La caída del antikirchnerismo es sostenida. En mayo de 2024 era del 53,1%, pasó al 52,6% en enero y ahora se ubica en su piso más bajo del último año: 45,2%. Paralelamente, el kirchnerismo, que había tocado un piso del 27,9%, sube casi 7 puntos en seis meses. Este movimiento marca un giro en el mapa emocional de la política argentina: el malestar social ya no se canaliza exclusivamente contra el pasado kirchnerista, sino que comienza a focalizarse en la gestión actual.
La encuesta, basada en 1300 casos en todo el país, también muestra que el 56,8% de la población desaprueba la gestión de Milei, un número que subió respecto a junio y se acerca al peor registro de octubre de 2023 (58,2%). Además, el 55,4% cree que el presidente representa un riesgo para la sociedad, y más de la mitad (52,8%) afirma que el principal motivo para votar en las próximas elecciones es castigar al Gobierno nacional.
Este nuevo «clima de época» se refleja en los datos cualitativos: entre quienes votaron a Milei en primera vuelta, un 17,1% ya piensa en usar su voto como castigo, mientras que entre los electores de Patricia Bullrich y Juan Schiaretti, ese porcentaje sube al 18,8% y al 64,9% respectivamente.
También es significativo que el antiperonismo (38,7%) se ubica por debajo del rechazo a Milei, lo cual sugiere que las identidades tradicionales comienzan a ceder ante nuevas formas de antagonismo. Mientras tanto, el peronismo conserva un 39,7% de identificación, en un contexto de recomposición paulatina.
“El antimileísmo como identidad está creciendo, y el kirchnerismo logró recuperar algo de terreno post condena de CFK”, señala el informe de Zuban Córdoba. Y agrega una advertencia: “En un país donde la polarización tiene protagonismo propio, quizás la política debería preguntarse menos por los trolls y más por los vínculos reales”.