Que no se diga la pobreza, las componendas, la corrupción.

Que se tapen los muertos de frío y desidia, que se tapen, no con frazadas, sino con micrófonos silenciados.

Que no se digan los barrios sin cloacas, sin agua, sin cielo, sin vida.

Que no se diga la indignidad.

Que no se digan las manos y las manitos y las manitas revolviendo basura.

Que no se diga el hambre ni los despidos, la desocupación, el hambre.

Que no se digan los salarios docentes, ni los despidos, ni la indigencia, ni que se diga, no vaya a decirse, que le pegan a los jubilados, que los aniquilan, igual que a los discapacitados.

Que no se diga el fascismo, que no se diga.

Que se calle ¡oh! el saqueo y la entrega.

Que no se nombre a Lamelas y su descaro.

Que no se diga que volvimos a ser colonia sí y Patria no.

Que no se sepa, no por favor, que no se sepa la catástrofe económica, la desigualdad, la miseria, la explotación del hombre por el hombre.

Que se tape el trabajo en negro y las borracheras impotentes de los explotados, de los braceros, los cosecheros.

Que nadie sepa que las escuelas se derrumban, que se desmayan los niños de calor, que no hay abrigo para el frío.

Que no funciona la salud, que hay que pedir turnos de madrugada.

Que se esconda bajo la alfombra la traición del sindicato, del desamparo de todos.

Que no se hable, de ningún modo, de la destrucción de la universidad pública, de los despidos y el desempleo.

Que se distraiga y entretenga con chocolate y torta frita.

Que se pase música, que se lea publicidad.

Que se masturben las voces con gacetillas gubernamentales, de todo lo bueno que hace el gobierno, los burócratas, los inútiles, los concejalillos ignorantes, provocadores, que nunca harán nada, nada honorable ni útil por el pueblo.

Que se tape, que la censura atruene de vergüenza.

Que nada se diga sobre la mordaza a la libertad de expresión por la que se echó a un periodista de la radio pública, por la que poco se dijo.

Que solo se escuchen los sonidos del silencio, y que no se diga nada.

Que se tape el sol con un dedo, o con concejales.

Que se silencie, que se censuren, que no se mencionen los jóvenes, sus almas muertas, las drogas, los suicidios, la infelicidad, la falta de horizontes, los negociados, las casillas indignas y el robo a los comedores.

Que nada se sepa.

Que el sol se tape con un dedo y con funcionarios, con la mentira.

Y que la oscuridad se apodere de una ciudad gris, sin alma.

Que la radio no diga nada.

Que se escriban banalidades.

Que se vean allanamientos todos los días en la tele, hasta que ya no pienses.

Que se amordacen las bocas y se vendan los ojos.

Que no se diga.

Que se calle para siempre la verdad, que no se vea.

Que no se diga que se cerró Radio Ciudadana.

Que se oculte la canallada.

Que nadie sepa, que no se diga, que se ha acallado con violencia la libertad de expresión, que se la ha muerto, de un balazo.

Y que no se diga que lo repudiamos, que resistiremos.

Que la censura es efímera.

Que más temprano que tarde saldremos del sopor y se levantarán las voces contra el oprobio, la injusticia y la represión.

Y todas las voces se elevarán diáfanas, nítidas, valientes, para decir lo que no quieren que se diga, lo que se oculta.

Para decir a los gritos, sin bozales ni orejeros.

Para decir para siempre, la verdad.