Mentira es una palabra muy dura, sobre todo cuando la dice alguien que tiene el poder de afectar tu vida real, y la usa para engañarte, tratando que aceptes una realidad que te provoca sufrimiento y que él podría corregir, pero no lo hace, porque él es parte de la minoría que se beneficia con tu sufrimiento. Y cuando hablamos de legisladores y/o funcionarios de un gobierno que fue elegido por la mayoría, precisamente con la ilusión de que sus elegidos disminuyan dicho sufrimiento, e inmediatamente de puestos a ejercer las responsabilidades que vos le confiaste, no solo no lo disminuyen, sino que lo aumentan, entonces la mentira pasa a ser una estafa. La más cruel e inhumana de las estafas, porque es doble, en primer lugar, te engañaron cuando los votaste diciéndote que gobernarían para defenderte. Y, en segundo lugar, cuando te mienten explicaciones para tratar que aceptes el primer engaño. Y sobre todo cuando pareciera que es ‘política de estado’ por el hilo conductor que une a tres niveles del poder político, como en este caso la diputada Gabriela Lena, los funcionarios de cualquier nivel del gobierno nacional e incluso las autoridades de nuestra provincia que ante los reclamos por el brutal deterioro del poder adquisitivo de los salarios responden, unificando su discurso: “no hay plata”