Gismondi atendió su teléfono celular desde una estación de servicio, en plena ruta. “Es una actividad que requiere de muchísimos viajes, muchísima ruta. Yo hago cerca de 10 mil kilómetros por mes”, se disculpó. Arrancó de esta manera un diálogo revelador, que permitió conocer que está pasando en la ex CAP, un sitio clave en tiempos de la Concordia pujante de muchas décadas atrás, cuyas ruinas se volvieron algo así como un símbolo de un añorado pasado de esplendor al que se quiere regresar.
-¿Viajas para conseguir hacienda? ¿Sales en busca de proveedores?
– Claro. En este momento, solo en Yuquerí, estamos produciendo cerca de 700 medias reses por día. Son 350 animales y hay que buscarlos todos los días, hay que conseguir, mínimo, esa cantidad.
-¿Se procesa esa carne para cortes con qué destino final: mercado local, el exterior?
-Nosotros nos dedicamos principalmente a la exportación. El principal destino es China y también vendemos a Europa desde Yuquerí. Producimos la Cuota Hilton, proveemos a Europa cortes de calidad y vendemos a China. Para consumo interno producimos muy poquito, porque no es nuestra especialidad. Algo hicimos, sobre todo al principio, hasta conseguir los permisos de exportación a esos destinos y a algún otro, como Brasil. Los mercados no están tan fáciles y nos dedicamos a lo que sabemos, que es China y Europa.
-¿Cómo definirías el escenario actual? ¿La actividad del frigorífico crece, está estancada o en descenso?
-En realidad, está en crecimiento. Pero esto es biología. El crecimiento es muy lento porque tenemos un stock ganadero que, para que nosotros crezcamos, tiene que crecer también. Es biología, insisto. La renovación del stock es una cosa lenta. Un novillo tarda más de dos años para recién poder producirlo. Dicho en términos políticos, todavía Argentina no comió un solo novillo, ni Argentina ni el mundo, nacido en esta gestión.
-Por eso, años atrás, los ganaderos estaban preocupados porque muchos productores sacrificaban vientres para paliar la crisis, lo que comprometía, por decirlo así, la fábrica de los nuevos animales.
-Totalmente, inclusive la confianza de los productores primarios. Es una cosa que también reacciona lento. Recién ahora están tomando las señales de esta nueva gestión, de este nuevo gobierno. Recién ahora, en términos de confianza, se está haciendo visible en los productores. Entonces, dentro de varios años se va a ver el resultado de esa apuesta.
-¿Ustedes están en Benito Legerén desde cuándo?
– Compañía Central Pampeana compró el frigorífico en el 2019. La verdad es que era una ruina. Habían pasado varias gestiones fallidas. Se compró una ruina, no tenía ni luz. Era un lugar abandonado, básicamente. Nos agarró la pandemia en el medio. O sea, varias complicaciones que hicieron lenta no la puesta en marcha sino la puesta en valor, para adecuar las instalaciones a la actividad exportadora, que no es lo mismo que para el consumo interno, en términos edilicios, sanitarios, de infraestructura. Necesitas cumplir con unas exigencias mayores. En el 2022 empezamos recién con consumo interno, para generar registro en Senasa. Y trabajando como exportación para generar la confianza en Senasa y en los diferentes mercados, para ir logrando las habilitaciones. En 2023 ya tuvimos Europa y cuota Hilton. En 2024 nos dieron China.
Desde el momento en que recibimos al gobernador (Rogelio Frigerio), a fines del año pasado, quien desde nuestras instalaciones hizo un balance de su gestión, pasaron seis meses y hoy ya duplicamos la producción de ese momento.
-¿Cuánto producían a diciembre de 2024 y cuánto producen ahora?
– El indirecto es muchísimo pero no lo puedo cuantificar con precisión. Lo que te puedo decir es que son 205 trabajadores hoy abocados al frigorífico Yuquerí. Y estamos haciendo la playa de faena. Son 205, sin contar las cuadrillas de obra civil, obreros de la construcción.
-¿Qué obra tienen en marcha? ¿Van a necesitar más personal?
-Hay obreros de la construcción haciendo lo que se llama ciclo 1, que sería la playa de faena. En este momento tenemos un ciclo 2, una planta de despostado a la que traemos la media red de frigoríficos habilitados para estos mismos destinos que estamos proveyendo. Todos los días, para sacar dos contenedores, como estamos haciendo, que son alrededor de 58.000 kilos por día, traemos entre 5 y 6 semis con medias reses. Los 205 trabajadores están abocados a la producción. Pero esto se va a duplicar en menos de un año, cuando habilitaríamos la playa de faena. Es una playa para 600 animales por día, ahí, en Benito Legerén. Y eso duplicará el personal, porque vamos a requerir gente para el despostado de unos 600 animales. En un año y medio vamos a tener 400 y pico de personas.
-¿Cuán relevante sería para el frigorífico si se habilitara el puerto de barcazas para sacar la producción hacia el sur por el río?
-No hicimos las cuentas porque nos dedicamos muy a lo nuestro y a la realidad, al presente. Pero imaginen que hoy sacamos dos contenedores por día y hay que llevarlos en camión a puerto de Buenos Aires. Y estamos al lado de lo que sería el puerto de barcazas -al lado es al lado-, a menos de 100 metros, sería prácticamente en nuestra planta, es casi un puerto del frigorífico.
-De hecho, era un puerto del frigorífico.
-Claro, así se manejaba el frigorífico originalmente. Con el puerto funcionando, los costos se reducirían maravillosamente. Estamos tan cerca de lo que sería el Puerto de Barcazas que, si tenemos en cuenta que podríamos hacer una cámara más grande que la que necesitamos, una cámara de frío para dar frío a terceros, logística también de frutas y demás cosas. Se abre toda una veta, realmente. Está en nuestra mente eso. Pero nos manejamos con cautela y hasta ahí, porque el presente es el presente.
-Según un informe del consorcio de exportadores ABC, que agrupa las plantas exportadoras de la Argentina, hubo una mejora en mayo de este año respecto al mismo periodo del año anterior de 3,8% en el volumen exportado y creció la facturación hasta un 30%, debido a que han mejorado los costos a nivel internacional. Menciona un precio promedio de 12.000 dólares por tonelada cuando se exporta a Europa y en el caso de los Cortes Hilton precios de hasta 18.000 dólares por tonelada. No obstante, también revela una baja respecto a los 5 primeros meses de 2024 por las dificultades en la situación cambiaria en nuestro país, la suba interna de costos que se da por la combinación del freno en el valor del dólar respecto a la inflación y la aplicación de derechos de exportación del 6,7% a la carne de novillos. ¿Es ese el escenario, mejoras en los precios que se pagan internacionalmente y a la vez dificultades en lo interno?
– Sí, pero esto siempre fue así en nuestra actividad. Es una actividad de locos, te diría. Empresas serias exportadoras de carne en Argentina son 20 nomás. Después, hay algunas que dan vueltas y hacen uno o dos contenedores al mes. Yo no las tomo en cuenta. Digamos que no son representantes, comparadas con las otras. 20 empresas manejan el 90 y pico por ciento de la exportación de carne. Sabemos que hay que hay que aguantar muchos meses a pérdida para luego ganar. Es lo de siempre. Nosotros somos tomadores de precios, no los formamos ni adentro ni afuera. La actividad es así, tal como la describió la ABC. Supongamos que estamos bien ahora. Bueno, hay que aguantar. Hay que ahorrar lo suficiente porque ya vamos a estar mal de nuevo.
-¿Cómo les ha ido con el personal que incorporaron? ¿Están conforme con el despliegue laboral de la gente de la zona?
-Con la caída de la actividad general en el país, y más en esta zona, no había gente de cuchillo, como le decimos nosotros. La tuvimos que hacer, hubo que formarlos. Lo hicimos con los albañiles, electricistas y demás que habían trabajado en la reforma del frigorífico. Fueron los que nos ayudaron y muchos están hoy en playa de faena. O sea, ganaron un nuevo oficio. Fueron los que nos ayudaron y les enseñamos a trabajar la carne. Después se fue ampliando. Nosotros tenemos mucha gente de Benito Legerén, por una cuestión de cercanía, y después de Concordia. A veces tenemos problemas de transporte. Tenemos que ver la forma de poner un colectivo, porque un retraso realmente nos genera un perjuicio enorme.
