El presente seguramente pasará a la historia como el tiempo de la crueldad. Quedarán las imágenes grabadas de las diversas formas en que las violencias se ejercen sobre la sociedad argentina. Violencias que van desde batallones armados como para enfrentar al enemigo más peligroso, con pertrechos bélicos de costos ostentosos, para enfrentar a ancianos y ancianas cuyo único armamento es el bastón que le sirve para permanecer de pie. Violencias donde se dejan comedores sin alimentos, los cuales se pudren en galpones del estado, aduciendo supuestas malversaciones, sin intermediar auditoria alguna. Violencias donde las niñeces se ven no solo precarizadas en su alimentación, sino también en su atención médica, desfinanciando el hospital público más grande del país. Se podrían enumerar muchas más formas de violencias, pero abundan en el material informativo. La pregunta aquí es ¿Dónde está la génesis de la aceptación y el disfrute del dolor que se produce sobre cientos y cientos de argentinos y argentinas? ¿Por qué la sociedad no tuvo defensas preventivas sobre semejantes violencias?
El sociólogo Pierre Bourdieu define: “La violencia simbólica es, para expresarme de la manera más sencilla posible, aquella forma de violencia que se ejerce sobre un agente social con la anuencia de éste. (…) En términos más estrictos, los agentes sociales son agentes conscientes que, aunque estén sometidos a determinismos, contribuyen a producir la eficacia de aquello de los determina, en la medida en que ellos estructuran lo que los determina”[1]
¿Serán las páginas históricas las que mantengan viva en la memoria de la sociedad estos tiempos de crueldad o solo caerán en el arcón del olvido con el fin de “olvidar para seguir”?¿Se olvida y se sigue o se cae en un “eterno retorno”?
La historia argentina escolarizada, nos cuenta la disputa de poder de la segunda mitad del S. XIX, como la lucha entre “Unitarios y Federales” o “Civilización y barbarie”, donde dos “bandos” se enfrentan sin explicar demasiado para qué ni por qué; en la cual, la voz que se reproduce es la de los ganadores, ganaron los “unitarios” del centralismo porteño, de Mitre; ganó la “civilización” de Roca y Sarmiento, y el país se pacífico (¿a qué precio?) la Argentina se constituyó en la gran Nación que apoya su nariz en el puerto, mira a Europa y da la espalda a todo el territorio, y también a todo el pasado de luchas por construir otro país, que mire hacia adentro, hacia lo profundo de sus provincias, hacia la sabiduría de los pueblos originarios, hacia el Canal de Beagle, el Río Pilcomayo y la Cordillera de los Andes.
Entonces, si en la escuela se enseñara la matanza de Villamayor, por ejemplo, no solo se sabría por qué hoy La Matanza se llama así, sino se sabría sobre cómo los que tuvieron el poder lo ejercieron con crueldad infinita. También se podría decir que los habitantes que se expresan en las urnas (un modo muy civilizado por cierto) en contra de la crueldad, no merecen ser descalificados, con palabras que ejercen la mayor de las violencias simbólicas.
“La matanza de Villamayor , “olvidada” por la historiografía oficial-liberal, se produce en 1856 cuando las fuerzas de la Confederación intentan reintegrar a la díscola Buenos Aires, pero fracasan y se produce la feroz represión dejando 115 fusilados por orden de Mitre, Alsina, Obligado y De la Riestra”[2] . Esta batalla se produce en los campos de Villamayor, dentro del municipio de La Matanza, (aunque actualmente pertenece al partido de Marcos Paz) seguramente tanto hemos naturalizado el nombre que no nos preguntamos por su origen. La matanza de los soldados federales y del General Gerónimo Costa, se realizó en el mismo campo de batalla, luego de haberse rendido, sin juicio, fusilados y dejados allí, a merced de las alimañas. Dos días después, será Mercedes Ortiz de Rosas y Rivera, hermana del Juan Manuel de Rosas (el “dictador”, según la historia oficial) quien solicitará autorización para recoger los despojos del general Costa, quien había luchado heroicamente en varias guerras y expediciones. La crueldad de la matanza se borró de la historia, como se borraron las convicciones por el federalismo del general Costa, lo que no se borra es el hábito de destruir la subjetividad de quienes resisten y luchan, tal como se dio, en el caso de las últimas elecciones, cuando el economista, Miguel Boggiano, enterado de los resultados electorales se refirió al pueblo de La Matanza como “La gente de La Matanza ama cagar en un tacho”; sin informarse que en el Censo 2022 se registra que el 87,4% de las casas particulares, de La Matanza, cuentan con inodoro con arrastre de agua; además el economista, pertenece al gobierno que paró toda la obra pública, para que el 100 % de las casas accedan a las cloacas. Entonces estamos en el “eterno retorno” matemos, fusilemos, ejecutemos a quienes se oponen al centralismo eurocentrista o a los que dejan la ñata pegada contra el vidrio del gobierno de Trump.
Claro está que dudo mucho que los votantes de La Matanza se hayan acordado del General Costa y los 115 (otros historiadores hablan de 160) fusilados solo por defender el federalismo. Bourdieu dice que en las sociedades hay “transacciones imperceptibles, compromisos semiconscientes y operaciones psicológicas (proyección, identificación, transferencia, sublimación, etc.) estimuladas, sostenidas, canalizadas e incluso organizadas socialmente…”[3]. En las sociedades las acciones no responden a determinismos mecánicos, ni a razones plenamente conocidas , “Los “sujetos” son en realidad agentes actuantes y conscientes dotados de un sentido práctico (…) sistema adquirido de preferencias, principios de visión y de división (lo que se suele llamar un gusto), de estructuras cognitivas duraderas (…) y de esquemas de acción que orientan la percepción de la situación y la respuesta adaptada.”[4]
El federalismo lo que disputaba, a mediados del S.XIX, era que el centralismo porteño compartiera con el resto de las provincias, las ganancias del puerto de Buenos Aires, dado que por él salía gran parte la producción de todas las provincias confederadas pero, aún constituida la nación en 1853, el porteñismo permanecía afuera. ¿Quiénes defendían una nación justa, libre, soberana y equitativa? Buena pregunta para que algún estudiante despabilado la lleve al aula por estos días.
Pero en general (aún con valorables esfuerzos de profesores amantes de la otra historia) como dice la canción “si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia: la verdadera historia”[5], la palabra que se escucha en las aulas y en la comunicación media, está apegada a la historia oficial, nacida de la pluma de Mitre, que no fue un gran gobernante, ni un gran estratega militar, tampoco su pluma fue exquisita, pero tuvo la enorme lucidez de contarnos la historia (la que convenía saber) y la violencia y crueldad con que se logró destruir al federalismo no se refleja en esas páginas.
Otro ejemplo es la matanza de “Cañada de Gómez” en cercanía de Rosario, dos meses después de Pavón (1861), en esa zona se habían concentrado tropas de Urquiza, desorientados por la decisión de general en Pavón y a la espera de sus instrucciones ,son sorprendidas por las fuerzas mitristas,(¿por qué la instrucciones no llegaron pero si llegaron las tropas del enemigo?) con dirección de Venancio Flores (general uruguayo de las fuerzas coloradas), asesinan sin piedad a 400 federales. El método utilizado fue el degüello. De ahí el apodo de Flores como “El degollador de Cañada de Gómez”, apelativo del que se sentía orgulloso.
Hasta el mismo ministro de guerra de Mitre se estremece al redactar el parte de la ejecución: “El suceso de la Cañada de Gómez (…) es uno de esos hechos de armas que aterrorizan al vencedor (…). Hay más de 300 muertos, mientras que por nuestra parte sólo hemos tenido dos muertos… Este suceso es la segunda edición de Villamayor, corregida y aumentada…[6] Como se lee, había clara conciencia de la forma en que se imponía la voluntad del porteñismo, fiel a Gran Bretaña, dispuesta a todo por mantener bajo su administración las riquezas de esta región de América. “la represión es feroz e inhumana. Se utilizan los métodos de tortura más diversos y crueles. Así, por ejemplo se degüella con cuchillos sin mucho filo, se lancea de a poco y lentamente para extender la tortura y agonía, se fusila, se despelleja los pies de los gauchos apresados, se veja a las mujeres de los gauchos, se somete también a esas mujeres a la prostitución, se hacen ahorcamientos públicos o bien utilizan el terrible y temible cepo colombiano, que consistía en tener inmovilizado al sujeto en cuestión por medio de correas, madera y fusiles al torturado, a la vez que envuelto firmemente en tientos de cuero que eran humedecidos, de modo que al secarse (y achicarse), producía la asfixia y/o el quebramiento de los huesos (…) Casi la totalidad de los que son sometidos a esta tortura no logran sobrevivir. Son estos algunos de los métodos que los Coroneles de Mitre utilizan para imponer los principios de “la civilización”[7]
Así, con matanzas no solo violentas, sino sanguinarias, se va camino a la construcción de un pueblo sumiso, después solo bastó borrar la memoria, olvidar para “progresar”. El origen de la crueldad hunde sus raíces en la historia de nuestro pueblo, olvidarla solo logra el “eterno retorno”, como sucede en el presente. Recordarlas no solo nos advertirá que siempre es posible su resurgir, sino que los hubo y los hay quienes se oponen a la destrucción de su pueblo.
Enseñar cómo se manifestó, como se perdió, cómo es posible revertirla, es tarea del presente, en todos los órdenes, pero especialmente el educativo, para que las jóvenes generaciones tengan herramientas de autodefensa de sus propios intereses y no sean instrumentos de intereses que no les pertenecen y que lejos de beneficiarlos, ante la resistencia, los trataran con violencia y la peor de las crueldades.
Verónica López
Lic. en Cs de la Educación
[1] BOURDIEU, Pierre y WACQUANT , Löic, (1995) Respuestas. Por una Antropología Reflexiva, Ed. Grijalbo,
[2]Godoy,Juan. (2021) La Brasa ardiente contra la cuádruple infamia. Ed. Poliedro
[3] BOURDIEU, Pierre (1999) Meditaciones Pascalianas, Ed. Anagrama
[4] BOURDIEU, Pierre, (1997)“El nuevo capital”, en Razones Prácticas. Sobre la teoría de la acción. Anagrama
[5] Quien quiera oir que oiga. Letra de Eduardo Mignogna y música de Litto Nebbia
[6] Archivo Mitre, IX, página 277.
[7] Godoy Juan. Ob. Cit.
2 comentarios
ciudadano conciente
En líneas generales se entiende este trabajo, por cierto interesante y que encierra verdades encubiertas por la historiografía oficial. Pero lo mismo pudiera decirse sin recurrir a un lenguaje, en alguna medida académica, si se quiere llegar a la mayoría de lectores y que no abandonen su lectura en los primeros renglones. Estimada Profesora hay que tener presente a Anibal Ponce (un ignorado de la cultura burguesa, revolucionario él) cuando dice: «cuando la cultura se disfruta como un privilegio, envilece tanto como el oro»
Francisco
La unica verdad es que somos un pueblo demasiado manso (cagones, con perdon de la palabra) que no sale todo el mundo a la calle a gritar como lo hacen los jubilados (verguenza debería darnos), pero a pesar de todo, cuando aparece un politico que se muestra en la calle o en otro lugar publico, hacen cola para abrazarlo y besarlo. JODERSE