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DOS ORILLAS
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Director: Claudio Gastaldi
jueves 17 de abril de 2025
Nota escrita por: Ricardo Monetta
lunes 17 de marzo de 2025
lunes 17 de marzo de 2025
Represión fascista y la criminalización de la protesta
Cuando hace más de 2.000 años Julio César cruzó el río Rubicón, que lo separaba de las Galias, dio inicio a una guerra civil contra el cónsul Pompeyo para establecer un nuevo imperio. Al cruzarlo, sabiendo lo que eso significaba, pronunció la famosa frase: "La suerte está echada". Haciendo una analogía con lo sucedido el último miércoles, con la feroz represión contra jubilados, hinchadas de fútbol y el pueblo en general, podemos decir que, con este acto vergonzoso, tanto el presidente Milei como la ministra de Seguridad, Patricia "Malbec" Bullrich, han llegado a la orilla de la tolerancia de una sociedad harta de estar harta. Harta de ver pisoteados innumerables derechos de todo tipo y, encima, de que se den el lujo cruel de martirizar una marcha de protesta consagrada por la Constitución Nacional.
Ricardo Monetta

Este hecho lamentable, por lo repetitivo, es un retrato incontrastable de la debilidad institucional y política de un gobierno que, como única respuesta a su falta de idoneidad y competencia para gobernar, opta por mentir, estafar y castigar.

Los hechos de violencia provocados por las mismas «fuerzas del orden» son incontrastables por la evidencia manifiesta de un plan de represión digno de la mejor de las dictaduras. La cobardía de las fuerzas de seguridad, que actuaron como perros cebados al saber que contaban con la más absoluta impunidad, se puso de manifiesto en un episodio que se viralizó instantáneamente: un uniformado golpeó y empujó a una anciana de 81 años, que cayó violentamente al piso, siendo asistida por manifestantes que increparon al policía, quien se refugió entre sus compinches.

El otro hecho que indignó a todo el país, menos a los miserables medios de comunicación que intentaron hacerlo pasar como un «hecho desafortunado», fue el disparo a mansalva contra el fotógrafo Pablo Grillo, en una acción directa y asesina. Su «delito» fue tomar una foto de un foco de incendio en medio de la calle. Desde el viejo y querido Kapuściński, reportero de guerra, sabemos que el trabajo periodístico en exteriores tiene sus riesgos. Si lo sabrá José Luis Cabezas, para quien una foto significó la muerte.

Ah, no… ¿Pablo lo tiene merecido porque era kirchnerista y de izquierda? Así lo dio a entender el vocero miserable e indigno Adorni. ¿Y si lo fuera qué? ¿Es delito ser militante de una idea? ¿Acaso estamos bajo una concepción fascista, donde si no comulgás con el credo liberal pasás a ser un enemigo? O como la otra maniobra burda: abandonar un patrullero para que luego «uno o dos de los servicios» lo prendan fuego y adjudicarlo a las «barras bravas». ¿Nos toman por tontos?

Vayamos al enfoque político.

Este gobierno practica el autoritarismo fascista porque lo único que tiene de legítimo es el resultado electoral. Todo lo demás, en cuanto a hechos políticos, es ilegal y corrupto hasta más no poder. Y encima tiene miedo. Por eso se vuelve más peligroso.

A pesar de que la clase política parece haber entrado en un pánico que la inmoviliza. A pesar de haber sido ofendidos, vilipendiados y, por momentos, abusados en su dignidad, se callan cuando los tratan de corruptos, porque saben que en su intimidad lo son y no pueden responder sin autoinculparse.

Porque estamos conviviendo en una democracia tarifada.

Legisladores y gobernadores sometidos. Porque no se puede gobernar sin presupuesto ni saber adónde van las partidas recaudadas. Estamos frente a poderes mafiosos y fascistas, cuando ingenuamente creíamos que esas ideas pertenecían a idearios arqueológicos. Son poderes que no luchan por una «idea» o por algo en particular. Vienen por todo. Y cuando digo todo, es todo.

La mitad de la Patagonia está vendida o usurpada. Este poder fascista-mafioso no quiere separarse de la democracia, porque esta es el «portero» que le abre la puerta para enquistarse en el poder. ¿Es que no nos damos cuenta?

Estos poderes se organizan a través de la invisibilidad, ya que este sistema de autoridad que tenemos —o teníamos— les permite colonizar el Estado y la Justicia, que sin su «paraguas» no podrían existir. ¿Es que no nos damos cuenta de eso?

No hay que luchar solo por el salario. Es el sistema lo que hay que cambiar.

Quizás esto sucede porque estamos ante una gran parte de nuestra sociedad jibarizada por la opresión, donde el miedo es la única forma de conciencia pública que se mantiene secreta. Quizás el miedo de la sociedad sea la proyección de su propia ignorancia.

Que no es un defecto, sino la imposibilidad de acceder a un conocimiento de la realidad que ha sido sustituido por la narrativa oficial, difundida por el 80% de los medios de comunicación, cuyos dueños solo piensan en «asegurar» su futuro. Como el servil y traidor Sergio Kueider.

No hay que tener miedo de ser ciudadano.

La «casta mileísta», aquellos que son objeto de sus epítetos más procaces y sus amenazas más brutales, no le temen por «esquizoide». Porque saben que no es la culpa lo que genera miedo, sino la impotencia, y es eso lo que hace crueles a los hombres. Por eso destilan crueldad en forma de venganza, porque saben que una sociedad enferma de temor aceptará con alma de esclavo los «latigazos» en forma de decretos, que han secuestrado la posibilidad de una vida digna.

El próximo 24 de marzo será el Rubicón de Milei. ¿Se animará a cruzarlo?

Como dijo nuestro querido y añorado Eduardo Galeano:

«Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo; unos no duermen por la necesidad de tener las cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen.»

1 comentario

  • Todos los que apoyan este régimen, son cómplices y responsables de todo lo que está sufriendo el pueblo argentino ¡¡¡Quiera Dios que no hayan muertos, sino de esos también van a ser responsables!!!

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