Director: Claudio Gastaldi | jueves 1 de mayo de 2025
Franklyn Tex Harris, agregado político de la Embajada de EE.UU. en Buenos Aires, desempeñó un papel crucial en la documentación de las atrocidades cometidas por la dictadura militar argentina. A pesar de las restricciones impuestas por el embajador Raúl Héctor Castro, Harris envió informes detallados al Departamento de Estado, revelando la sistemática desaparición y tortura…

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24 Mar 12:01

ESTADOS UNIDOS Y EL GOLPE DE ESTADO DE 1976 (4° PARTE): A fines de 1978, la Embajada norteamericana ya había registrado los nombres de 15 mil desaparecidos
Franklyn Tex Harris, agregado político de la Embajada de EE.UU. en Buenos Aires, desempeñó un papel crucial en la documentación de las atrocidades cometidas por la dictadura militar argentina. A pesar de las restricciones impuestas por el embajador Raúl Héctor Castro, Harris envió informes detallados al Departamento de Estado, revelando la sistemática desaparición y tortura de miles de personas. En 1977, remitió una lista con 7.500 desaparecidos, que luego fue entregada a Jorge Rafael Videla en Washington. Su trabajo incluyó el testimonio del dirigente Alfredo Bravo, quien narró ante Harris las brutales torturas que sufrió. Los informes del diplomático también denunciaron la existencia de centros clandestinos de detención y evidenciaron la complicidad de altos mandos del régimen con la represión ilegal. En diciembre de 1978, Harris informó a Washington que, desde 1976, “Las Fuerzas Armadas se ‘hicieron cargo’ de 15.000 personas en su campaña antisubversiva”.

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21 Mar 19:46

ESTADOS UNIDOS Y EL GOLPE DE 1976 (3° PARTE): La Embajada supo en 1978 que “A los prisioneros los arrojan desde aviones al mar”
Cuatro meses más tarde de su primer encuentro en Chile, Kissinger y Guzzetti volvieron a reunirse. Esta vez la cita fue el 7 de octubre de 1976 en Nueva York, en uno de salones el hotel Waldorf Astoria. El panorama en Argentina era completamente distinto: organizaciones como el ERP como Montoneros habían sido desarticulados o estaban a punto de serlo, la mayoría de sus líderes asesinados o desaparecidos y las organizaciones populares totalmente desmanteladas, con sus líderes en el exilio. La actividad sindical había sido intervenida y partidos políticos estaban prohibidos y las organizaciones sociales temían ser presa de la fosa común del terror implantado. Para ese momento, detenciones ilegales, asesinatos y desapariciones se sumaban de a miles y los centros clandestinos, donde tenían lugar sesiones de tortura aberrantes, funcionaban a pleno.
