En una ceremonia colmada de simbolismo y con más de 200.000 fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, León XIV inauguró formalmente este domingo su pontificado con una misa que marcó un rumbo claro: una Iglesia cercana a los pobres, crítica del modelo económico dominante y decidida a caminar junto a los más vulnerables del mundo.

En medio del luto por la muerte del Papa Francisco, el Vaticano vive una feroz interna por su sucesión. Conservadores y progresistas se disputan el rumbo de la Iglesia, mientras líderes mundiales, desde Macron hasta Trump, intentan influir en la elección del próximo pontífice. El escenario es de tensión, maniobras diplomáticas y profundas diferencias sobre el legado del papa argentino y el futuro del catolicismo.

Banqueros, mafias, masones y servicios secretos. La trama oscura detrás de las finanzas vaticanas conecta a figuras como Michele Sindona y Licio Gelli con crímenes, operaciones encubiertas y movimientos de capital que rozan la impunidad. Esta segunda parte apunta a los vínculos entre el poder eclesiástico, el espionaje internacional y personajes clave que operaron desde las sombras, incluso en la Argentina.

La Iglesia Católica ha tenido desde San Pedro I 264 papas y 266 papados. Esto se debe a que Benedicto IX accedió tres veces al papado. Es decir, es casi una "monarquía" eclesiástica que se ejerció sin solución de continuidad. Ser el jefe espiritual de una comunidad que representa la quinta parte del mundo significa, nos guste o no, ostentar un inmenso poder que, a través de la historia, algunas veces fue funcional a otros poderes, con intrigas palaciegas por doquier.

En una decisión poco habitual entre sus predecesores, Francisco dejó por escrito su voluntad de no ser inhumado en la Basílica de San Pedro. En cambio, eligió descansar en un nicho sencillo, en tierra y sin ornamentación, en la Basílica de Santa María la Mayor, ubicada a poca distancia de San Pedro. Se convertirá así en uno de los pocos papas modernos cuya tumba no se ubique en la basílica vaticana.

El papa Francisco fue dado de alta este domingo tras permanecer 38 días hospitalizado en la clínica Gemelli de Roma a causa de una neumonía bilateral. A sus 88 años, el pontífice regresó a su residencia en Santa Marta, en el Vaticano, donde iniciará una convalecencia de al menos dos meses, según la recomendación de sus médicos.

Este domingo el mesianismo ultraconservador de Javier Milei se encontrará con el ideario jesuita de Francisco. El derechista se prepara para asistir a la consagración de la religiosa menos sumisa del siglo XVIII, feminista antes de que existiera esa palabra que revuelve el estómago del libertarismo.

Según medios especializados, La visita del papa Francisco al país pasó de estar en la lista de “pendientes” a rotularse como “condicionada”. Y mientras, la canciller Diana Mondino no activa los mecanismos para ponerle fecha a la invitación que Javier Milei le hizo a Jorge Bergoglio, durante la conversación telefónica que mantuvieron tras el triunfo libertario en el ballotage. En el Palacio San Martín Es un secreto a voces que el gobierno tiene temor a la convocatoria popular ante una visita de Francisco.

La Cancillería a cargo de Diana Mondino ordenó el regreso a Buenos Aires de diez embajadores en distintas representaciones estratégicas, entre ellas, de María Fernanda Silva, la embajadora en El Vaticano. Probablemente sea un deseo del actual presidente Milei, que, recordamos, dijo que el papa Francisco es un (SIC) “sorete mal cagado, zurdo y comunista”[i]