Por supuesto, lo sigue una red de usuarios «orgánicos» que viralizan las mentiras e incluso llegan a guionar los argumentos de la narrativa gubernamental. Este sistema está diseñado con roles y jerarquía dentro de un dispositivo piramidal.
Un ejemplo del movimiento de estos activistas es el pergeñado por «El Gordo Dan», cuyo nombre real es Daniel Parisini. Es uno de los trolls más pesados y escribió: «Los ‘kukas’ usan a los nenes de escudo humano contra la policía. No hay nada más bajo en el escalafón humano que ser ‘kuka’.» Tuiteó el «Gordo Dan». Por ese simple mecanismo, tuvo 112.000 visitas. Esto es parte de un dispositivo de comunicación digital que le conviene al gobierno, tratando de instalar una «realidad» a su favor.
Así también ocurrió luego de que la policía, en un hecho ampliamente demostrado, le tirara gas pimienta a una niña de 10 años llamada Fabricia en la cara. Por este hecho, Amnistía Internacional repudió el episodio, pero la ministra Patricia Bullrich publicó un tuit mal redactado: «La responsabilidad de llevar a una nena de 10 años a una marcha rodeada de personas violentas (?) es responsabilidad de esta madre irresponsable.» De esta forma, la máxima autoridad en materia de seguridad convirtió en oficiales los argumentos de los trolls.
Ese mensaje generó 2,4 millones de reproducciones y se compartió 8 mil veces. Por supuesto, una de las adhesiones fue de Javier Milei, ¿quién si no? Esto se complementó con la participación del jefe de la Policía Federal, Alejandro Rollet, quien envió un video «trucho» a los canales de TN y de La Nación Más, en el que se veía a una mujer de chaleco naranja rociando algo en medio de un gentío. Los canales, sumisos, lo emitieron sin chequear ni advertir que Fabricia, la niña, no aparecía en ninguna parte. Finalmente, un columnista de un noticiero, Eduardo Feinmann, se vio en la obligación de decir que el video era falso.
Pero hasta ese punto, Feinmann y el resto de los periodistas se plegaron al relato. Por eso, la noche siguiente, el «felpudo» Feinmann se mostró indignado y pidió la renuncia de Patricia Bullrich.
¿Y quién es el «Gordo Dan»?
En 2017, el médico genetista Daniel Parisini comenzó a tuitear. Luego de su renuncia al Instituto Malbrán, impuso un programa llamado La Misa, sin auspiciantes ni pautas conocidas. Aunque no se sabe —o sí— de qué vive el tuitero, pasa gran parte de su tiempo en Casa Rosada.
Rápidamente se incorporó al entorno más íntimo de Milei. Su flamante esposa, María Belén Casas, fue nombrada jefa de Gabinete del Subsecretario de Políticas Universitarias, Alejandro «Galleguito» Álvarez. Su madre, Andrea Olmedo, es directora de Tierras, Bosques y Medio Ambiente de la Fiscalía de Estado de Santiago del Estero.
El Gordo Dan, junto a Agustín Romo, presidente del bloque de Libertad Avanza en la Cámara de Diputados bonaerense, y Juan Pablo Carreira, director de Comunicación Digital de la Nación, conforman el tridente que digita desde la Rosada la comunicación en redes sociales.
Romo, pieza clave de la estrategia digital que llevó a Milei al gobierno, gestionó 16 nombramientos para su entorno en la Sociedad Operadora Ferroviaria Sociedad del Estado, una empresa estatal elegida como piloto del plan privatizador, mientras sufría despidos masivos. Entre los beneficiarios, casualmente, está su padre, Carlos Romo, exconcejal en San Miguel.
La pirámide de la desinformación
La estrategia digital de la campaña presidencial se estructuró en una pirámide de cuatro niveles jerárquicos. En la cúspide, Santiago Caputo, desde su búnker en el Salón Martín Fierro, define las líneas estratégicas y señala al «malo» del día para que el fandom (tropa de trolls) lo ataque.
En el segundo nivel, Romo, Parisini y Carreira bajan las líneas provenientes de la Casa Rosada al terreno digital. Estas acciones suelen terminar siendo levantadas por medios tradicionales de derecha.
El tercer estamento incluye un centenar de usuarios con más de 15.000 seguidores, que postean sin descanso para posicionar fake news y construir una supuesta realidad favorable al gobierno.
Otros personajes del entramado
Ezequiel Ismael Acuña, administrador de la cuenta @ElPasanteOK de la empresa estatal Radio y Televisión Argentina, es otro engranaje. Producto de la Consultora Numen, participó en la campaña de desinformación que Milei exportó a otros países. También está Macarena Alifraco, hija del legislador porteño oficialista Edgardo Alifraco, con una causa judicial abierta.
Finalmente, Ignacio Manuel Tesón, ubicado en la Jefatura de Gabinete como auditor y consultor de los medios públicos, es consultado para acotar discursos de Milei.
La conexión internacional
El entramado no es exclusivo de Argentina. Steve Bannon, asesor de Donald Trump, declaró recientemente: «La batalla narrativa es sin restricciones. Todo es narración.» Esta influencia también se percibe en el uso de estrategias de desinformación en redes sociales para manipular percepciones públicas.
Fascismo explícito
Para entender el tinte fascista de estas legiones, basta recordar lo que dijo el Gordo Dan: «Si los funcionarios no se alinean a la línea ideológica del gobierno y del presidente, esto no funciona.» Más autoritarismo no se consigue. Llegó incluso a proponer una evaluación ideológica para aspirantes a empleos estatales.
Solo falta que alguien le diga al presidente: «¡Heil Milei!»
