En los primeros cinco meses de 2025, el ingreso de paquetes comprados en el exterior a través de couriers internacionales creció más de un 300 % respecto del año anterior. Así lo informaron desde Aeropuertos Argentina Cargas, al detallar que el volumen mensual pasó de 58.000 a 176.000 bultos, mientras que el peso total se duplicó, alcanzando las 790 toneladas mensuales. El fenómeno responde a la flexibilización del régimen de compras puerta a puerta que el Gobierno nacional implementó a fines de 2024.

Entre los cambios más significativos se destacan el aumento del tope de compras a 3.000 dólares por envío (hasta cinco por año), la eliminación del Impuesto PAIS y de la percepción del 30 %, y la exención impositiva para compras menores a 400 dólares —a las que solo se les aplica IVA—. Estas condiciones impulsaron una expansión acelerada del comercio minorista transfronterizo, principalmente desde plataformas como Amazon, Shein o eBay.

La expansión de este nuevo patrón de consumo digital ya generó impactos logísticos visibles. En Ezeiza comenzó la construcción de un edificio exclusivo para procesar las compras realizadas desde el exterior por particulares. Por su parte, Aerolíneas Argentinas lanzó un servicio de courier con base en Miami, que permite agrupar paquetes y despacharlos al país con entrega puerta a puerta, a un costo promedio de 25 dólares para bultos de hasta 2 kg.

El boom no es neutro para la economía. La masificación de estas operaciones implica una creciente salida de divisas por consumo directo en moneda extranjera, en un contexto de escasas reservas internacionales. Además, consolida un modelo de consumo que favorece la importación minorista por sobre la producción nacional, profundizando la sustitución de bienes fabricados localmente por productos adquiridos en plataformas extranjeras.

Las categorías más compradas incluyen ropa, accesorios, artículos electrónicos, pequeños electrodomésticos y herramientas. En muchos casos, el incentivo no es solo el precio, sino también la variedad y disponibilidad que ofrece el mercado internacional frente a la oferta local.

Si bien se presentan como una oportunidad para los consumidores, estos envíos implican desafíos en términos de control aduanero, recaudación tributaria y regulación del comercio. También impactan en sectores industriales que compiten en desigualdad de condiciones frente a productos que ingresan sin aranceles específicos ni controles de origen o calidad.

La consolidación de este modelo, en el que gran parte del consumo cotidiano pasa por circuitos logísticos globales, plantea interrogantes estructurales para la política económica. Mientras se agilizan los canales para importar productos terminados, los sectores productivos locales —especialmente pymes— enfrentan una caída del mercado interno y un contexto recesivo. La discusión sobre el rumbo del modelo económico, en ese sentido, vuelve a escena.

Fuente: con información de Clarín/DiarioJunio