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Director: Claudio Gastaldi
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miércoles 8 de mayo de 2024
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Los malabares en los comedores para parar la olla en medio del ajuste

El martes 26 de marzo pasado, el intendente Francisco Azcué envió al Concejo Deliberante un proyecto de Ordenanza para que se declare entre otras, la emergencia alimentaria como consecuencia de la grave crisis económica, financiera e inflacionaria que afecta severamente los recursos municipales. El objetivo principal de la solicitud de declaración de emergencia administrativa, financiera, alimentaria y vial era "atender la urgencia alimentaria por parte de los vecinos en situación de vulnerabilidad económica", etc. A pesar del objetivo mencionado en la ordenanza sancionada, ayer integrantes de la "Mesa contra el Hambre" se reunieron con Azcué para solicitarles mas recursos para los comedores. La repuesta que recibieron no fue la esperada. El intendente les pidió ideas para gestionar recursos o apoyo para realizar medidas de ajuste, incluso despidos. Fuera del municipio, las responsables de los comedores enumeraban a DIARIOJUNIO las peripecias que deben realizar para poder "parar la olla" en medio de un ajuste sinfín que baja desde la Nación y empuja a los vecinos a acudir a los comedores para subsistir.

Barrio Llamarada

María, responsable del comedor comunitario del barrio Llamarada-Las Viñas que depende del MTE (Movimiento de Trabajadores Excluidos) desde 2018, indicó que unas 70 familias acuden diariamente. Sirven cerca de entre 280 y 300 porciones los lunes, miércoles y viernes en horas de la cena. «Estamos acá en la calle porque hace alrededor de dos meses nos dejaron de entregar las partidas que nos daban una vez por semana», remarcó María.

Para poder «sostener la olla», lo principal son la carne y las verduras. Los alimentos secos, como fideo, arroz y polenta, sostuvo que los reciben desde Nación. Pero para comprar carne y verduras se organizan vendiendo rosquitas, ferias, etc. «O ponemos entre nosotras. Tenemos un fondo común y de ahí salen las cosas», acotó.

La mujer sostuvo que, por ejemplo, necesitan un cajón de pata muslos para poder cocinar una olla grande de 100 litros. Cuesta $ 27.000. «Es lo que nos salió la última vez», dijo. Pero muchas veces no les alcanza y terminan cocinando, en vez de tres veces a la semana, dos o una. Cuando las personas se encuentran con el comedor cerrado: «van y nos golpean para ver si no tenemos algo para darles o preguntan cuando vamos a abrir de nuevo».

María remarcó que hay mucha gente en el barrio que depende del comedor. «Hay chicos que si no se cocina, no comen en el barrio», indicó. La mujer sostuvo que a veces muchas veces la gente no sale a pedir por qué saben que la situación es difícil.

Además, sostuvo que desde el municipio les dejaron de enviar partidas, ya que un día se encontraron con el comedor cerrado. «Un día nos retiramos ocho menos cuarto de nuestro espacio. Ellos llegaron a las ocho, pero como no nos encontraron, nos dejaron de dar la partida semanal que nos estaban dando», dijo. «En esa partida no entraban las verduras: entraban ocho pollos, seis (cajas de) tomates, seis (paquetes de) arroz que no alcanza para una olla de 100 litros que nosotros usamos y que no alcanza porque hay un montón de familias que quedan sin comer», remarcó María.

«Estamos esperando una reunión con (subsecretario de Desarrollo Social, Roberto) Niez hace bastante que le he mandado mensajes para ver si nos pueden incorporar para que nos den esa poquita partida que nos daban por semana que era una gran ayuda para poder cocinar», indicó.

Barrio 9 de Julio

Lucrecia Zabala, responsable del comedor comunitario del barrio 9 de Julio, ubicado en la Zona Sur, indicó que en ese lugar sirven la comida tres veces por semana a unas 200 personas.

«Han cerrado comedores en todos los barrios. Vienen del barrio Facultad, Independencia, de donde sea. Se mueven adonde hay comida. Ves gente que nunca tuvo que ir a pedir y va con vergüenza a buscar en un tupper comida. Vos decís ‘por lo menos te va a aliviar esos tres días un poco los gastos'», sostuvo Zabala.

Zabala destacó que la comida es limpia y que les lleva tiempo comprar la verdura, cortarla. «Pero eso no lo ven», dijo. «Encima los responsables están de vacaciones porque nos dicen que Niez está de vacaciones en vez de salir a atender a la gente y dar la cara», indicó.

Desde la municipalidad, sostuvo Lucrecia, les indicaron que no es su responsabilidad asistirlos y que solo les otorgan una colaboración a los comedores.

Más adelante, dijo que les ha sucedido que han ido a controlar desde la municipalidad y a veces solo tienen polenta, sin verdura ni carne. «¿Y como vas a darle polenta nomas?», sostuvo. Pero no tienen más nada para ofrecer. O a veces han ido, pero ese día no abrieron por falta de partidas. «Te cierran porque ese día no cocinaste. Te dejan de mandar las cosas», remarcó.

Barrio Fátima 1

Natalia Pérez, responsable del comedor comunitario del barrio Fátima 1, indicó que abre viernes, sábado y domingo. Antes abría tres días en la semana, pero desde el municipio le pidieron que abra los lunes de semana, ya que no hay comedor en las escuelas.

Natalia dijo que muchas veces vienen a comer desde el barrio Sarmiento, Constitución, Fátima 2, etc. «Cuando empecé, empecé con 50 personas. Ahora tengo 150 y me duele en el alma salir y decir ‘cierro el portón porque no tengo más nada que dar de comer'», indicó.

Muchas veces se encuentra con que no tiene verdura para poner en la olla. «Me he cansado de pedir a las mamás, porque tenemos un grupo, pero si son dos mamás que te llevan unas papitas es mucho», dijo. Por ende, Natalia sale a pedir casa por casa a quienes sabe que la pueden ayudar. «Pero no es tampoco el caso. Pienso que el municipio tiene que… como los años pasados nos daban y ahora, desde que empezó el nuevo gobierno, nos dicen que tenemos que esperar, que no hay plata, que es demasiado que nos dan los alimentos secos como el arroz o el fideo», destacó.

Natalia añadió que hay dos opciones: tomar lo que les entrega la municipalidad o, si no les gusta, no llevar nada. «¿Y como uno va y les dice a las 150 personas que no te dieron nada?», dijo. Al mismo tiempo, indicó que Niez «anda muy de paseo, total acá la gente que se coma entre ellos». «Acá hay que poner el pecho, ¿Cómo te vas a ir de vacaciones cuando hay miles de criaturas con hambre?».

«Muchas veces, cuando no hay, la gente llora, se acuestan sin comer hasta el otro día que mandan a las criaturas al comedor», dijo Natalia. En ocasiones, se comprometen a darles comida a los menores y enviar una vianda a las madres que se quedan en la casa. «Las criaturas comen hasta cuatro veces Tienen hambre las criaturas. Por más que digan que cobran una asignación, la plata no alcanza. Son mamás que tienen cinco o seis criatura; la que menos tiene tiene cuatro hijos», dijo.

«El azúcar la estamos pagando $ 1.800. Si compras un kilo de azúcar, ¿Qué le va a comprar un kilo de pan a tus hijos? Aunque sea para darle un té. Que se pongan la mano en el corazón porque está muy fea la cosa», dijo Natalia. La mujer sostuvo que a veces los padres se ven en la disyuntiva extrema de tener que salir a delinquir porque ven que «las criaturas les piden para comer». «Y nadie los ayuda», añadió. «A robar no porque hay gente digna. Hay gente que se ha quedado sin trabajo», le respondió Zabala, del 9 de Julio.

 

Informe: Guillermo Coduri

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