Director: Claudio Gastaldi | 25 julio, 2025
El 27 de abril de 1977, Héctor Germán Oesterheld va a una "cita envenenada". Ruidos, forcejeos, gritos, violencias y la noche lo devoran para siempre. Un grupo de tareas lo secuestra. Desde entonces, permanece desaparecido. Varios testigos que compartieron su proyecto político lo vieron en los campos de concentración de Campo de Mayo, en el…

Sergio Brodsky

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27 Abr 11:56
Por: Sergio Brodsky

Las últimas resistencias del Eternauta
El 27 de abril de 1977, Héctor Germán Oesterheld va a una "cita envenenada". Ruidos, forcejeos, gritos, violencias y la noche lo devoran para siempre. Un grupo de tareas lo secuestra. Desde entonces, permanece desaparecido. Varios testigos que compartieron su proyecto político lo vieron en los campos de concentración de Campo de Mayo, en el Regimiento de Monte Chingolo, en el Vesubio de La Matanza y en el “Sheraton” de Villa Insuperable. Un día, llevaron a su nieto de dos años, el primogénito de una de sus hijas también secuestradas y desaparecidas, porque, en la horrorosa experiencia de Oesterheld, fueron las cuatro hijas y dos yernos quienes sufrieron ese destino. Todos recuerdan a sus hijas como bellísimas personas, sesudas militantes de base, excepcionales seres humanos que compartían la vida de las villas, ayudando, enseñando, alfabetizando, curando, viviendo la vida como promesa de un mundo mejor, más justo, en el que se comprometieron en cuerpo y alma. En esa circunstancia, en la que le llevan a su nieto, Héctor indica a sus captores la dirección de la casa de su ex esposa, donde fue llevado. Fue su única respuesta. En los interrogatorios, solo repetía: “No tengo nada para decir, no tengo nada para negociar…”
