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Nota escrita por: Veronica Lopez
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Independencia relativa: de Ramírez y López Jordán a los peronistas dialoguistas y los ecos de una historia Argentina que se repite en cada crisis
Por: Veronica Lopez
Una lectura de la historia federal argentina permite trazar sorprendentes paralelos con la política actual: alianzas que se renegocian, gobernadores que se acercan al poder central y una larga tradición de tensiones entre autonomía provincial y centralismo. Desde Artigas hasta los nuevos “dialoguistas”, las viejas disputas vuelven a asomar como un eco persistente en la vida pública.
6 min de lectura
Por: Veronica Lopez

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La lucha entre unitarios y federales se la puede ubicar entre 1813 y 1861 (aproximadamente). Si cualquier vecino es sorprendido con la pregunta “¿qué idea tiene al respecto?”, podría responder que —al menos una aproximación que muchos tienen, aunque tal vez de manera difusa— unitarios son los porteños, federales los caudillos provinciales.

Ni tan simple ni tan sencillo: solo al mirar un mapa de principios del siglo XIX se verá a la Liga Unitaria, constituida por Córdoba, Tucumán, Salta, Mendoza, San Juan, San Luis, La Rioja, Santiago del Estero y Catamarca; mientras que las provincias que se unen en el Pacto Federal son Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos. ¿Entonces? Las simplificaciones no estarían funcionando.

Mirando este mapa podemos encontrar similitudes con las posturas de las provincias gobernadas por el PJ que están en tratativas de romper el bloque opositor más fuerte en el Congreso Nacional actual. A la cabeza de esta postura se encuentran Osvaldo Jaldo (Tucumán, PJ), Gustavo Sáenz (Salta, PJ), Raúl Jalil (Catamarca, PJ) y Gerardo Zamora (Santiago del Estero), sumado a estos el misionero Hugo Passalacqua y el neuquino Rolando “Rolo” Figueroa, todos con intenciones “dialoguistas” con el gobierno central, que —a priori— podríamos decir que poco tiene de “federal”.

Es decir, cambiarán los nombres, cambiarán los siglos, pero algo persiste en las raíces mismas entre los intereses de las provincias y los objetivos que las mueven en sus decisiones políticas. Y no es una cuestión de nombres o de posicionamientos; es una cuestión de prácticas gubernamentales y de lo que representan en el mapa de la Nación.

En la historia argentina podríamos considerar que el federalismo tiene su fuente en las ideas de Artigas, las que pueden encontrarse en las “Instrucciones a los diputados de la Banda Oriental” de 1813. En el art. 4° dice: “Como el objeto y fin del Gobierno debe ser conservar la libertad, igualdad y seguridad de los Ciudadanos y los Pueblos, cada Provincia formará su Gobierno bajo esas bases…”, y en el 12°: “La constitución garantirá la soberanía, libertad e independencia de los Pueblos su felicidad y prosperidad con estatutos de la fuerza competente.” No hay registro histórico de que el Gral. Güemes se haya conocido personalmente con Artigas, pero sí se sabe que en 1812 fue comisionado a la Banda Oriental y allí tomó contacto con las ideas federales de Artigas. A partir de allí adhirió fuertemente al concepto de “independencia relativa”, es decir, la soberanía y autonomía provincial, pero con un necesario intercambio con el gobierno central.

En los primeros años de las florecientes ideas federales, Artigas recibió el apoyo incondicional de Ramírez, general entrerriano; de Estanislao López, general santafesino, y de Andresito en Misiones. Hacia 1815, la llamada Liga de los Pueblos Libres, liderada por Artigas, integraba a Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba, Misiones y Corrientes. Pero pronto surgieron desavenencias por —tal vez desde la mirada actual— perspectivas diferentes de un mismo objetivo.

Ramírez enfrentó a Artigas y lo derrotó en Las Tunas, cerca de Paraná. Artigas, enfrentado con la mayoría de sus anteriores socios y sin apoyo, se exilia en Paraguay. Ramírez tiene sus pocos años de poder y gloria, pero no tarda en enfrentarse a los otrora aliados: Estanislao López (Santa Fe) y Carreras (Córdoba), quienes para vencer a Ramírez no dudan en apoyarse en Buenos Aires. El final es conocido: Ramírez es asesinado —románticamente defendiendo a La Delfina— y decapitado; su cabeza fue enviada al campamento de Estanislao López, quien la coloca en una jaula de hierro (¿tendría intento de escape?) y manda a ser exhibida en la Iglesia Mayor de la ciudad de Santa Fe. El párroco se opuso a tan macabro pedido y sugirió que sea “expuesta pendiendo de la arcada del Cabildo por tres días” (¡menos mal!). Cuentan las crónicas que López conservó la cabeza embalsamada de Ramírez entre sus pertenencias hasta sus últimos días.

Hasta aquí cabe recordar —por si el hilo se perdió— que Ramírez, Artigas y Estanislao López eran férreos defensores del federalismo y aliados en sus concepciones políticas en relación al gobierno de la naciente nación. ¿Estaremos ante un retorno histórico? ¿Quién estará presto a conservar la cabeza de alguien entre sus trofeos?

Ramírez, hijo del primer matrimonio de Tadea Florentina Jordán, una mujer extraordinaria, que fundó sus acciones y prácticas en la libertad y la autonomía. Los historiadores suelen adjetivar las virtudes de Tadea con términos de masculinidad —clara negación de las virtudes de las mujeres como tales—, como mujer “viril”. Es de destacar que Tadea no educó un caudillo sino dos: José Ricardo López Jordán —hijo del segundo matrimonio de Tadea— fue fiel seguidor de su hermano, el general de mayor confianza de Ramírez en vida de este.

José Ricardo, luego del asesinato de Ramírez, entró en negociaciones con el poder unitario. Entre idas y vueltas —exilios en Paysandú y retornos a la provincia de Entre Ríos con cargos negociados—, hacia 1830 consigue el apoyo de Juan Lavalle, férreo unitario, ejecutor de Dorrego (el más fiel federal de Buenos Aires). A tal punto cambió de bando que invadió Entre Ríos bajo el mando de Lavalle.

Tadea no solo tuvo dos hijos caudillos, también tuvo un nieto político: Ricardo López Jordán, que hizo gran parte de su campaña política y militar (como era común en esa época) bajo el mando de Justo José de Urquiza, pero no comprendió ni le perdonó lo de Pavón y por varios años esperó un acto que reivindicara a su general (amigo íntimo de los hijos de Urquiza asesinados en Concordia). No sucedió. Cansado de esperar, Ricardo López Jordán (hijo) se levanta revolucionariamente, es derrotado y se exilia en Uruguay. Mirando desde la perspectiva histórica, fue más fiel a las ideas de Ramírez su sobrino que su propio hermano. Finalmente, López Jordán es asesinado en 1889, en Buenos Aires.

La “independencia relativa” que tanto Artigas como Güemes pregonaban tuvo un largo derrotero de entendimientos y desentendimientos, donde los intereses provincianos y los egos personales jugaron a favor del unitarismo centralista angloeuropeo.

Lo que hoy tenemos para reflexionar y analizar de las políticas rupturistas de gobernadores peronistas, o de experonistas —más oficialistas que opositores— no son nada nuevo en la historia argentina.

El librecambio, neoliberalismo o anarcocapitalismo son ramas de un mismo árbol, como lo son la confrontación inútil entre quienes se necesitan integrados para desarrollar sus proyectos.

La historia nos demuestra que las intestinas confrontaciones de quienes decían defender la “independencia relativa” terminaron siempre con el poder en manos de los contrarios y la pobreza en la panza del pueblo.

Verónica López
Lic. en Ciencias de la Educación

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