Por : Sergio Tagle – para DIARIOJUNIO
Ambos están unidos por un hilo que enhebra valores contrarios un “espíritu de época” impregnado de derechismos económicos, políticos y morales. A través de Francisco y la serie, en cambio, nuestro país propone la superación del individualismo, solidaridad, lo colectivo, nadie se salva solo.
Viejos son los trapos
Un personaje de El Eternauta que se destaca, Alfredo “el Tano” Favalli, le dice a Juan Salvo (el personaje principal) una de las definiciones más viralizadas en las redes
Lo hace después de de rescatarlo. Salvo estaba tirado en la calle, agonizando, víctima de esa nieve tóxica.
Favalli y el grupo de amigos que integra Salvo lo buscan y encuentran después de recorrer en auto una ciudad poblada de cadáveres congelados. Juan recupera el conocimiento en el vehículo. Le pregunta al Tano, que manejaba, “cómo hiciste funcionar esto”. Ese es el momento en que pronuncia una de las frases también mas comentada por el periodismo y en la conversación cotidiana: “lo viejo funciona, Juan”.
Se lo pregunta porque esa nieve mortal había inhabilitado celulares, computadoras y autos nuevos, de encendido electrónico. Y el auto que le salvó la vida era una Estanciera, quizá modelo ’70.
Funcionaba porque no necesitaba de electricidad. Con la batería le bastaba para arrancar. Lo mismo pasaba con los Torinos, Meharis, Renault 12, Peugeot 404 que protagonizan la serie y permiten la movilidad de los sobrevivientes.
El Eternauta nos dice (o nos puede decir) que, si una fuerza extraterrestre nos invade con la intención de colonizar al planeta y convertirnos en esclavos, quienes nos van a salvar no son expertos en carry trade o criptomonedas. Tampoco influencers de Instagram, YouTube, streamers, productores de contenidos para Tic Toc, porque todo ese arsenal habrá sido neutralizado por un enemigo que no se limitará a “batallas culturales” en su plan de “imperialismo interplanetario”.
Tampoco Elon Musk que, para colmo, fabrica autos eléctricos.
Quienes estarán al mando de la resistencia serán quienes hicieron la secundaria en una escuela técnica; con los conocimientos, habilidades y competencias de Favalli.
Esta interpretación no es forzada porque es él quien resuelve los problemas logísticos de un mundo que de un minuto a otro volvió a ser analógico.
Arregla y resuelve todo con pinzas, cables, alambres, llaves inglesas. Fabrica máscaras protectoras de la nieve con lo que encuentre en el cuarto de los objetos hasta ese momento inútiles. Pidiendo auxilio en otros países a través de la comunicación por onda corta, ante la inutilidad de las nuevas tecnologías.
No hay GPS ni Google Maps para llegar a domicilios de personas a socorrer, pero sí guías telefónicas con sus respectivas calles y números.
La esperanza de sobrevida estaba en lo viejo porque “lo viejo funciona”.
Este es un enunciado contracultural en tiempos de obsolescencia programada; en una sociedad que no duda de lo contrario, la creencia según lo cual “lo nuevo es bueno y lo viejo es malo por el solo hecho de serlos”; con utopías tecnológicas basadas en la Inteligencia Artificial.
La serie muestra otras “cosas viejas” que también funcionan y mejor que las virtuales: las relaciones presenciales que prescindan de pantallas; rituales como un día fijo de la semana para jugar al truco con amigos.
Qué brújula para qué mundo
Jorge Bergoglio, cuando Papa, se guio con la brújula utilizada por los personajes de El Eternauta. Podemos llegar a esta conclusión a partir de otra escena de la serie.
Otro objeto viejo que encontraron en ese cajón de cosas inútiles fue una brújula.
La usaron para orientar la antena del equipo de onda corta hacia Brasil. Algo fallaba en ese intento. Juan Salvo dice: “la brújula no funciona”. Ravalli sentencia: “No, Juan. La brújula funciona, lo que no funciona es el mundo tal como lo conocimos”.
Esto último, “cambió el mundo”, es muy dicho por el comentario periodístico, político, académico, desde la caída del Muro de Berlín y la implosión de la Unión Soviética.
Después, en la Argentina y el mundo, por lo menos occidental, se alternaron gobiernos de centro izquierda y centro derecha, todos cada vez más inclinados hacia el centro.
Pasó que esa moderación no satisfizo o, más, produjo mucha insatisfacción en mayorías populares y electorales.
Este centrismo o “extremo centro”, como define el escritor y activista anglo-paquistaní Tariq Ali, entre otros, se resolvió por extrema o ultraderecha: Trump, los posfascismos europeos, Javier Milei.
Esta irrupción provocó un desconcierto absoluto en la política tradicional. Y, a propósito de qué hacer, cómo actuar de ahora de ahora en más, se citó o parafraseó, sin saberlo, al Tano: con la Inteligencia Artificial, las redes, las nuevas tecnologías en general y esta hiperderechización de los gobiernos, el mundo es otro.
Desde la Caída del Muro, cualquier argumentación política que remitiera al Siglo XX era descalificada por anacrónica. “Setentista”, “te quedaste en el ‘45”. De esta manera se dejaba fuera de la discusión a quienes no se adecuaban a las ideas de época. Con otras palabras y remitiendo a Favalli podrían haber dicho “esa brújula ya no funciona”.
Pero ¿si el Tano tiene razón? ¿Si la vieja brújula que orientó la historia del siglo XX y antes, desde la Revolución Francesa, sigue desempeñando funciones políticas (tentativas, hipotéticas) útiles?
Francisco, sus discursos, encíclicas y gestos conformaron un papado que predicó palabras tan antiguas, desacreditadas, en desuso como justicia social, solidaridad, movimientos populares, fraternidad. Y a juzgar por la trascendencia planetaria que tuvo, que parece haber influido en la elección de su sucesor León XIV, esa brújula de un mundo ya pasado, funcionó.
Otra geografía política Después, en la serie, la brújula invierte las coordenadas del mundo. Donde hoy está el norte está el sur y viceversa. Hasta ahí no llegó Bergoglio siendo Papa.
Pero eso está después, en el futuro. El fin de la Historia no llegó con el derrumbe de la Unión Soviética. La política tradicional, más-menos, se esfuerza por acomodarse a estos nuevos tiempos en nombre del realismo; obedeciendo al imperativo “hay que aggiornarse”. Quizá sus miembros crean que el futuro será la reedición perpetua de este presente. Es decir, que este sí sea el fin de la historia.
Corren el riesgo de que en diez años alguien diga a los políticos actuales “te quedaste, se quedaron en el 2023”.
Porque, aunque el mundo sea otro, la vieja brújula funciona.
Y si El Eternauta tiene razón, esa brújula orienta hacia otro mundo tan nuevo que todo será al revés.
Lo que está arriba (Norte) estará abajo y lo está abajo (Sur) estará arriba.
Como suele ocurrir, lo nuevo surge de lo viejo.