Por Ignacio Monná (*)
La decisión, que en su momento fue presentada como una medida administrativa, rápidamente se convirtió en un símbolo de la desconexión entre las instituciones públicas y la ciudadanía. La radio, que durante años fue un espacio de expresión diversa y plural, se vio rodeada por un silencio cada vez más profundo, como si la misma comunidad hubiera sido testigo de su inminente desaparición sin poder evitarlo.
La gestión de Azcué, por su afán de control y centralización antidemocráticos, y los concejales del PJ, por sordera, falta de formación y/o convicciones, no escucharon las voces que clamamos por mantener viva esa plataforma de comunicación y participación ciudadana con su estatuto original, que garantiza la real democratización del medio. La indiferencia y la falta de diálogo de “la casta política” parecen haber sellado el destino de la Radio Ciudadana, que finalmente sufrió su cierre definitivo.
Al igual que en la novela de Gabriel García Márquez, donde la muerte de un personaje parece predestinada desde el principio, en Concordia la desaparición de la Radio Ciudadana —como tantas otras instituciones públicas y proyectos comunitarios— se convirtió en un hecho anunciado desde el 10 de diciembre de 2023, que pocos quisieron o pudieron detener. Esto debería hacer reflexionar a todo el arco político sobre la importancia de escuchar a los sectores populares antes de que sea demasiado tarde.
¿Será este el final inevitable de los espacios que son símbolos de verdadera libertad y participación popular, o será el fin de los políticos que cometen estas atrocidades?
La esperanza está en las pequeñas conquistas desde lo comunitario. El primer ejemplo que se me viene a la mente es la recuperación de una institución librada al olvido y al deterioro, como la Biblioteca Popular Olegario Víctor Andrade, que comienza a ser gestionada por un equipo de trabajadores de la cultura de Concordia. El segundo es la votación de ayer en el Congreso de la Nación, en la cual la mayoría del cuerpo parlamentario votó en contra de los decretos de Milei que pretenden destruir la CONABIP, el Instituto Nacional del Teatro, el INTI, el INTA, las universidades, etc., etc., etc… Escuchando a los sectores que alzamos nuestras voces en defensa de las instituciones públicas que han hecho históricamente grande a la Argentina (al revés de lo que quieren hacernos creer).
Me inclino a pensar que hay un sector de la política que sí escucha al pueblo y que hay un sector del pueblo que sí se compromete con lo que sucede en su comunidad, sin miedo al estigma de “meterse en política”.
Solo el tiempo y la voluntad popular podrán responder esa pregunta sobre el futuro, pero lo cierto es que, en esta crónica, la muerte de la Radio Ciudadana ya es un hecho. Y, como pueblo de Concordia, solo nos queda reconstruir —en tiempo presente y desde lo comunitario— todo aquello que destruye esta gestión.
(*) Actor, bailarín, cantante, director del espacio cultural «La Cigarrera», ex ex director de la Escuela de Teatro Municipal. Referente Cultural – Nuevo Encuentro