(un refrito que vale la ocasión)
– Si vas a robar, roba a lo grande. Roba mucho, pero mucho, porque si no vas a ser un ladrón de poca monta y, de otro modo, un respetado señor.
Fue una extrañeza escucharlo decir eso al viejo Furia, como lo bautizamos en la facultad.
Furia era el apellido de un profesor de redacción periodística que estaba a poco de jubilarse. Un periodista retirado del oficio que había sido redactor en importantes medios gráficos Un sexagenario totalmente calvo que hablaba con elegancia y una fluidez pausada, como recitando poesía. Un maestro también del sarcasmo y la fina ironía, que difícilmente regalaba un elogio.
– Y usted, amigo entrerriano, ¿sabe qué está haciendo acá?
– Era la carrera más corta, profesor, contesté sin dudar .
– Escriba una nota sobre eso. Volanta, título, copete y tres párrafos.
Furia caminaba con pasos livianos por los pasillos de la facultad, como si estuviera pisando alguna alfombra del Palacio de Versalles, siempre con el pecho inflado y el mentón apuntando al cielo. Como si el mundo todo fuera muy pequeño y ordinario para un hombre como él… Si bien era de estatura baja, piernas flacas y cintura periférica, su andar elegante y su mirada altanera me recordaba a esas imágenes que había visto por tele del dictador italiano Benito Mussolini. También se podía parecer un poco a Winston Churchill aunque parecía impensable que hiciera algún ademán con los dedos en forma de V, porque acá, en estas latitudes no significa Victory sino Viva Perón!.
El viejo Furia era de la escuela del periodismo clásico. Un manual de estilo andante. Sin dudas, si sigue vivo, cosa que lo dudo, estaría horrorizado con esta pérdida de decoro y modales en que ha decantado el periodismo escrito en la era de la Internet y las redes sociales.
En sus buenos tiempos, lo escrito, escrito estaba. Era papel palpable, físico, materia. Y no había peor vergüenza que una fe de erratas o tener que escribir una nota para rectificarse.
Así, casi pintado como el Duce, el viejo Furia fue el primero que me abrió los ojos a la hipocresía y la doble moral del mundo del periodismo:
-Primero libertad de empresa, después vemos si libertad de prensa,
Furi nos mostró también la fuerza de la palabra escrita. La que queda para siempre. La que hace historia del presente.
…
Todavía recuerdo la última clase de Redacción Periodística del último año de la carrera:
El viejo Furia entró al aula silencioso y sin mirar a nadie, como era su costumbre.
Se paró en el frente, giró hacia nosotros, señaló una silla, y nos preguntó qué era ese objeto.
Las respuestas, al unísono, fueron más que obvias: ¡Una silla!
Después preguntó para qué servía y, si bien ahí algunas respuestas variaron (para sentarse, para pararse y cambiar un foco o subir el pie para atarse los cordones de las zapatillas) también fueron bastante obvias.
Entonces el viejo Furia, pareciendo querer hacer honor a su nombre, sin mediar palabra alguna tomó con arrebato una silla desocupada, la levantó y amagó a romperle la cabeza al flaco que estaba sentado en uno de los bancos de la primera fila…
Ante la consternación generalizada, los ojos desorbitados del flaco que seguía escondido detrás de sus manos, las risitas cumplidas o nerviosas, Furia se sentó y dijo:
– Podrían elegir sentarse en la silla, ofrecer con amabilidad el asiento a un visitante que llega a sus casas, o podrían usarla para romperle la cabeza a alguien. En cualquier caso, sigue siendo una silla. Lo que decidan hacer con ella solo depende de ustedes.
Fue su última lección: La fuerza de los hechos sucumben ante los caprichos de la interpretación
Y todo lo bueno y lo malo se define por el uso que hacemos de ese poder.
El maestro Ryszard Kapuscinski dijo que «para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias».
Así que… ¡Feliz Día del Periodista, narradores de la realidad! Feliz día, sobre todo, para aquellos y aquellas que son buenas personas.
¡Felices 20 años DIARIOJUNIO!
