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Nota escrita por: Ricardo Monetta
4 agosto, 2025

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Cierre de F.M. 89.7 Radio Ciudadana: un crimen social irreparable
Por: Ricardo Monetta
Hay circunstancias en las que conviene tomar un poco de distancia en el tiempo para reaccionar de manera tal que las emociones no dominen el raciocinio, y así tratar de calificar un mero hecho administrativo convertido en un acto de injusticia social de serias consecuencias. El intempestivo —pero fríamente calculado— cierre total de la F.M. Radio Ciudadana de Concordia, por parte de un Ejecutivo que firma la ordenanza, y un Concejo Delirante, que conspiró entre las sombras del ocultamiento a la oposición para evitar un debate ineludible en las prácticas de la democracia, constituye un acto propio de los gobiernos totalitarios.
Por: Ricardo Monetta

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En lo personal, me toca muy de cerca porque fui uno de los iniciadores de la radio cuando Claudio Gastaldi me propuso integrar el grupo de periodistas en esa nueva «aventura» de que Concordia tuviera una emisora propia, pero abierta a todas las voces y expresiones ciudadanas. Fue en calle San Martín 17, 1° piso, donde en un ambiente reducido pero lleno de fervor periodístico fuimos desarrollando nuestra tarea, que poco a poco se introdujo en el imaginario colectivo de una sociedad ávida de voces independientes. Es lógico que, cuando se «pisan los callos» del poder, surjan voces disonantes a las que se les brindó, como corresponde, la oportunidad de debatir el tema en cuestión.

Pero más allá de eso, el problema es que los regímenes autoritarios, mientras más incapaces son, más agresivos se ponen. Primero, porque sus limitaciones intelectuales en el ejercicio de la política no comprenden que en una radio, en la TV y en la gráfica, las palabras tienen vida propia. Y pueden llegar a ser tan decisivas en el contexto de la comunicación humana, que algunos interesados en dominar nuestro lenguaje y pensamientos pretenden encerrarlas para siempre en el diccionario —cuestión de que queden allí inmovilizadas— en lugar de salir a la luz y avivar conciencias.

El problema radica en que pareciera que solo estamos autorizados tan solo a informarnos previamente para luego analizarlas, teniendo cuidado de no comprometer al poder de turno. Es así que la verdadera información o análisis se convierte en una fuente de intolerancia o intransigencia, sin tener en cuenta que con el pensamiento único se anula el pluralismo. Por eso, el discurso dominante en el mundo permite hasta ciertos límites la existencia de medios independientes.

Yo, personalmente, veo que en las «narrativas» sobre los conflictos bélicos, el 80% de la población mundial está tóxicamente desinformada acerca de los intereses mundiales que están detrás de una manipulación mediática, para que acepten pasivamente los genocidios perpetrados por un imperialismo en franca decadencia. Europa ya es la primera víctima del nuevo orden mundial, por portadora de una soberbia supremacista y de líderes corruptos y patéticos.

Pero volviendo a Radio Ciudadana. ¿Por qué digo que es un crimen social? Porque el objeto de su existencia es la vinculación directa con la comunidad en todos los órdenes sociales. Obrando así, se criminaliza el vínculo intangible entre el comunicador y el ciudadano, que sabe que tiene derecho a réplica, por lo menos en esa radio. En una sociedad donde la «colonización subjetiva» del imaginario colectivo digiere con envase de celofán todas las narrativas de la deshumanización del otro, es cuando hay una isla disidente que pone de manifiesto lo que decía el maestro Kapuściński: en toda guerra, ya sea ideológica o material, la primera víctima es la verdad.

Yo le digo a Ud., Sr. Intendente —ya que es abogado—, que en las primeras materias de su carrera está la del Derecho Romano. Es ahí donde aparece la res publica, o sea, «cosa de todos», y que el verdadero objeto del derecho, a través de las leyes, es buscar la verdad. ¿Lo recuerda, Dr. Azcué? Pues bien, en el periodismo pasa lo mismo: buscamos la verdad. Es lógico que, cuando esa verdad está relacionada con el poder político, muchas veces incomoda, y se toman decisiones que son irreversibles.

Yo he sido siempre fiel y coherente con mis convicciones. Me estaba recordando, en momentos en que Ud. se asomaba al mundo, allá por los ‘90 o ‘91, que yo estaba en Radio Universidad de Córdoba —ya que viví 21 años allí—, y junto con el Dr. Nilo Neder, cubríamos el asesinato de su correligionario, el senador Regino Mader, que había denunciado a los presuntos autores intelectuales por una defraudación en la estación transformadora de EPEC, de energía, al entonces gobernador Eduardo Angeloz y al diputado entrerriano Mario Negri. Mader tenía papeles comprometedores.

También estuve en Radio LV2 de Córdoba. Y si desea saber quién soy, le diré que estuve 12 años en la TV de Concordia con el programa Sin Concesiones, con acreditación en el Congreso de la Nación, al que viajaba con el camarógrafo, solitos los dos. En mi programa desfilaron tanto Raúl Alfonsín, Néstor Kirchner, Rodríguez Saá, Raúl Zaffaroni (varias veces), Osvaldo Bayer y otros tantos referentes de la política y la cultura. Fueron 465 programas a lo largo de 12 años. También hacía radio —varias en Concordia— y prensa gráfica en El Heraldo, donde Carlos Lieberman, su director, nunca me censuró. Al contrario del nuevo director, correligionario suyo, que sucumbió a las presiones del PRO, alegando que yo era un obstáculo periodístico. Lo mismo que su viceintendenta, portadora de doble apellido, que en 2016, ya en Radio Ciudadana, pidió al Concejo Deliberante una moción de censura por haber desnudado todas las impudicias del macrismo recién asumido. Pero una gran parte de la sociedad se manifestó en contra de esa situación.

Como ve, señor intendente, tengo cierta legitimidad de trayectoria para opinar y analizar, siempre con derecho a réplica. Tengo más años de trayectoria que Ud. de vida.

Lo cual no significa que yo sea dueño de la verdad. Fíjese que, en su gobierno municipal, yo me ocupaba desde hacía tres años de la política internacional, cosa que nadie en Concordia hacía. Trataba de derribar mitos y relatos falsos con que engañaban a la ciudadanía. Pero no me puedo sustraer de los verdaderos intereses que respaldaron esa decisión inconsulta, porque me consta que todas las observaciones hechas por mis colegas nunca fueron rebatidas face to face, como me gusta decir a mí.

Del Concejo Delirante solo puedo decir que, por el solo hecho de tener una mayoría parlamentaria, sus actitudes —en algunos de sus componentes— tienen componentes autoritarios que son un verdadero desastre.

Solo me queda decirle, Dr., que el coste de esa decisión no lo va a pagar ahora, si piensa que tiene futuro político. La Radio Ciudadana era un ejemplo comparada con cualquiera del interior de la provincia. Casi un lujo.

Privar a la ciudadanía de ser receptora de una fuente genuina de conocimiento de la realidad es, como lo digo al principio, un crimen social, donde el victimario no es el mayordomo, como en las novelas.

La realidad imperante es la siguiente:

“El mundo se divide en tres clases de personas:
Una pequeña minoría que toma las decisiones,
Una minoría más grande que las ejecuta (que es el poder nominal),
Y una inmensa mayoría que nunca comprenderá lo que pasó.”

1 comentario

  • Excelente!!! Que altura para definir lo que significa el cierre de la Radio. Y me hizo pensar en algo en lo que no había caído, era el único lugar donde el ciudadano tenía voz. No callaron sólo a los periodistas sino a muchos concordienses que se expresaban a diario a través de los mensajes.

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