Cargando clima...

DOS ORILLAS
Director: Claudio Gastaldi
24 octubre, 2025

Publicidad

24 octubre, 2025

Actualizado:

Actualizado:

Cargando clima...

Cotizaciones
Cargando cotizaciones...

Última hora:

Luis Caputo anunció que a partir del lunes se levanta el cepo

Nota escrita por: Ricardo Monetta
23 octubre, 2025
El colapso de Donald Trump
Por: Ricardo Monetta
El mundo está viviendo, como diría Samuel Huntington, un “choque de civilizaciones”, donde las placas tectónicas de los grupos dominantes están dirimiendo un nuevo sistema de poder, habida cuenta de la decadencia del imperio anglosajón.
4 min de lectura
Por: Ricardo Monetta

Compartir:

Después de doscientos años de vigencia mantenida a sangre y fuego —dictaduras mediante y tantas guerras infames—, a través del poderío bélico, del poder del dólar como moneda de reserva única y de las instituciones más poderosas, como el FMI, el Banco Mundial y la OMC, se diseñó un sistema que, arbitrariamente, por convicción o por la fuerza, imperó según “sus reglas”.

Pero, como yo digo, nada es para siempre. La decadencia hegemónica no avisa: se instala despaciosamente, hasta que un día aparecen rivales en el horizonte que le disputan el poder de una manera diplomática y comercial, hasta llegar al punto en que la evolución tecnológica entre el poder científico, económico y militar del imperio tiene una diferencia de 12 a 15 años. Demasiado, en estos tiempos de tanta evolución tecnológica.

Durante los últimos 25 años, tanto Estados Unidos como Europa se desentendieron de la economía productiva para lanzarse a una economía de guerra y de especulación financiera, donde ganaron fortunas las empresas privadas, como el CMI (Complejo Militar Industrial) y Wall Street. Todos los presidentes, desde George Bush padre hasta Donald Trump, lo que hicieron fue acumular un déficit tan voluminoso que llega hoy a la asombrosa suma de 38 billones de dólares, con un Estado quebrado, con inflación, desocupación y un conflicto social al borde de la guerra civil.

Donald ha perdido poder político, interno y externo. La decisión de cerrar el gobierno no ha caído bien en el establishment. Centenares de empleados públicos han sido mandados a sus casas sin cobrar su sueldo. Se dio el lujo de despedir al más alto jefe de las Fuerzas Armadas porque este se negó a reprimir la rebelión civil en Chicago, diciéndole que él no iba a reprimir precisamente a quien debía proteger.

Cuando se decidió a iniciar la guerra contra Venezuela sin pasar por la autorización del Congreso, tres senadores republicanos se rebelaron y el Senado lo acusó de abuso de poder y lo detuvo. Incluso muchos miembros de su gabinete están en contra de sus medidas. La desesperación de Trump es recomponer las alianzas que le permitan detener la indeclinable caída de su economía a través del patrón dólar. Por eso aplica sanciones a diestra y siniestra para quienes comercien con el gas ruso. Impracticable.

A propósito, hubo un hecho de diplomacia protocolar cuando el rey Carlos de Inglaterra invitó a visitar el Reino Unido a la pareja presidencial de los Estados Unidos. La visita se concretó con todo el protocolo, visitando lugares tradicionales y el lógico tea five o’clock. Pero, mientras las damas conversaban amablemente, el rey y Donald Trump se reunieron privadamente durante dos horas, al cabo de las cuales sellaron una alianza estratégica y militar de correspondencia mutua.

Lo que sucede es que el rey Carlos es un rusófobo irredento y le tiene pánico a los misiles Oreshnik rusos, que en quince minutos llegarían a Londres, como lo prometió Putin en caso de guerra.

Esta es, básicamente, una guerra primero por los recursos energéticos y luego económica, sobre cómo instaurar un nuevo escenario de reglas compartidas en reemplazo de las dictadas por los Estados Unidos como instrumentos de dominación, a los cuales China, Rusia e India no se quieren someter más.

Y cuando se produce el choque de un nuevo mundo que emerge contra uno que decae inexorablemente, estallan los conflictos bélicos: jugar con “fuego atómico” si no se fijan límites a la irreflexión de unos líderes que han hecho de la guerra un instrumento de dominación y económico.

El capitalismo cruel está empezando a crujir desde sus mismas bases, en una implosión social y económica.

Deja el primer comentario

Escribe aquí abajo lo que desees buscar
luego presiona el botón "buscar"
O bien prueba
Buscar en el archivo