Pero eso no es solo una cuestión de voluntad, ya que del dicho al hecho hay mucho trecho. El avance tecnológico, del cual vamos a dar también algunos ejemplos, pone de relieve que el liderazgo en esta área ya no es un derecho de «nacimiento» de Occidente.
Esta noticia apareció de la noche a la mañana y superó a todos los grandes modelos de lenguaje de EE.UU. más avanzados en codificación, resolución de problemas complejos y análisis comparativos de puntos de referencia.
El avance de China en los grandes modelos lingüísticos se hizo posible gracias a los siguientes factores de decisión política del gobierno chino:
- El oportuno Plan de Desarrollo de la IA de Nueva Generación de 2017, que «prioriza la IA como un área crítica para el dominio económico y tecnológico».
- La vasta población y el ecosistema digitalizado de China, que generan cantidades de datos sin precedentes, esenciales para entrenar sofisticados modelos de IA.
- Una «reserva de talentos» garantizada por la fuerte inversión en el sistema educativo científico de China. (Aquí los echamos). Esto permite a empresas como DeepSeek elegir entre un grupo de candidatos sin comprometer los trabajos en investigación y desarrollo de vanguardia, manteniendo al mismo tiempo la eficacia de costos.
- La priorización de la optimización del software, la producción de semiconductores y el almacenamiento de chips en medio de las restricciones de EE.UU.
- En todo el mundo, la popularidad del nuevo modelo se debe a su naturaleza de «código abierto», algo de lo que carecen sus competidores. Por eso, EE.UU. se enfrenta a la perspectiva de un orden tecnológico fragmentado y al establecimiento de normas tecnológicas en los mercados emergentes por parte de China, lo que a su vez deteriora la influencia estadounidense tanto en lo económico como en lo ideológico.
- La rápida ampliación, la movilización de recursos respaldada por el Estado (¡ojo!) y la capacidad de adaptación bajo la infame presión creada por las sanciones son los factores que hicieron posible el éxito.
Ahora, el desafío será para EE.UU., que tendrá que sopesar la capacidad empresarial con una política industrial estratégica como la iniciativa Stargate de Trump, apoyada por Silicon Valley en California, o, si no, estará resignado a ser un seguidor de las nuevas normas tecnológicas mundiales, a punto de ser dominadas por China.
La crisis se había intensificado con el veto impuesto por EE.UU. a la exportación de chips a China para frenar el avance asiático, pero no dio resultado. Lo que China tiene claro ahora es que debe estimular al máximo su transformación interna, pisar el acelerador y aprovechar el momento de confusión en Occidente ante la «irrupción patoteril» de Donald Trump en el escenario político, con la que el «John Wayne» americano pretende imponer condiciones a propios y extraños.
La herramienta de búsqueda avanzada de la startup china sacudió el ámbito financiero y tecnológico, superó a ChatGPT, la IA insignia de OpenAI, y se convirtió en la aplicación gratuita mejor valorada de la App Store en EE.UU. En 24 horas, nada menos que Nvidia, el mayor fabricante de chips del mundo, perdió 600.000 millones de dólares en capitalización bursátil.
Un humilde consejo: vayan tomando lecciones de mandarín.