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sábado 14 de diciembre de 2024
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Director: Claudio Gastaldi
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viernes 16 de junio de 2023
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Bienvenido al hotel robot, ya existen

El shock es inevitable incluso cuando el huésped llega avisado. Desde la calle se entra en un lobby donde no se ve recepción alguna. A un lado hay unos terminales; al otro, un escaparate que, a modo de performance, permite ver las evoluciones de un gran brazo mecánico que saca y mete maletas con destreza. Las dudas vuelven a asaltar al viajero: ¿dónde está el personal de este hotel? ¿Quién me ayuda con el registro? ¿Cómo llego a la habitación?

En un establecimiento distinto, otro cliente llega a la zona de bienvenida. Allí sí hay un mostrador al uso. La recepcionista, pese a vestir pulcro uniforme y a dominar el idioma local, es especial. Se trata de un humanoide con rasgos femeninos, flanqueado por un conserje también robótico de pequeño formato y un velociraptor que luce gorrito y pajarita.

La descripción corresponde a dos hoteles: el Yotel de Nueva York y el Henn-na de Nagasaki (Japón). Ambos protagonizan la nueva era de la inteligencia artificial aplicada a la hotelería. Una tendencia que irrumpe sin convencionalismos precisamente porque los huéspedes han dejado de ser convencionales.

El Yotel forma parte de una cadena de establecimientos urbanos de alta funcionalidad tecnológica y diseño de última generación. Por su parte, el Henn-na (hotel raro, en japonés) fue inaugurado el año pasado en el parque temático Huis Ten Bosch como el primer hotel atendido íntegramente por autómatas.

A los tres robots multilingües de la recepción hay que sumar una plantilla compuesta por un carrito maletero no humanoide, un brazo articulado encargado de la custodia del equipaje y Churi-chan, un asistente personal con forma de juguete y color rosa colocado en la mesilla de noche. Permite controlar domóticamente las habitaciones, en las que se entra previo reconocimiento facial.

El Henn-na representa la aspiración de su propietario, Hideo Sawada, de lograr la máxima eficiencia y convertirse en el alojamiento más productivo del mundo. Sawada compite consigo mismo: su compañía planea construir este año un hotel en el Tokyo Disney Resort, otro en Osaka y otro más en la prefectura de Aichi.

El escalofrío que produce la recepcionista artificial o la distensión kitsch de los dinosaurios tal vez sean sólo un truco de marketing, pero parece lógico que el epicentro de esta tecnorrevolución hostelera en Japón. Por otro lado, los poco más de 50 euros de tarifa mínima de este establecimiento low-cost confirman que el factor humano será el verdadero lujo del mañana. Los procesos rutinarios quedarán en manos de la robótica, mientras que en los de alto valor intervendrán humanos.

Esta especialización de los androides en tareas como el servicio de mantenimiento no se salva del debate ético de la Inteligencia Artificial. Hay quien se ha apresurado a recordar las leyes de la robótica de Isaac Asimov, si bien una opinión mayoritaria afirma que no hay razones para sospechar que un robot pueda sustituir en un futuro próximo a profesionales como Sofía Barroso, recién nombrada mejor recepcionista del mundo por su trabajo en el hotel Villa Magna de Madrid.

Hablamos de robots amigables: los últimos ejemplares saben idiomas, cada vez reconocen mejor la voz humana y juegan con cierta interacción. Es la denominada computación afectiva, con la que las máquinas traducen emociones. Todo empezó cuando Joseph Barnett destapó a Elektro durante la Expo de Nueva York de 1939. Era un robot de verdad, con aspecto de hombre de hojalata. Un armatoste poco o nada parecido a los modelos estilizados que ahora pululan por los pasillos de hoteles de todo el mundo con nombre de pila: Connie, de los hoteles Hilton, es un asistente que responde a preguntas elementales; A.L.O. Botrl (hotel Aloft Cupertino) es un mayordomo que suministra palillos de dientes, imperdibles y otros adminículos; por Mario responde el botones reluciente del belga Ghent Marriott Hotel; y por último, Pepper ejerce de camarero en los cruceros Costa Group.

El imperio de los robots ya no tiene fronteras. A la coctelería se dedica Macco, uno de los robots de la empresa sevillana Macco Robotics, de la que Víctor Martín es fundador y CEO. Con el eslogan Humanos conectando robots, la start up española ha llegado a Emiratos Árabes. «Actualmente tenemos en el hotel Gran Domine de Bilbao un robot Nao que da la bienvenida. Pero donde más instalamos, tanto el robot camarero Macco como el Goat, que recibe en el hall y lleva maletas, es en Dubai», explica Martín.

Macco Robotics está presente en 12 hoteles de esa megaciudad. «En España hay mucho interés, pero todavía los hoteles esperan al pionero», matiza el empresario. A su juicio, «aunque se instalan muchos robots recreativos, cada vez nos centramos más en robots con aplicaciones reales. Son inversiones amortizables; no sólo llaman la atención, sino que reducen costes. La robótica ofrecerá atención al cliente y trabajos repetitivos». Respecto al debate ético, lo tiene claro: «Es absurdo negarlo, los empleos se transforman».

¿Soñarán los huéspedes con recepcionistas eléctricos? ¿O al revés? En lo que llega (o no) ese futuro distópico, un organismo sintético nos da la bienvenida.

El Mundo de España

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