La jornada había comenzado a las 14 sin grandes sobresaltos, tal como el oficialismo había anticipado. Con 38 senadores presentes, al Frente de Todos pudo dar inicio a la sesión y romper así con más de cinco meses de parálisis legislativa. Resultado de las negociaciones que había encabezado el jefe de la bancada frentetodista, José Mayans, dieron quórum, además de les 31 senadores oficialistas, los cuatro peronistas díscolos de Unidad Federal –el jujeño Guillermo Snopek, el entrerriano Edgardo Kueider, la puntana Eugenia Catalfamo y el correntino Carlos «Camau» Espínola– y los tres aliados habituales: el rionegrino Alberto Weretilneck, la riojana Clara Vega y la misionera Magdalena Solari Quintana. Apenas la pantalla del recinto mostró que el oficialismo había logrado llegar al quórum, les senadores de Juntos por el Cambio, que estaban esperando detrás de las cortinas, decidieron ingresar al recinto. «Qué tal, ¿cómo les va? Tanto tiempo», los recibió con ironía Cristina Fernández de Kirchner.
Solo dos eventos interrumpirían la tranquilidad y el buen humor oficialistas. Primero, cuando al comienzo de la sesión uno de los integrantes del Tercer Malón de la Paz –que vienen acampando afuera del Congreso hace semanas en contra de la reforma constitucional de Jujuy– interrumpió a los gritos desde uno de los palcos. El referente, sin embargo, fue rápidamente retirado por el personal de Seguridad. Más dolor de cabeza generó la aprobación del pliego de Ana María Figueroa, con negociaciones contrarreloj que terminaron en un empate que debió resolver la presidenta provisional Claudia Ledesma Abdala.
El salario no es ganancia: el debate
«Lo que se propone es no considerar ni al salario ni a las jubilaciones una ganancia, sino lo que son: una retribución al trabajo y, en caso el jubilaciones, un haber de retiro. Por eso se instituye que los salarios brutos superiores a 15 salarios mínimos mensuales no están sujeto al impuesto. Por el contrario, quienes perciban por encima de esta cifra, los denominados ingresos altos, si tributarán por la diferencia entre el mínimo no imponible y estarán sujetos a alícuotas que van del 27 al 35 por ciento», sintetizó el presidente de la comisión de Presupuesto, el riojano Ricardo Guerra, al momento de iniciar el debate.
La primera etapa de la discusión se desarrollaría con tranquilidad: luego de más de cuatro horas que consumió la aprobación de los pliegos judiciales, la mayoría de les senadores se había retirado del recinto para comer o estirar las piernas. Los primeros discursos fueron, incluso, los más apacibles. El encargado de defender el dictamen de rechazo de Juntos por el Cambio fue el radical víctor Zimmermann, quien optó por enfocarse en el costo fiscal que tendría que más de 800 mil trabajadores dejasen de pagar Ganancias. «La pérdida de recaudación que van a tener las provincias argentinas de aprobarse este proyecto, a partir 2024, va a ser de un 1,7 billones», denunció el chaqueño.
Les senadores cambiemitas –que fueron cuestionados sistemáticamente por el oficialismo por haber cambiado de opinión respecto a la eliminación de la cuarta categoría apenas Sergio Massa envió el proyecto al Congreso– optaron por dos objeciones: el costo fiscal que tendría la medida, por un lado, y el carácter electoralista de la medida, por otro. «El Presupuesto no contempla ni un rediseño tributario del impuesto a las Ganancias, no contempla la caída en la recaudación, no contempla el impacto en déficit, no contempla el impacto en la emisión, no contempla el impacto en la inflación», cuestionó Martín Lousteau (Evolución).
«Ustedes son una bolsa de gatos. Quiero que sepan que no van a terminar ni con el kirchnerismo ni con el peronismo. Y tampoco van a terminar con los trabajadores, porque esta es una justa reivindicación y se lo merecen», los chicaneó el chaqueño Antonio Rodas (FdT).
Una de las defensas más encendidas del proyecto provino, sin embargo, de Alberto Weretilneck. «Estamos viviendo un momento absolutamente histórico desde el punto de vista de derechos de los trabajadores al terminar con 87 años de un impuesto que gravó el salario de las mujeres y hombres», celebró el gobernador electo de Río Negro, quien optó finalizar el discurso felicitando a Sergio Massa: «Estoy absolutamente orgulloso que mi amigo el ministro haya tomado esta decisión».
«Nosotros sostenemos el principio de que sin justicia social no hay paz social. Sin paz social hay violencia social. Y trabajar por la justicia social es trabajar por la dignidad humana», arrancó, al momento del cierre, José Mayans. Para entonces CFK ya había regresado al recinto y los palcos se habían colmado de dirigentes sindicales. Estaban el triunviro de la CGT, Pablo Moyano, el diputado Sergio Palazzo (La Bancaria), Omar Plaini (Canillitas), el candidato a diputado nacional, Mario «Paco» Manrique (Smata), y Norberto Di Próspero (Legislativos). Los cinco se habían reunido previamente con CFK en su despacho. Sergio Massa, mientras tanto, había pasado por el Senado por la tarde, pero no estuvo presente en el recinto. Este viernes hablará en el acto que la CGT realizará frente al Congreso.
Mayans despachó durante casi media hora contra Mauricio Macri, Javier Milei y JxC en general. «Acá han presentado proyectos y ahora no le gusta porque es del Ejecutivo. Gataflorismo puro. Estamos hablando de un proyecto que beneficia a casi 900 mil trabajadores», los chicaneó. CFK se reía. «Ya está, basta, terminá», le empezó a gritar, furioso, el radical Alfredo Cornejo. CFK intentó poner orden, pero el propio Mayans, risueño, decidió finalizar. Apenas unos minutos después, el recinto estalló en aplausos: con 38 votos a favor y 27 en contra, el Senado convirtió en ley la reforma de Ganancias. Todes les senadores que habían dado quórum acompañaron la incitativa, incluso Solari Quintana, que se había ausentado durante la votación del pliego de Figueroa.
Mientras la CGT compartía un documento celebrando la sanción, los sindicalistas en los palcos comenzaron a cantar la marcha peronista. Primero tímidos, y después con fuerza, le siguieron les senadores del FdT.
Fuente: Página 12