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miércoles 4 de diciembre de 2024
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Nota escrita por: Ricardo Monetta
jueves 18 de julio de 2024
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Donald Trump y la bala de plata que pudo haber cambiado la historia

Pocos se pusieron a elucubrar qué hubiese pasado si la bala disparada por un francotirador hubiese atravesado el cráneo del candidato republicano Donald Trump. Estoy seguro que, a estas horas, estaríamos contando las víctimas de la guerra civil que se hubiese desatado. Pero este evento tiene un denominador común con otros que lo precedieron, y casi siempre perpetrado en forma individual, aunque en el caso de John F. Kennedy se pudo comprobar que los disparos provenían de varios ángulos. Todos ellos estuvieron envueltos en una sospecha de conspiraciones, pero ninguno se aclara debidamente.

No es extraño considerar que desde hace más de un siglo, se trata de una de las potencias económicas, representada por una democracia política, gobernada por una dictadura económica y tutelada por organismos y agencias ultrasecretas, tuteladas a su vez por agencias también ultrasecretas, desde las cofradías financieras hasta las mafias gubernamentales como la CIA y la NSA, siempre más allá de las leyes e inmunes a cualquier control popular.

En un país donde el mismo candidato republicano, Donald Trump, reclama a viva voz que no se altere la 3ra. Enmienda de la Constitución Nacional, no nos puede asombrar que la portación de armas sea equivalente casi a un celular. Tampoco es casualidad que la mayor proporción de armas por habitantes se dé en aquellos estados federales y condados donde había durante muchos años mayor proporción de esclavos.

La historia no miente. Cuatro presidentes fueron asesinados en sus funciones: Abraham Lincoln, Garfield, McKinley y J.F. Kennedy. Pero muchos otros sufrieron atentados fallidos, como Theodore Roosevelt, quien al igual que Trump, en 1912 intentaba volver a la Casa Blanca, y un «mazo» de papeles doblados en su discurso desvió el disparo que iba a su cuerpo, sufriendo solo una herida en el «vacío» de su cuerpo.

En otros casos, los francotiradores fallaron o fueron desarticulados a tiempo. Tres años después del atentado a Ronald Reagan en 1984, el asistente de la Misión de Cuba en la ONU, Néstor García Iturbe, informó al jefe de seguridad de la Delegación de Seguridad de EE. UU., Robert Muller, de un plan para matar al presidente en Carolina del Norte. Días después, Muller llamó a García para invitarlo a almorzar, con la noticia de que los agentes de seguridad habían detenido a los conspiradores. Es decir, el espionaje cubano de Miami había evitado alguno de los múltiples atentados terroristas contra la Isla de Cuba, obra de los exiliados empleados por la CIA y otros grupos terroristas de Miami desatados del control de la agencia, entre los que se encontraba Jorge Mas Canosa, que ahora pone dinero para la Liga en la que juega Messi, a través de su hijo que se hace llamar solamente Jorge Canosa. ¡Qué tal!

Pero también fueron asesinados líderes sociales como Martin Luther King, Malcolm X y Robert Kennedy, hermano de John y candidato presidencial. Solo lobos solitarios favorecidos sospechosamente por la extraña ineficiencia de los Servicios Secretos del país más poderoso del mundo. Este patrón se aplicó en otros asesinatos de la CIA alrededor del mundo y fue filtrado sin querer en las memorias de algunos agentes, como fue el caso del atentado fallido contra Fidel Castro en Chile, uno entre más de 600 que tuvo el líder cubano. No pocas conspiraciones tienen el ruido suficiente como para desprestigiar esas teorías. Solo a veces se evidencian con la desclasificación de documentos secretos. Lo que sobran sí son indicios. Por ejemplo, en el atentado a Trump, que muestra a dos francotiradores de la guardia de Trump apuntando al asesino, pero solo disparan cuando el joven de veinte años, afiliado al partido republicano, comienza a disparar con su rifle (?).

Pero queda lo más importante para desentrañar y lo más difícil de probar: dilucidar la motivación detrás del «lobo solitario». Trump se convertirá casi en un mártir vivo ante los ojos de sus seguidores, más considerando que muchos de ellos se mueven básicamente por impulsos de fe. Como en las historias medievales, Trump se convertirá en el caballero de la cicatriz, en el cruzado «matamoros» que exageraba sus matanzas de infieles o hasta se cortaba la cara a sí mismo para dar prueba de su valentía. Sobrevivir a la batalla no lo hace santo ni mártir, sino un semidiós elegido por Zeus o por la divinidad protestante calvinista para sus seguidores.

Por otra parte, hay que verlo desde el punto de vista del poder simple y puro, es decir, el poder económico, financiero y militar. Desde ahí, hay que preguntarse si este poder quería un mártir o un héroe de su mayor aliado, la derecha extrema política, o si el hombre concreto, Trump, había dado alguna «señal» que tocó sus intereses. Como debemos descartar que algún candidato pueda cuestionar el poder real de las sectas capitalistas que controlan el poder, habrá que revisar las diferencias entre los dos candidatos aprobados por estas sectas.

Trump es el candidato de los ultramillonarios, pero ha dado señales peligrosas de querer tocar la estructura de la OTAN de la misma forma que lo hizo John Kennedy cuando intentó disolver la CIA. La paradoja consiste en que la estructura de la OTAN es parte de los intereses financieros de las mayores corporaciones de EE. UU.

Todo esto nos recuerda que aún más allá de los supermillonarios que se benefician de la dictadura económica, se encuentra un poder aún mayor y más oscuro que opera como «mafia global»: el poder internacional de los creadores del dinero, los promotores de las guerras de todo tipo, en especial las tres más importantes del actual mundo bélico: Rusia-Ucrania, Palestina-Israel y Taiwán-China.

Los tres lobbies más importantes que existen hoy en EE. UU. son los promotores de estas guerras que les han hecho ganar inconmensurables fortunas: el lobby del CIM (Complejo Industrial Militar), es decir, los que fabrican armas; el lobby petrolero, ya que sin petróleo no hay guerra; y Wall Street, el centro financiero del capitalismo en decadencia. Por eso desean prolongar la guerra e involucran a Europa en esta orgía bélica que le puede costar caro a la humanidad toda.

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