada por el temor a sufrir otra “paliza” legislativa, lo que lo pondría al borde del abismo de gobernabilidad. Entonces el “encantador de serpientes”, el Toto Caputo, empezó a sondear al secretario del Tesoro de EEUU, Scott Bessen, y al J.P. Morgan por un “blindaje” de US$ 20.000 millones de dólares para tranquilizar a los mercados y a la población argentina que había entrado en una situación de incertidumbre electoral.
Ante la negativa del J.P. Morgan, supuestamente se acordó un préstamo a través de bancos internacionales, publicado por el The Wall Street Journal, que precisamente había dejado correr el gobierno, no solo ese acuerdo sino un “swap” de otros US$ 20.000 como un “blindaje” del Tesoro de EEUU.
Después de las elecciones, consumado el engaño, Caputo desmintió sin ponerse colorado todo lo anterior, diciendo que era una “operación” para generar confusión. Más cinismo no se consigue. Luego el periódico de EEUU difundió la noticia de que de US$ 20.000 millones pasarían a ser un crédito a corto plazo de solo US$ 5.000 millones, o sea un “repo” para pagar vencimientos de deuda externa por US$ 4.200 millones. Pero el objetivo se consiguió: la “gente” respiró tranquila y La Libertad Avanza triunfó en las elecciones.
Una prueba evidente de que es difícil encontrar en la vida una actividad tan tramposa como la política construida a través de promesas falsas que no se cumplen y la mentira cruel a cara descubierta.
Una de las falacias más grandes de este gobierno fue una propuesta totalmente diferente a las anteriores gestiones, teniendo en cuenta que la lucha iba a ser contra la corrupción de la “casta”, la inflación, la pobreza y el tipo de cambio, e incluso se llegó a hablar de la dolarización. Delirios y más delirios. El problema que se les puso enfrente es cómo pagarles a los bancos acreedores.
Para respetar esa prioridad, se puso en órbita del Ministerio de Economía y del resucitado Banco Central a gente de BlackRock que trabaja y vive en Washington. Mientras que una parte de los negocios del petróleo y gas la comanda una yunta de dueños de la Argentina, entre Paolo Rocca-Techint y el antiguo jefe del presidente Milei, Eduardo Eurnekian.
A partir de ahí se establecieron las bases para determinar cuáles serían las NUEVAS reformas estructurales que tanto reclamaba el “establishment”, los patrocinadores del Norte. Este paquete de reformas es hasta ahora, para el conocimiento del público, de contenido vago e impreciso, para que no se sepa antes de votarlo el contenido de dureza y sacrificio que favorecería una resistencia en el ámbito popular y que no se transmita al ámbito legislativo.
Pero resulta que la gran estafa política, además de la entrega de la soberanía estratégica y territorial, no es una NOVEDAD estructural, política y económica de la Reforma del Estado.
Veamos: en 1990 el economista inglés llamado John Williamson escribió lo que después se llamaría “El Consenso de Washington”, que describió los acuerdos entre el gobierno de EEUU y las agencias multilaterales de crédito (bancos) en cuyo Directorio ese gobierno tendría poder decisorio. Lo que nadie se animó a revelar es que las condiciones en que se consensuaron explicitaban una marcada asimetría en materia de grados de libertad.
Y ahora fijémonos cuáles eran las exigencias de ese Consenso para redactar un acuerdo con los países “víctimas”:
Art. 1) Disciplina Fiscal.
Art. 2) Racionalización y reorientación del gasto público.
Art. 3) Reforma Tributaria.
Art. 4) Reforma Laboral.
Art. 5) Tipos de cambios unificados y competitivos.
Art. 6) Liberalización del comercio.
Art. 7) Promoción de la inversión extranjera directa.
Art. 8) Privatización de las empresas estatales.
Art. 9) Desregulación amplia de los mercados.
Art. 10) Garantías a los derechos de propiedad.
Todo esto tiende a darle valor al capital concentrado; la palabra santa de “reestructuración” de la economía y, por lo tanto, del conjunto de las relaciones sociales, con fuerte impacto en la organización institucional que les pueda servir de obstrucción a sus intereses.
Yo le pregunto al ciudadano con respeto y honestidad intelectual: ¿Es este el plan novedoso de Milei para aplicar a la Argentina, además de las políticas de crueldad y represión, estigmatización, discriminación social hasta con discapacitados, despidos inconsultos, degradación de la salud y la educación, para que tengamos que sufrir un capitalismo para ignorantes?
Cuando Milei juró, ¿fue por la Patria? ¿O no habrá tenido en cuenta que Patria es un territorio cuyos límites están marcados con sangre derramada por sus apropiadores, que hoy se continúan con la “casta”, a quien debe obedecer?







