Existen, en muchísimas ocasiones, personas que actúan en forma desconsiderada, que no toman en cuenta a nada y a nadie, sino que, al contrario, quieren asegurarse la mejor y más grande tajada de lo que sea, siempre.
¿Cómo los llamaríamos? ¿Egoístas, narcisistas, avaros, miserables, ventajeros?
Independientemente de cómo los llamemos ¿qué pasa con ese comportamiento tan frecuente y que se convierte en una experiencia dolorosa para otros?
Si los individuos en la sociedad se comportan de forma egoísta ¿Qué daños provocan? Los egoístas cuestan mucho a nuestra sociedad (desgastan vínculos, atentan contra las emociones, transgreden normas, descomponen el tejido social, desarman grupos de trabajo, etc.). Las consecuencias de estas prácticas son infinitas.
¿Por qué las personas actúan así? ¿Cómo podemos tratar a estos personajes? ¿Cómo sentimos que el egoísmo nos encuentra cada vez más en el día a día? ¿Cuál es la mejor manera de tratar con estos individuos?
Hasta cierto punto, es sincero reconocer que todos nos comportamos de modo egoísta en algunas ocasiones, lo hacemos según las circunstancias. Dicen los especialistas que es parte del comportamiento psicológico normal. Pero, el problema es si ocurre habitualmente, es decir, si siempre están primero los propios intereses.
Desde 2020, un estudio plantea la misma pregunta cada mes: ¿Se preocupan de que la sociedad se vuelva egoísta? Al menos 60% de los entrevistados responden constantemente con «Sí, me preocupa». A finales de 2021, hasta el 80% respondía de la misma manera.
Si una mayoría, en nuestra sociedad, se siente preocupada, ¿hasta qué punto es grave? ¿Estamos rodeados de egoístas? Si por el término se entiende perseguir los propios intereses a expensas de los demás, entonces el egoísmo abarca muchos tipos de comportamientos.
¿Qué tipos de comportamientos exactamente? ¿Cuándo está bien el egoísmo y cuando se vuelve problemático?
La palabra proviene del latín y significa algo así como amor propio o interés propio. Primero, es una motivación natural e inherente a todo individuo. Cuando hablamos de personas egoístas, por lo general nos referimos a conductas despreciables, como tomar venganza y otras maneras malvadas de proceder. De modo que el egoísmo es la base de muchos comportamientos antisociales
¿Por qué algunas personas son más egoístas y otras menos? y ¿por qué existe ese comportamiento? El egoísmo es la base de muchas actividades que son parte de las interacciones sociales. La tendencia a ocuparnos de nuestras propias necesidades y ponerlas en el centro es algo innato y tiene una función en la historia de nuestro desarrollo. Si como especie no nos hubiésemos ocupado de nuestras necesidades, no habríamos sobrevivido. Y, al mismo tiempo, es muy importante decir que no habríamos sobrevivido si no nos habríamos cuidado unos a otros. Así que la tendencia al comportamiento generoso, solícito y compasivo también es innata.
Investigaciones sobre el tema indican que los genes determinan hasta el 50% del comportamiento. Sin embargo, las personas no son egoístas solo porque tengan una predisposición. Ser egoístas también depende de influencias del entorno y de experiencias de aprendizaje. Esto incluye la crianza, los años escolares posteriores, los amigos, el contexto, las condiciones culturales en las que nos desarrollamos. Todo esto determina cuán egoístas seremos más adelante.
Una prueba la brindó un seguimiento a largo plazo, realizado en 2015, en la Universidad de Ámsterdam. Un equipo de investigación se preguntó cómo se desarrolla el narcisismo en los niños y entrevistó durante años a 565 niños y niñas de entre 7 y 11 años y a sus padres. Los niños debían indicar cuán acertadas eran las afirmaciones en su caso. Afirmaciones tales como “Me merezco algo más”. O, “Sin mí, mi clase sería aburrida”. Por su parte, los padres debían valorar enunciados similares, como: “Mi hijo es más inteligente que otros niños”.
¿El resultado? Los adolescentes cuyos padres afirmaban que sus hijos “eran más especiales que otros niños “o “que merecían algo extraordinario en la vida”, más tarde demostraron menos empatía y reaccionaron a las críticas de forma muy susceptible. Según el estudio, esto engendraría personas enamoradas de sí mismas a los que les place sacar ventaja de todo.
Otra cuestión a tener en cuenta, son determinados escenarios de la vida cotidiana. Puede ser una situación precisa y personal en la que nos encontramos y reaccionamos ante ella. En esas circunstancias no pensamos a largo plazo. No pensamos en las consecuencias que tienen nuestros actos. No nos ponemos en el lugar del otro. No empatizamos. Una determinada situación puede provocarnos el egoísmo y nos comportamos así en momentos puntuales, sin que por eso seamos personas que siempre actuamos de ese modo. Somos más egoístas, o menos generosos, cuando estamos apurados, tenemos hambre o nos molesta algo. Por ejemplo: tenemos prisa y estacionamos el auto en un lugar que no nos corresponde (doble fila, cochera ajena, etc.). También, suele suceder con los residuos (nos molestan dentro de la casa), o sacar el perrito a pasear y hacerse el tonto/a y, así, podríamos considerar una extensa lista de acciones.
En 2022 una investigación de la Universidad de Georgia también quiso averiguar cómo se comporta una persona muy egoísta. En el estudio se solicitó a 400 participantes que pensaran en el mayor imbécil egoísta que conocían y describieran sus características. ¿Cuáles creen que son las típicas? Muchos pensaron en la falta de empatía. También la falta de respeto, agresividad, ignorancia, arrogancia, codicia, envidia, sed de venganza, pretensiones excesivas, manipulación y muchas más. Por cierto, los mayores egoístas imbéciles, presentes en la vida de los participantes, eran hombres de mediana edad.
¿En qué sectores hay egoísmo con mayor frecuencia? Sobre todo, en sectores donde están en juego el éxito propio, la fama, la riqueza, la posesión de objetos o el alcanzar un status que se aplica en varias profesiones. En ellos, la imaginación no tiene límites para hacer sufrir a quienes se interpongan en el camino. También, hay un entorno que acepta ese comportamiento y deja que se salgan con la suya.
¿Qué hacemos con ellos? Para el que los sufre, por ejemplo, bajo un jefe egoísta, la elección es limitada: irse, hablar o conformarse y seguir sin decir nada.
En contraposición, ser cooperativo y agradecido en el lugar de trabajo no solo es bueno para el espíritu de equipo. Si en una situación en la que todos son egoístas, nosotros nos comportamos con generosidad, también se nota. Esos círculos positivos pueden entrar en acción. Vemos en muchos lugares a gente que se preocupa por otros, que se retracta, que es considerada y respetuosa, que se esfuerza por no poner sus propios intereses, su libertad, por sobre el bienestar de los demás. Para fortalecer estas conductas beneficiosas, deberíamos esforzarnos mucho más en la búsqueda de colaboración, respeto y empatía. Son valores que vale la pena vivir.
En una sociedad, donde el egoísmo ha llegado al extremo, sobre todo desde los sectores socioeconómicos de poder, nos seguiremos enojando y sufriendo por culpa de ellos, pero si muchos elegimos la cooperación y la empatía, no todo está perdido.
Con la crianza que llevan adelante las familias en los primeros años quizás no podamos hacer mucho, pero posteriormente, en el ámbito escolar, con adultos empáticos y generosos, podríamos cambiar el rumbo hacia la formación de una ciudadanía más solidaria.
Tekoá. Cooperativa de Trabajo para la Educación. Ltda.