Por LUCAS COSARINSKY
En los hospitales públicos hay listas de espera interminables para cirugías; en PAMI, los pacientes tienen que ser trasladados a otras ciudades cada vez más lejanas para procedimientos cardiológicos invasivos o cirugías cardiovasculares, y algunas obras sociales y prepagas no tienen convenios de internación.
Además, actualmente han convenido las obras sociales con las asociaciones médicas la obligatoriedad para que los pacientes abonen un copago al profesional, una práctica no legal y no reconocida públicamente.
Lo inadmisible de la situación es que en ningún momento nos dicen la verdad ni a los pacientes ni al público en general. No dicen que no pueden cubrir cierta prestación por uno u otro motivo cierto, y eventualmente así plantear la reducción de los impuestos o pagos correspondientes para que se correlacione con la falta de prestación, y no seguir pagando por un supuesto servicio que no se nos brinda.
La «avivada criolla» está a la vuelta de la esquina.
No soy la excepción y no le esquivo el bulto; a mí también me ha pasado que, ante la hipocresía del Estado, pienso que yo también tengo derecho a serlo con él.
Tenemos que cambiar la manera de pensar y de actuar: los de arriba hablándonos con la verdad porque no somos chicos; si no hay plata, se nos explica y sus implicancias, no que nos vengan a decir que todo está bien cuando estamos viendo que no es así.
Si no podemos ser sinceros, tampoco podemos exigirlo.