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Nota escrita por: Ricardo Monetta
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La verdad sobre el fantasma nuclear iraní
Por: Ricardo Monetta
Pese a décadas de sospechas y propaganda, el supuesto programa militar nuclear de Irán carece de evidencia concreta. Desde 1988, el país ha enfocado sus investigaciones en usos civiles, mientras potencias como Israel evaden inspecciones internacionales.
Por: Ricardo Monetta

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Se ha hablado mucho y opinado demasiado sobre el programa nuclear iraní desde hace varias décadas, pero a partir de meras suposiciones o con manifiestas intenciones de influir en decisiones políticas que sirven a determinados intereses.

Solamente los mal informados, o los simples ignorantes que no conocen que Irán renunció a la construcción de la bomba atómica nuclear en 1988, pueden sostener ciertas teorías. Luego, con la cooperación de Rusia, la República Islámica ha venido tratando de descubrir los secretos de la fusión nuclear de uso civil.

Desde la caída de Irak y la invasión de los británicos y estadounidenses, se propaló la falacia del programa nuclear militar iraní, del mismo modo en que se impuso en los medios la mentira sobre las supuestas armas de destrucción masiva que tendría el entonces presidente Sadam Husein. Fue así como los sionistas revisionistas israelíes, con su «jefe» Benjamín Netanyahu, se apoderaron de la fábula de la bomba atómica iraní, que desde hace más de 20 años inunda los medios occidentales con un problema inexistente y nunca probado: que la bomba nuclear de Irán está próxima a ser realidad.

El 5 de enero de 1995, el New York Times proclamó que la República de Irán no tiene programa militar nuclear desde 1988. (Dispongo del facsímil).

Sin embargo, las tres principales potencias mundiales —EE. UU., Rusia y China— coinciden en reconocer que ese supuesto plan nuclear con fines militares no existe.

¿Entonces de qué se trata?
En 2005, Mahmud Ahmadineyad fue electo presidente de Irán. Este presidente era un científico interesado en poner la ciencia al servicio de la liberación de los pueblos colonizados y consideró que los secretos de la energía atómica podían permitir a todos los pueblos liberarse del yugo de las transnacionales occidentales del petróleo.

Desde entonces, por iniciativa del presidente, Irán desarrolló la formación de científicos nucleares en sus universidades, como lo han hecho otras potencias. Pero no se trató de formar una pequeña élite de algunos cientos de especialistas, sino de formar batallones de ingenieros. (Así como China tiene 5 millones de ingenieros en distintas especialidades, contra solo 500 mil de EE. UU.)

El objetivo de Irán es hallar la manera de realizar la fusión nuclear, mientras que la ciencia occidental se conforma con haber logrado la fisión nuclear. La fisión es la división del átomo, mientras que la fusión es el proceso inverso: la unión de varios núcleos atómicos, capaz de liberar un ingente volumen de energía.

La fisión nuclear es el proceso que se utiliza en las centrales nucleares actuales; la fusión, por ahora, se emplea solo en bombas termonucleares.

El proyecto del presidente iraní consiste en utilizar la fusión nuclear para generar electricidad y poner ese beneficio a disposición de los Estados en vías de desarrollo. Se trata de un saber revolucionario, en el sentido khomeinista del término, es decir, de un conocimiento que permitiría poner fin a la dependencia de los Estados del Sur global y favorecer su desarrollo económico.

Pero el problema es que ese saber contradice la visión británica del colonialismo, según la cual «Su Majestad» debía «dividir para reinar» e impedir el desarrollo de los pueblos colonizados. Londres aplicó ese principio, por ejemplo, prohibiendo a los hindúes hilar el algodón que ellos mismos cultivaban en la India, e imponiendo que el algodón indio fuese enviado al Reino Unido para la confección de los tejidos en las fábricas de Mánchester.

En respuesta, Gandhi, el líder histórico de la India, dio el ejemplo a su pueblo hilando él mismo el algodón indio con el que hacía su ropa, desafiando así a la monarquía británica. En forma idéntica, el proyecto del presidente iraní Mahmud Ahmadineyad constituye un desafío para el poder de Occidente y de las transnacionales anglosajonas del petróleo.

Es evidente que la energía nuclear puede usarse tanto como producto civil o militar. Tanto China como Rusia han destacado constantemente que Irán no tiene un programa nuclear desde 1988. Y Rusia sí lo sabe, porque está asociada a las investigaciones que Irán realiza. Así como Rusia le vende a EE. UU. uranio enriquecido en tal magnitud que uno de cada cuatro hogares norteamericanos utiliza electricidad generada con material ruso. Pero, a diferencia de Occidente, Rusia no considera necesario impedir el desarrollo del uso civil de la energía nuclear.

Apoyándose en los trabajos de Andréi Sajarov, el gigante estatal ruso Rosatom y la Academia de Ciencias de Rusia mantienen sus propias investigaciones sobre el uso de la energía nuclear en el marco del Proyecto Tokamak. Así como otros países como el Reino Unido, China, Corea y Francia realizan sus propias investigaciones, aunque no son demonizados como la República de Irán.

También es importante recordar que Irán firmó el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, y por eso se somete a las inspecciones del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA). Desde 1988, ese organismo nunca ha encontrado indicios de la existencia de un programa nuclear iraní con fines militares.

Pero las respuestas del gobierno iraní a las preguntas del OIEA se vieron justificadas por documentos israelíes obtenidos por los servicios secretos iraníes justo antes de una agresión de Israel, donde se demuestra que el director del OIEA, el argentino Rafael Grossi, se comportó como un espía al servicio de Israel, transmitiendo a Tel Aviv información confidencial obtenida por los inspectores del organismo. Y no está de más señalar que Israel no es miembro del OIEA. ¿Por qué no quiso firmar?

El 4 de mayo de 2010, la República Islámica de Irán presentó a la conferencia de los Estados firmantes del tratado de la ONU una propuesta de creación de una zona libre de armas nucleares en el Medio Oriente. La propuesta fue bien recibida por todos los Estados de la región… con la excepción de Israel.

No olvidemos que Israel tiene la bomba atómica gracias a la ayuda de Francia en los años 50.

Finalmente, si EE. UU. no hubiese intervenido en el bombardeo de las plantas iraníes utilizando su bomba penetrante para tratar de destruir las instalaciones de Fordow, el gobierno israelí podría haber recurrido a la llamada “Operación Sansón”, es decir, utilizar una bomba atómica. El problema es que esa escalada traería como consecuencia, por ejemplo, la intervención de Pakistán, que le aseguró a Donald Trump que en ese caso intervendría contra Israel.

La Operación Midnight Hammer contra Irán, por parte de EE. UU., se preparó en secreto bajo la instigación del general Michael Kurilla, jefe del Comando de las Fuerzas de EE. UU. en Medio Oriente. El general Kurilla viajó a Israel para reunirse con los jefes militares el 25 de abril y recibir información detallada sobre los blancos. El 10 de junio presentó a la Cámara de Representantes su análisis estratégico. De paso, reveló a los congresistas que había presentado el plan de operaciones a Donald Trump.

Salvo que Trump no pidió el permiso de ataque como lo estipula la Constitución de EE. UU. y la Carta de las Naciones Unidas.

Luego del ataque, que no incluyó la central nuclear de Bushehr (donde hay personal ruso), surge una pregunta: ¿Washington avisó al gobierno de Irán acerca del ataque? Porque se observó una columna de camiones evacuando material de la base de Fordow. ¿Qué había en esos camiones?

La jugada de Trump podría verse de dos maneras:
—El presidente Trump salvó a Israel de las masivas destrucciones provocadas por misiles hipersónicos imposibles de detener, como los Fatah-1.
—Y, por otra parte, salvó a Irán de un bombardeo nuclear por parte de Israel.

En todo caso, al destruir el programa de investigación iraní, le quita a Netanyahu el argumento que viene utilizando desde hace 20 años para justificar su guerra en siete frentes.

1 comentario

  • Tito Bisleri

    Moneta todavía no puede creer la enorme demostración de poder militar que dió USA el fin de semana. Ya van décadas de dominio mundial, todos esos años los monetas de la vida anunciando el fin del imperio yanqui. Algún día se les hará realidad….algún día se les hará realidad?

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