Con esto quiero decir que la evolución humana es un fenómeno constante y mutante. Y corresponde al Homo Sapiens tratar de razonar, explicar y estudiar en favor de un proceso evolutivo de las sociedades para imaginar siempre un futuro mejor. Y fue entonces que el Homo Sapiens se puso de pie, y el horizonte se amplió con nuevos desafíos. Le creció el lóbulo frontal lo que le permitió adoptar las mejores decisiones para su supervivencia. Y así se puso en marcha ese experimento biológico que hoy llamamos Hombre pensante.
Toda la evolución hasta nuestros días fue producto del desarrollo del pensamiento como respuesta a los desafíos que el mundo le presentaba a las distintas civilizaciones, las cuales tenían como respuesta a una élite que detentaba una supuesta sabiduría que con el correr del tiempo y a pesar de los negacionistas de la historia que se negaban a despojarse de las «divinidades» religiosas que operaban como censura porque iban «contrario sensu» de los dioses del momento.
Pero luego el hombre descubrió las ideologías como método político que le permitieran avanzar en las distintas ciencias en una irrefrenable carrera hacia una civilización más avanzada. Con la aparición de las Universidades o Templos del saber en todo el mundo se profundizaron las ideas y sobre todo se salió del oscurantismo religioso al desarrollar el espíritu crítico y generar los distintos debates originados en la pluralidad de las distintas ideas que moldearían a los Estados nacientes.
Y como si fuese una rápida película, arribamos a grandes conocimientos que sirvieron para mejorar la vida del hombre, pero también con ideologías extremas tanto en el ámbito político, económico, de la Física y sobre todo de la industria de la guerra. Por eso el siglo XX ha sido conocido como el siglo del horror con dos guerras mundiales y un sinfín de conflictos regionales, aún no resueltos. Para colmo el Siglo XXI no quiere quedar en saga, y ha elevado los conflictos a un camino al parecer sin retorno.
Por eso solamente los hombres o mujeres con conocimientos de elevada calidad y visión política pueden encontrar un supuesto acuerdo civilizatorio. Pero seres tendrían que ser dotados un conocimiento moldeados en un marco superior de calidad intelectual, social y política que solo instituciones académicas de nivel puedan dotar a la humanidad de sobrevivir en un mundo con conflictos de alta peligrosidad como lo estamos habitando en este presente tan brumoso.
Qué curioso nuestro país, que con una materia gris de excelencia mundial, con Universidades generosamente abiertas al mundo, respetadas hasta por los gobiernos más autoritarios, tengan que soportar en la Educación Pública, orgullo en todo el mundo, el destrato, el desprecio, y el desfinanciamiento como un ahogo financiero para poder privatizarlas, como quiso hacer Mauricio Macri, que en el Foro de Davos (Congreso de delincuentes), le ofreció a un financista de la Educación Mundial, E. Varky, la privatización Pública por U$ 5.000 millones de dólares.
Este gobierno, plagado de funcionarios cínicos, falaces e incompetentes y corruptos, tiene la osadía de atentar contra el capital más grandioso de la Argentina que es, con todas sus falencias, la herramienta más noble, para generar hombres con sentido patriótico y capacidad profesional, como muchas veces lo hemos hecho, resurgir de esta tragedia humanitaria que a través de un simple decreto quieren instrumentar la eliminación de la Educación Pública Nacional y Gratuita, como ejemplo de solidaridad que tuvieron todos los gobiernos progresistas.
Nunca como en esta época, las leyes generales y universales fueron tan impunemente violadas y selectivamente aplicadas para favorecer a las élites que el mismo gobierno dijo que venía a combatir. Todo esto respaldado por una clase conservadora y reaccionaria. Por eso la clase política es cómplice con la «negociación» (a cambio de qué) del proceso de desarticulación a la misma Constitución en su nombre. Me asombra el inmovilismo de una gran parte de la sociedad que está sufriendo per se las políticas de exterminio de las clases media, pobre y jubilados, como si ese fenómeno es «algo» que les pasa a los demás. Parecería que la ideología del gobierno anárquico y totalitario actúa en consonancia con su adhesión servil de vende patria quisiera aplicar lo que algunos llaman la solución final para el tan denostado «populismo».
Vivimos en una época respaldada en la legitimidad primaria de los votos, en un alarde de poder e impunidad. Con el ataque a la Educación pública nos roban el futuro condenándonos a un presente eterno. Hubo quienes intentaron luchar contra esa injusticia, pero los otros que debían hacerlo no veían que siendo un producto de la sociedad que los había votado, tenían que rebelarse contra sí mismos. Y su ceguera intelectual se los impedía por la inoculación de un fascismo cognitivo que les impide discernir qué actitud tomar.
De todas maneras no hay que cultivar la cultura de la resignación porque la peor derrota es la lucha que abandonamos cuando la causa es tan digna. ¡La Patria no se vende ni se vende! ¡Hasta la victoria siempre!