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Masvernat: Había una vez un árbol y pájaros
En una columna cargada de sensibilidad y reflexión, el doctor Germán Margaritini —ex subsecretario de Salud del Municipio— narra su indignación ante el derribo de un árbol añoso que albergaba una multitud de aves en un pulmón del Hospital Masvernat. Bajo el título “Había una vez”, el médico denuncia lo que considera un atropello a la vida y una pérdida simbólica en el lugar donde más debería preservarse: un hospital.
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HABÍA UNA VEZ

Había una vez un árbol. Un árbol habitado por muchos, muchos pájaros. El gorjeo multitudinario era un bochorno de alegría en el lugar que más necesita alegría: el hospital. Estaba en un patio interno, eso que los arquitectos llaman “pulmón de edificio”, porque saben muy bien que los edificios y sus gentes necesitan respirar.

El árbol había pujado durante una veintena de años para tocar el cielo y estaba a punto de lograrlo. Sus ramas más altas se estiraban hacia lo alto, como tirando de toda la estructura. Le faltaban centímetros para superar los tres pisos de ladrillos y cemento que lo envolvían.

Los pájaros, de todos los colores y de todas las voces, habían venido a ayudarlo. Los cantos bochincheros de las madrugadas y de los atardeceres lo alentaban. Árbol y pájaros, pájaros y árbol, fueron una sola cosa. Gritaban vida en un lugar de desolación, en el que siempre hay alguien que necesita un cachito de esperanza.

Para los enfermos y los enfermeros, para los familiares angustiados y los médicos de guardia, el árbol y los pájaros eran el oráculo que inyectaba fe en la vida. Alguien lo llamó el Árbol de la Vida, y cada martes por la tarde y cada miércoles por la madrugada, el verde y el trinar, entre cemento y ladrillo, le devolvían oxígeno para una semana más.

Algunos dirán que primó la cordura: los que vieron la mierda en el piso y pasaron por alto tanto verde y tanto canto entre cemento y ladrillos. Son los que miran al piso y no al cielo. Y decidieron, porque pueden decidir y pueden matar en nombre de la salud.

Y en un acto de venganza a aquella vez en que el hombre y la mujer tuvieron que dejar ese otro Árbol que daba frutos prohibidos, decidieron expulsar al Árbol de la Vida del hospital y a sus pájaros.

El respeto a la vida es integral, o no es.

1 comentario

  • Quería dejar el patio limpio el hombre dodorrico antes de irse ..y arrasó con la vida … Sejemante fantasma . Ojalá planten diez árboles más

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