Todas las tardes, Juan llega en la bicicleta e instala su puesto de venta ambulante en la esquina de la avenida de Los Pueblos Originarios y Carriego. Ofrece churros, roscas y bolas de fraile. Pero esta tarde prácticamente no andaba nadie por la Costanera. Además, una valla impedía el paso vehicular desde Carriego hacia el sur. Era imposible aventurarse en un vehículo: el agua comenzaba a atravesar la calzada a la altura del mirador Arenitas Blancas.

A pesar de la rapidez con que el agua comenzaba a engullir los canteros divisorios de la Costanera, Juan era optimista de que no avance más. “No dan mucho más: unos 20 o 30 cm. más que esto. Después ya viene bajando en el puerto de referencia que es Santo Tomé. Así que ya viene bajando”, dijo el vendedor. En efecto, autoridades de Defensa Civil municipal de la localidad correntina, informaron que este martes en el puerto local, se registró 11,42 en bajante. La localidad soportó además la semana pasada cinco días de lluvias de manera ininterrumpida, con más de 400 milímetros de agua caída, según “Corrientes Hoy”.

Esta mañana, el río Uruguay estaba en 11,15 metros frente al Puerto local. Juan dijo que aún falta que llegase el pico de la crecida a Concordia. “Las buenas noticias son que no llueve en la zona así que estaríamos tranquilos por ese lado”, dijo.

El Parque Mitre está prácticamente bajo agua. Obviamente, no hay chicos jugando ni padres tomando mate. A las 6:30 de la tarde solo pasan pocas personas: algunas corriendo y otras van a mirar como sube el agua. “Obviamente que no es lo mismo una Costanera normal que con agua. Se corta la circulación y hay muy poca gente”, dijo.

Si el río se mantuviese en niveles normales, la tarde de Juan sería más promisoria. “Se vende… pero hay un parate en la economía que ya viene desde hace rato. No es de ahora”, dijo. Una familia que antes compraba una docena bolas de fraile, ahora solo pide media docena. “Están viendo como estirar la plata”, indicó.

“Denle un poco de vida a la Costanera”

En la esquina de Roque Sáenz Peña se encuentra el kiosco de Ricardo. En un stand hay aviones de telgopor y frisbees de variados colores a la venta pero hasta donde alcanza la vista, no hay niños jugando en la zona. Es martes, hay una ola polar en pleno auge y la temperatura ambiente ronda los 10 °c. Sin embargo, el panorama puede empeorar aún más si el río insiste en desbordarse. Ricardo se mantiene expectante. Mencionó que desde la represa de Salto Grande informaron que se iba a controlar que la crecida se mantuviese dentro de los parámetros actuales. Ricardo sostuvo que cuando el río llega a los 11,70 metros, invade Roque Sáenz Peña y debe comenzar la mudanza. “Si no llueve, no se complicaría. Roguemos que no pase nada”, suplicó.

No obstante, la principal preocupación es la escasa venta. “Bajaron un 80 % con respecto a los meses anteriores. Es terrible. Y más con el frío. Mucha gente no anda”, dijo. “Y los impuestos te siguen llegando. La luz te la siguen cobrando y es bravo”, dijo.

“Yo tengo un kiosquito y cada tres días más de $ 500.000 no hacía. Y este fin de semana si vendí $ 100.000 fue mucho. Fue complicado. Y los impuestos te siguen llegando. Y yo, en mi caso, no digo otros comerciantes que tienen otra entrada, yo vivo del kiosco y no tengo otra entrada”, indicó.

Ricardo apuntó hacia la municipalidad por la escasa promoción de la Costanera en los meses de temporada baja. “No se hacen espectáculos, no se hace nada”, dijo. El kiosquero exhortó a las autoridades de promocionar un evento una o dos veces al mes para que se acerque gente. “Está muy linda pero no la saben aprovechar”, dijo.

El comerciante sostuvo que la responsable del Ente Costanera, María Perini, había organizado dos o tres eventos en la Costanera tiempo atrás. “Eso estuvo bueno, vino gente”. No obstante, actualmente todos los eventos son realizados en el Parque Concordia Central (Ex Concordia Norte) o en la Plaza 25 de Mayo. “No digo que esté bien o que esté mal. Pero denle un poco de vida a la Costanera. Traigan espectáculos, música, vendedores regionales o que todos los fines de semana vengan empresas de sonido que pasen música y no cobrarles a ellos ni que ellos les cobren al municipio sino que sea una promoción para ellos”, señaló.

“Es una época dura”

Javier, propietario de un mini parque infantil en la Costanera, hace 26 años que esta afincado en ese lugar y ya soportó más de una decena de crecientes. Por ahora está tranquilo. Sabe que recién a los 12 metros el agua comienza a desbordarse por los terrenos traseros y a los 13 metros el agua alcanza el terreno que ocupa. “Cuando el parte nos da que podría llegar a 12,50, ya eso nos alerta y, ese día, esas 24 horas que nos quedan, empezamos a desarmar y a llevarnos las cosas”.

Si bien afrontar los gastos de una mudanza es un costo extra, es peor dejarlos a merced del río. Una creciente genera perjuicio económico de cualquier forma. “Si dejás cosas se dañan y lo que te llevás también se daña por el traslado. Siempre se arruinan bastante las cosas».

Por ahora, está lejos. “Lo que comentó la gente de la CTM es que el agua superaría los 11,70 y que van a tratar de mantenerlo en ese nivel por lo que no se afectaría a los comercios ni a ninguna vivienda de acá de la Costanera”. “Calculamos que el Lago va a poder amortiguar el impacto de la creciente”, remarcó.

En cuanto al panorama económico, Javier dijo que el movimiento es bajo. “Un poco por la temporada: es una época dura. Siempre el verano es la mejor época para la costanera”, explicó. Pero si al poco movimiento económico existente se le agrega una creciente, los costos suben exponencialmente. “Los días sin trabajar, más el costo operativo de mover todo, de volver a armar todo, de arreglar lo que se rompe”.

Impasible a las penurias económicas, el río sigue su lento ascenso. No obstante, los comerciantes confían en que la lluvia no les juegue una mala pasada y que la represa amortigüe la altura del río. Lo que necesitan hoy es que el río retroceda …y que vuelva la gente.