Otra vez, el monstruo de la guerra se abate sobre Medio Oriente. Israel no acata el pacto en tres fases acordado con el gobierno palestino y desató una feroz ofensiva contra la población de la región de Gaza, a la que ya habían privado de agua y alimentos como una forma de exterminio planificado, matando hace pocas horas a más de 400 personas, mujeres y niños incluidos. Y que conste que también había informado a Washington de este ataque, haciéndolo cómplice a quien le cede las armas y bombas con las que masacran al pueblo palestino, con el pretexto de que no le restituyen los rehenes en manos de la milicia de Hamás. Y la pregunta es: ¿puede ser democrático un país que invade, coloniza y destruye a todo un pueblo originario en su hábitat natural durante siglos?
A 49 años del golpe de Estado de 1976, Concordia conmemoró a sus desaparecidos con un acto en la plaza principal, en un contexto marcado por el avance del negacionismo y las provocaciones del gobierno de Javier Milei. La jornada, aunque menos concurrida que en años anteriores, tuvo un fuerte tono de advertencia y convocatoria a la militancia, con discursos que llamaron a sostener una Memoria Activa frente a lo que fue definido como una "pandemia fascista que no se detiene".
Franklyn Tex Harris, agregado político de la Embajada de EE.UU. en Buenos Aires, desempeñó un papel crucial en la documentación de las atrocidades cometidas por la dictadura militar argentina. A pesar de las restricciones impuestas por el embajador Raúl Héctor Castro, Harris envió informes detallados al Departamento de Estado, revelando la sistemática desaparición y tortura de miles de personas. En 1977, remitió una lista con 7.500 desaparecidos, que luego fue entregada a Jorge Rafael Videla en Washington. Su trabajo incluyó el testimonio del dirigente Alfredo Bravo, quien narró ante Harris las brutales torturas que sufrió. Los informes del diplomático también denunciaron la existencia de centros clandestinos de detención y evidenciaron la complicidad de altos mandos del régimen con la represión ilegal. En diciembre de 1978, Harris informó a Washington que, desde 1976, “Las Fuerzas Armadas se ‘hicieron cargo’ de 15.000 personas en su campaña antisubversiva”.
Los organismos de derechos humanos encabezaron una movilización masiva para repudiar el negacionismo y los recortes en políticas de memoria que impulsa el gobierno de Javier Milei. Actos en todo el país marcaron una jornada de resistencia frente al vaciamiento de la Secretaría de Derechos Humanos, el desmantelamiento de sitios de memoria y la precarización del Banco Nacional de Datos Genéticos. En una Plaza de Mayo colmada, el documento unificado advirtió: “El Estado debe garantizar la restitución de la identidad de los nietos y nietas”.
Cuatro meses más tarde de su primer encuentro en Chile, Kissinger y Guzzetti volvieron a reunirse. Esta vez la cita fue el 7 de octubre de 1976 en Nueva York, en uno de salones el hotel Waldorf Astoria. El panorama en Argentina era completamente distinto: organizaciones como el ERP como Montoneros habían sido desarticulados o estaban a punto de serlo, la mayoría de sus líderes asesinados o desaparecidos y las organizaciones populares totalmente desmanteladas, con sus líderes en el exilio. La actividad sindical había sido intervenida y partidos políticos estaban prohibidos y las organizaciones sociales temían ser presa de la fosa común del terror implantado. Para ese momento, detenciones ilegales, asesinatos y desapariciones se sumaban de a miles y los centros clandestinos, donde tenían lugar sesiones de tortura aberrantes, funcionaban a pleno.
Robert Hill tenía una presencia imponente. Medía 1,87 metro y pesaba 100 kilos. Era lo que los estadounidenses llaman un workoholic (adicto al trabajo). Se levantaba a las 5 de la mañana, dormía menos de cuatro horas por día. El entonces Embajador norteamericano en Buenos Aires, solía montar a caballo y también practicaba el tenis, aunque nunca quedó registrado para la posteridad si alguna vez jugó algún set contra el almirante Massera, como sí solía hacerlo el Nuncio Vaticano Pío Laghi.
En vísperas del 49° aniversario del golpe militar en Argentina, DIARIOJUNIO comienza a publicar a partir de hoy, información sustentada en una serie de documentos desclasificados entre 1969 y 2021, que revelan lo que sabía el gobierno de Estados Unidos, y cuándo lo supo, en las semanas previas al derrocamiento del gobierno de María Estela Martínez de Perón, el 24 de marzo de 1976. Los documentos provenientes del Archivo de Seguridad Nacional norteamericano, proporcionan evidencia de múltiples contactos entre los golpistas y funcionarios estadounidenses que registran el amplio conocimiento que tenía el gobierno de Estados Unidos sobre los conspiradores, sus preparativos para el golpe de Estado y particularmente sobre sus planes potenciales, los que funcionarios del Departamento de Estado describieron como “un gobierno militar de duración prolongada y de una severidad sin precedentes”. Asimismo, los registros documentales muestran que más de un mes antes de que se produjera la asonada, funcionarios estadounidenses “discretamente” informaron a los militares argentinos que Washington reconocería al nuevo régimen.
En la geopolítica de la guerra, los hechos imprevistos no se deben a casualidades, sino a necesidades mutuas, sobre todo en un momento de transición de cambio de poder en la nación que más guerras ha engendrado en toda su historia.
Diferentes organizaciones invitan a participar de una charla-debate entorno a los Pueblos Originarios y su relación con la figura de Julio Argentino Roca. La misma tendrá lugar en el Profesorado Superior de Ciencias Sociales (Hipólito Irigoyen 1352), este martes 18 de junio a las 19:00 hs.
"Si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia, la verdadera historia, quien quiera oír que oiga." Estas palabras de Lito Nebbia resuenan con particular fuerza ante la reciente propuesta del concejal Sastre de renombrar la Avenida de los Pueblos Originarios como Julio Argentino Roca. Un proyecto que no solo resulta disparatado, sino profundamente ofensivo, considerando la historia de genocidio y opresión que Roca representa.
1 comentario
HUGO
En una guerra todos pierden, por lo tanto, hay que mencionar que del otro lado están los monstruos de Hamas, culpables de crímenes espantosos. El «Imperio» significa el control bélico y económico sobre gran parte del mundo, pero NO OLVIDARSE DE LOS OTROS MONSTRUOS, Israel es apoyado por EE UU, pero esa es solo una parte de la verdad. Hamás es apoyado por Irak. Se llama información