La sesión comenzó casi a las 15 horas, con asesores del oficialismo correteando de un lado al otro para asegurarse que estuvieran les 37 senadores mínimos e indispensables para dar quórum. Fueron 20 minutos de estar transpirando, pero finalmente el FdT logró asegurarse el quórum con al acompañamiento de les aliades Alberto Weretilneck, Magdalena Solari Quintana y Clara Vega (ya que, si bien el FdT tiene 35 senadores propios, había un ausente por cuestiones de salud). «Esto recién empieza», advirtió, sin embargo, un dirigente del interbloque oficialista, anticipando el conflicto interno que se estaba dando por esas horas en el FdT: si bien se había modificado la composición del proyecto original de los gobernadores – pasando de 25 a 15 el número de supremos – de modo de hacerse con el aval de Adolfo Rodríguez Saá y Alberto Weretilneck, la reyerta familiar entre los hermanos Rodríguez Saá amenazaba con explotar la delicada paz oficialista. El voto final de Eugenia Catalfamo, que responde a Alberto Rodríguez Saá, expuso cómo el gobernador puntano prefería enfrentarse directamente a la vicepresidenta que acompañar el proyecto que se había negociado con su hermano, el senador.
Cristina Fernández de Kirchner, mientras tanto, no terminó presidiendo la sesión, pero sí pasó parte del día en su oficina en el primer piso del Senado, preparándose para su alegato en el marco de la causa Vialidad. La apurada convocatoria a la sesión – recién a la noche se dio a conocer el texto final del proyecto – había sido motorizada por la propia vicepresidenta, quien quería tener la media sanción de la reforma de la Corte lista para su defensa del viernes. Un sector del establishment judicial y económico, sin embargo, no le escapó tampoco al debate y cubrió la previa de la sesión con diversas gestualidades. La Cámara de Comercio de los Estados Unidos (Amcham), por ejemplo, aprovechó para publicar un comunicado expresando su «preocupación» por la decisión de avanzar en una ampliación de la Corte Suprema. La noche anterior, mientras tanto, el presidente de la Corte Suprema, Horacio Rosatti, había mantenido un encuentro con todos los camaristas del país, abocado a dar una imagen de poder a 24 horas de que el Senado avanzase con la reforma del Máximo Tribunal.
Los discursos, los cambios y el voto puntano
«Una Corte mejorada serviría para zanjar las desigualdades. Busquemos una Corte federal, que haya un miembro del Sur, del Norte, del Este, del Oeste y del Centro. Esta ampliación busca la integración de las provincias y el federalismo», destacó Guillermo Snopek, encargado de anunciar oficialmente los cambios que se realizarían en el proyecto original. «Tenemos un dictamen propuesto por los gobernadores de 25 miembros que integran las provincias, la Ciudad de Buenos Aires y el gobierno federal. Pero repicaban campanas que pedían 15 miembros, 16, menos de 10», confesó, aludiendo a las resistencias de Weretilneck – que proponía una Corte de 16 – y de Adolfo Rodríguez Saá – que proponía una de 9 – que habían imposibilitado aprobar la reforma de la Corte antes. Finalmente, el texto aprobado sólo modificó la composición final, pasando de 25 a 15 el número de jueces de la Corte. La paridad de género se seguiría garantizando, pero el resto de los detalles – como los referidos a la regionalización de la selección de les postulantes – se dejará en manos de la reglamentación.
«Me da vergüenza tratar este tema tan ajeno a las necesidades de la gente. Estamos ante la enésima vez que el oficialismo trae a esta cámara un tema vinculado a la Justicia y temo decirle que esto va a terminar como los anteriores: en un profundo fracaso», respondió, por el lado de Juntos por el Cambio, Beatriz Ávila, aludiendo a lo que varios legisladores de la oposición se encargaron de resaltar: por más que el proyecto se aprobase en el Senado, las posibilidades de sancionarse en Diputados eran casi nulas. «¿Será que en el futuro a la vicepresidenta la pueden condenar y que para ser absuelta tiene que tomar y modificar la Corte para tener una Corte adicta?», sumó el fueguino radical, Pablo Blanco, que había llevado un bolillero para satirizar los diferentes números que se habían ido proponiendo para la composición de la Corte.
Uno de los discursos que generaba mayor expectativa, sin embargo, era el de Eugenia Catalfamo. «Acá vinieron siete gobernadores a exponer una propuesta federal, inclusiva y de diversidad de género. Nosotros como FdT lo tomamos y le dimos dictamen a ese proyecto que incluía 25 miembros. ¿Por qué 25? Porque estaba la representación de las 23 provincias, la CABA y el gobierno federal», comenzó exponiendo la senadora puntana que responde a Adolfo Rodríguez Saá, que fue uno de los gobernadores que impulsó el proyecto original de 25 supremos. Lentamente, Catalfamo fue exponiendo sobre la importancia de reformar la Corte Suprema y recién al final de su discurso terminó anticipando su posición: «Yo no estoy dispuesta a deslegitimar la palabra de los gobernadores que vinieron a esta casa, no estoy dispuesta a deslegitimar la palabra del propio dictamen. Creo que nos estamos perdiendo la oportunidad histórica de tener una Corte Suprema que nos representa a todos y todas». En el recinto, sus compañeros de bancada la miraban con furia.
«Ahora parece que los que planteamos que haya más democracia, más miradas, más diversidad de género y más federalismo somos los mafiosos, los inmorales. ¿Cómo es la cosa? ¿Tan grave es debatir? ¿Tan antidemocrático?»,
En la vereda de enfrente, mientras tanto, Rodríguez Saá, el otro senador puntano y uno de los que se encargó de negociar las modificaciones al proyecto original, anticipó que votaría a favor: «Pienso que le haría muy bien a la Argentina ver en la Corte Suprema integrantes de la Patagonia, del NOA, del NEA, de Cuyo y no todos del centro del país», destacó y aseguró que el proyecto se trataba de «un paso adelante en la búsqueda de un Poder Judicial más independiente».
«Ahora parece que los que planteamos que haya más democracia, más miradas, más diversidad de género y más federalismo somos los mafiosos, los inmorales. ¿Cómo es la cosa? ¿Tan grave es debatir? ¿Tan antidemocrático?», se quejó, ya al momento de los cierres, Alberto Weretilneck, otro de los senadores cuyo voto terminó siendo clave para poder aprobar el proyecto. » Aquellos que defienden una Corte chica defienden un modelo autoritario», aseguró el rionegrino.
«Una reforma enmarañada, traída de los pelos, ¿creen que una cosa tan seria se puede tratar así? ¿La presidenta necesita esta media sanción para el alegato de mañana? ¿Creen que esta media sanción puede torcer o modificar un criterio judicial? No lo creo», cuestionó, ya casi a los gritos, el titular del bloque radical, Luis Naidenoff, quien aseguró que la decisión de avanzar en la reforma de la Corte había sumado «descreimiento» a la convocatoria al diálogo con la oposición de parte del gobierno nacional. «Una Corte de cuatro es una Corte manejable y como tienen muchos muertos en el placard es muy fácil. Son muy débiles: esos cuatros jueces son vulnerables al apriete del poder. Y no podemos estar los 46 millones de argentinos en manos de cuatro miembros de la Corte que de independiente no tienen nada y de democráticos menos», le respondió Juliana Di Tullio.