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Nota escrita por: Ricardo Monetta
27 noviembre, 2025
La Tercera Guerra Mundial Oculta
Por: Ricardo Monetta
Aunque la mayoría de la gente no lo perciba, la tercera Guerra Mundial ya está en marcha, porque está condicionada a una percepción tradicional de la guerra clásica, con violencia física, bombas, cañones y enfrentamientos en el campo de batalla. Luego está la batalla comunicacional, donde se distorsiona el relato y llama a la confusión de la opinión pública. En esencia, la guerra es un conflicto en que las partes, o una de ellas, utilizan herramientas para aumentar su poder y tratar de lograr resultados que se oponen a sus intereses. Pero la guerra moderna difiere sustancialmente de lo que conocemos de los dos grandes conflictos mundiales.
Por: Ricardo Monetta

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La guerra moderna emplea elementos de alta sofisticación, muchas veces invisibles. Los elementos que la componen pueden ser:

Guerra de información: ataques cibernéticos, campañas de desinformación; relatos contradictorios para crear confusión y disonancia cognitiva.
Armas económicas: sanciones, manipulación de criptomonedas, hacer que las poblaciones dependan de recursos controlados.
Subversión política: influencia en los procesos electorales para socavar la legitimidad, sobornar a algunos gobiernos, funcionarios e influencers.
Operaciones psicológicas: crear situaciones de caos y crisis posterior, y luego posicionarse como el salvador; explotar las plataformas de las redes sociales que controlan el discurso público.
Guerra biológica y de recursos humanos: hambrunas, privación de elementos esenciales que controlan el discurso público.
Manipulación social: alimentar las divisiones ideológicas, inflamar el “nacionalismo”, demonizar al enemigo.

Todo esto forma parte de la guerra silenciosa, que opera en forma encubierta porque la “reputación” de la guerra está arruinada. La mayoría de las poblaciones NO quieren la guerra. Son los líderes y funcionarios corruptos los que responden a intereses superiores que van más allá de las necesidades de la población.

Además, los líderes ya no necesitan ingentes cantidades de combatientes, porque la tecnología ha hecho que las verdaderas armas de guerra sean manipuladas por escaso personal profesional, que maneja armas de gran poder estratégico. Las guerras tienen un gran componente negativo en las poblaciones. Para ellas significa la incertidumbre de la esperanza de planificar el futuro. Los jóvenes ya no se animan a formar familias. La narrativa les hace aumentar el “nacionalismo” y el pensamiento de que es inevitable porque se trata de “ellos o nosotros”.

Miedo a la interrupción de la cadena de suministros, lo que genera el síndrome de almacenamiento.
Miedo a perder sus derechos si se manifiestan.
Miedo a la reducción de necesidades básicas, como alimentos y energía, como elementos de presión.

Los que parecen ser conflictos regionales aislados son, en realidad, guerras de poder interconectadas dentro de una lucha global más amplia. Esto rompe las fronteras entre el conflicto local y el global, que es un sello distintivo de las guerras mundiales. Las naciones y las alianzas se ven arrastradas a luchas más amplias por el dominio y la supervivencia. Las personas deben navegar por relaciones geopolíticas en constante cambio, sin saber si al día siguiente se despertarán y qué han perdido, y sufrido una guerra que nunca aprobaron.

Reconocer esta “guerra silenciosa” (fuera de los países que la protagonizan) es crucial para comprender la confusión global actual y las angustias personales. La guerra moderna es más sofisticada que la guerra física convencional. La confusión y la parálisis en la toma de decisiones que siente la gente es una respuesta normal frente a una situación anormal: porque se libra con armas psicológicas, económicas y de información, en lugar de la fuerza militar convencional. Este tipo de guerra prioriza la manipulación psicológica y el control sistémico sobre las tácticas tradicionales del campo de batalla, que se ha trasladado a priori a la famosa “batalla cultural”, con las narrativas tóxicas que hacen que el mismo individuo no pueda eliminar la culpa de no entender por qué el mundo es tan caótico y amenazante.

Toda guerra es un atraso civilizatorio desde el punto de vista antropológico. Pero el “hombre” es el único ser que serrucha la rama del árbol donde está sentado.

Fuente: Rebelión

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